“Tenía pie plano y juanetes, usaba plantillas y siempre tenía problemas con los zapatos. Me apretaban, terminaba con las piernas cansadas, tomaba hasta un analgésico, estaba agotada. Esto hasta que descubrí el grounding y comencé a andar descalza. Así se activaron mis músculos y conocí los separadores de dedos que me han ayudado a corregir el daño provocado por años usando zapatos en punta. Mejoró la circulación sanguínea desde mis pies hacia el corazón. Hoy ocupo solo zapatos minimalistas. Ya han pasado 15 meses y he dejado de sentir la inflación que sentía en mis pies, dejé las pastillas y mis pies han mejorado mucho”, cuenta Noelia Vergara (32 años).
Algunos datos: los pies tienen 26 huesos, 33 articulaciones, y más de 100 músculos, tendones y ligamentos, una verdadera obra maestra de la biomecánica humana que hace de ellos, una herramienta indispensable para que podamos estar de pie y movernos de manera autónoma.
Y sin embargo, su relevancia ha estado relegada a un segundo plano. “Y esto es en gran parte porque no se ven, pero los pies son de las estructuras más importantes para realizar una vida normal. La gente no se preocupa hasta que ha pasado mucho tiempo y la industria del calzado sólo ve la parte estética, no tanto la parte de cuidados”, explica Alan Bey, traumatólogo de tobillo y pie de la clínica MEDS.
De ahí nace el movimiento barefoot —especialmente en EE.UU. y Europa— que busca volver a la simpleza de loz calzados haciendo que permitan que el pie haga su trabajo. Un movimoento que deja de lado las amortiguaciones, tacos o realces y las punteras estrechas.
Para Francisca Gantz, creadora de la marca chilena de calzado barefoot para niños Uma Baby, no se trata de una moda, es volver a lo natural. “El principal problema es que empezamos a usar las zapatillas de deportes específicos como running de manera casual para el día a día, pero éstas no siguen ninguno de los parámetros barefoot, sino más bien la moda. Es como si anduvieras todo el día con zapatos de fútbol”, explica.
Y es precisamente este sobrediseño del calzado lo que el barefoot busca concientizar. En términos simples, usar zapatos minimalistas que permitan que el pie logre su potencial natural. “Devolviendo la movilidad natural a los pies puedes resolver múltiples problemas. Es un problema cultural, nos han obligado a usar zapatos llenos de cosas y si nacemos a pies pelados, es porque estamos hechos para eso”, enfatiza la kinesióloga Josefina Kutscher, de Arquitectura Corporal , quien acaba de lanzar el programa “Rehabilita tus pies”.
El zapato correcto
El calzado minimalista o respetuoso tiene tres principios: debe ser ancho para que el zapato se acomode al pie, y no al revés, permitiendo que los dedos se puedan mover; deben ser de suela delgada y plana; y flexibles para que el pie pueda torsionarse de forma natural en todas direcciones.
“Se cree que los tacos son solo de las mujeres, pero muchas zapatillas deportivas incluyen un realce atrás que hace que al caminar el cuerpo reaccione como si estuviera constantemente bajando un cerro. Eso hace que el pie se adapte y cambie para siempre la longitud de los músculos y los ligamentos. Y ahí empiezan las compensaciones”, agrega Josefina.
Una investigación reciente del Dr. Kris D’Aout y el estudiante de doctorado Rory Curtis junto a la marca estadounidense Vivobarefoot (una de las pioneras en el mundo), demostró que quienes usaron estos zapatos durante 6 meses, mejoraron la fuerza del pie en un 60 %. De hecho, zapatos barefoot hay múltiples: desde los más ortodoxos —que son los que imitan el andar descalzo al punto de tener un espacio para cada dedo—, hasta algunos de uso diario en versión de deporte, ciudad, botas, e incluso sandalias.
Todo parte en la infancia
“Hace cinco años cuando partí con esto nadie me compraba porque me decían que el zapato de niños debe ser rígido para sujetar el pie. Me demoré un año en cambiar la mentalidad. Los niños necesitan poder mover los pies, pero la industria no ve el calzado desde la salud, sino desde la moda. Fabrican zapatillas atractivas con ruedas y luces, pero el daño es enorme”, explica la fundadora de Uma Baby.
Para ella, los zapatos de niños siguen los mismos paradigmas que los de adultos, pero es clave educar sobre el desarrollo del pie en los primeros años de vida. “Hasta los 13 años el pie es moldeable. La clave es que ojalá anden lo más posible descalzos y que al usar zapatos éstos no interfieran en su desarrollo. Muchos usan calzados más blando solo de guaguas, y al colegio los cambian a zapatos rígidos, que no les permiten moverse ni explorar como deberían y que a futuro podría tener un impacto en rodillas, caderas y espalda. Lo bueno es que esto sí se puede revertir y mientras más temprano, mejor”, agrega.
¿Sirven para correr?
Josefina Kutscher corre desde hace un año con este tipo de calzado y se prepara para los 21 K con sus zapatos minimalistas. Pero esto no es algo que pueda hacer de un día para otro, ya que se necesita fortalecer la piel y la musculatura. “Los tarahumaras en México pueden corren hasta 100 kilómetros al día usando solo unas chancletas para no romperse los pies. Estamos hechos para esto”, dice.
“En gente que realiza actividades descalza o deportes descalzos como gimnasia rítmica, artística, voleibol playa, escalada deportiva, etc. vemos cómo estos músculos tienen bastante fuerza y logran grandes cosas”, agrega Alan. Pero para él, hay deportes específicos que sí necesitan cierto calzado como el fútbol.
¿Y el grounding?
Hay consenso: los pies son importantes no solo para transportarnos, también son la comunicación con el medio ambiente. Por eso esta práctica busca fomentar el andar descalzos un par de horas al día para recuperar la musculatura y activar los terminales nerviosos que tenemos. “Cualquiera que haya caminado sobre la arena o sobre el pasto descalzo sentirá una conexión diferente. El calzado es importante, pero hay que entender que es una prenda de vestir que nos protege del medio ambiente al igual que una chaqueta, si no es 100% necesaria la chaqueta, queda a discreción de la persona si la utiliza o no”, sentencia Alan.