“Existe la creencia de que las personas mayores no tenemos relaciones sexuales, no tenemos deseos sexuales, no nos gusta relacionarnos eróticamente”, dice Elena, una bibliotecaria feminista de 79 años.
A ella, esa idea le molesta mucho: “esta creencia está especialmente presente cuando se habla de la sexualidad de las mujeres viejas, a quienes se nos niega el derecho a expresarnos en este ámbito, aunque no así a los hombres quienes siempre serán vistos como ‘héroes’ capaces de conquistar a cualquier edad”.
Lo cierto es que la sexualidad no comienza ni termina en la juventud. Es más: diferentemente de lo que se suele pensar, varios estudios muestran que las personas mayores pueden estar teniendo una vida sexual mucho mejor que cuando eran menores.
Una investigación llevada a cabo con más de 6.000 adultos en Estados Unidos mostró que la edad tiene una relación positiva con la calidad de vida sexual. Los académicos a cargo concluyeron que los entrevistados mayores desarrollaron lo que se llama “sabiduría sexual”. Esta no se refiere solamente a la destreza sexual, sino también a la capacidad de los participantes del estudio de ser compañeros atenciosos y generosos, y de saber escuchar lo que quieren las personas con quienes se acuestan.
Otra investigación, de la Universidad de Ottawa (Canadá), apuntó en la misma línea y mostró que la vida íntima de las personas de 60 a 80 años mejoró con el paso del tiempo. Entre sus conclusiones, el estudio planteó que sus respuestas pueden deconstruir nociones tradicionales de quienes están teniendo una mejor vida sexual, y que los más jóvenes pueden aprender mucho sobre sexualidad con las personas mayores.
Un tema internacional
Agnieszka Bozanic es docente e investigadora de diversos temas relacionados con envejecimiento y vejeces, y fundadora de GeroActivismo. Desde su experiencia, ha visto cómo existen una serie de mitos asociados a la sexualidad y la edad. “Hay mitos que van en relación a la asexualidad de las personas mayores las cuales no estarían interesadas en este tipo de actividad, lo cual –por supuesto- es completamente falso”, comenta.
La sexualidad, sostiene la experta, es un derecho humano que está ratificado en la Comisión Interamericana sobre la Protección de los DD.HH. de las Personas Mayores, de la cual Chile es un Estado firmante. En esta “se dice explícitamente que la sexualidad debe sí o sí una temática a desarrollar con grupos de personas mayores. Es importante también el acercamiento que se puede hacer en específico con mujeres mayores, que suelen estar vistas bajo una lupa patriarcal”.
“Lamentablemente en este tema de la sexualidad y personas mayores estamos bastante al debe como país, bastante atrasados y debemos de alguna forma buscar una fórmula rápida para llegar a los estándares internacionales para que envejecer sea un placer”, agrega.
Confrontar creencias erróneas
Algunos libros y contenidos audiovisuales han apostado cada vez más en mostrar la sexualidad en una edad avanzada. Es el caso de las series Grace and Frankie y The Kominsky Method, o de la obra The Ethical Slut, de Dossie Easton (78). En esta última, la autora es tajante: “cuanto mayor eres, más aprendes a lidiar con las cosas, y la experiencia nos entrega un repertorio más amplio y más formas de combinar con cualquier persona”.
Confrontar la creencia errónea de que las personas mayores -y particularmente las mujeres mayores- no tienen vida sexual, o es peor que en su juventud, es algo que alegra mucho a Elena. “Cada vez se está enfrentando más esto, y cada vez más las mujeres mayores nos estamos atreviendo a hablar y reconocer que somos seres sexuales, incluso en edades avanzadas”, afirma.
En su opinión, no es posible hacer generalizaciones, porque aunque hay muchas mujeres mayores que sí ejercen su sexualidad sin culpas y sin temores, y sienten placer y satisfacción en dicho ejercicio, hay muchas otras que no lo logran (o quizás no lo han logrado nunca). Esto, de acuerdo con distintos estudios, tiene que ver con varios factores: la condición de salud; la situación de dependencia; la ingesta de ciertos medicamentos; la vivencia de violencias en el entorno familiar, incluso violencias de larga data; el peso de restricciones culturales acerca de la sexualidad femenina (en particular cuando son mayores) lo que implica una discriminación de género; restricciones y culpas impuestas desde la religión, etc.
En el caso particular de Elena, quien lleva casi 50 años casada, la sexualidad sigue siendo un aspecto importante y placentero en su relación de pareja. “Aunque no exento de dificultades que se han ido superando. Para las mujeres, el climaterio implica cambios importantes, fisiológicos, en especial atrofia vaginal, que debe ser atendida. Hay que instalar en las mujeres la noción del control ginecológico post menopausia. Las dificultades eréctiles de los varones también ocurren y deben atenderse, por supuesto. Entonces, esto debe ser objeto de consulta porque si no, es imposible que el ejercicio de la sexualidad sea placentero”, afirma, desde su sabiduría sexual.
En una pareja afiatada y respetuosa, dice, “todos los aspectos tienen que ser discutidos, conversados y solucionarse. Tiene que haber diálogo, confianza, respeto, aprendizajes compartidos. Si esto ocurre, sin duda la mayor edad no debe ser un obstáculo”. “Por otra parte, es posible que en esta etapa de la vida las personas mayores descubran, asimismo, que la relación erótica no es solo exclusivamente coital. Expresarse sexualmente puede tener distintas manifestaciones, y eso se va descubriendo y valorando en la medida en que la vejez llega a nuestras vidas. Pueden haber declinaciones biológicas que nos afecten por los años, pero eróticamente esto no necesariamente ocurrirá. Hay que darse permiso para aquello, afirma.
Icha Mateluna Trincada, de 66 años, coincide. A su edad, se identifica a sí misma como una mujer “felizmente liberada y empoderada”.
Soltera, afirma que con los años su aprendizaje sexual va más orientado a la autoexploración. “El deseo está latente y se puede y debe disfrutar intensamente, sin prejuicios”.
Lo que más agradece en la actualidad en comparación con cuando era joven, es que hoy se habla de vida sexual. Es parte de esta sabiduría sexual, dice, “hablar del tema con menos pudor y prejuicio, y también tener más acceso a la información”, concluye.