Muchas veces, las personas tenemos la sensación de que el día se nos hace corto. Levantarnos temprano, prepararnos para el trabajo, movernos en transporte público, ir a dejar a los niños al colegio, cuidar a nuestros padres/abuelos, hacer trámites, y un largo etcétera, son parte de las cosas que agitan nuestro cotidiano y nos hacen mantenernos en constante movimiento: atentas a las necesidades del resto.
Sin embargo, ese exceso de actividades, tanto en el mundo del trabajo formal, como en el ámbito doméstico y de cuidados, ha generado consecuencias en el bienestar personal. Así lo determinó un estudio realizado a fines de 2022 por Criteria, en conjunto con RedMad y Coca-Cola Chile. Y es que el sondeo reveló que la carga de trabajo doméstico y de cuidados, sumado al estrés laboral, dificultan la posibilidad de desarrollar un pasatiempo, tomar cursos para ampliar el conocimiento o cultivar relaciones sociales con amigos o familiares. Un hecho que se explica por la demanda de tiempo, energía y dedicación que requieren estas actividades, y que muchas personas -especialmente mujeres- no tienen en sus agendas.
Por ejemplo, un 82% de las mujeres encuestadas declaró su intención de tener hábitos más saludables (hacer deporte, dejar de fumar, alimentarse mejor), sin embargo, un 32% se sintió frustrada al no lograrlo (versus un 21% de los hombres). Algo similar pasó con los hobbies: un 66% afirmó su interés en desarrollar un pasatiempo, pero un 20% se sintió insatisfecha al no alcanzar dicho propósito (versus un 18% de los hombres).
Aunque siempre han sido parte fundamental para dar oxígeno a nuestro cotidiano, después de la pandemia, dedicar tiempo a hobbies y aficiones se ha vuelto algo primordial en el discurso social del autocuidado. De hecho, un 45% de los chilenos y chilenas declara realizar alguno, de acuerdo a la Data Chilenografía. “Y es que el estereotipo de persona que corre a la oficina, café en mano, pues sólo tiene tiempo para el triunfo laboral, ya no es el ícono del éxito. La posibilidad de hacer cosas que nos gustan, de dedicarles tiempo o incluso incorporarlas como descanso activo, es hoy una señal de buena vida”, dice La Chilenografía: Tendencias 2023, una investigación que pretende dar cuenta de la realidad del país y que evalúa las hipótesis más relevantes de los últimos 5 años.
“Hoy, las personas tienen bastante consciencia de que la vida no es solamente trabajar, ni estar abocados a la familia. Y antes del COVID no pensábamos así. Ahora nos hemos dado cuenta de que el tiempo es un recurso escaso que debemos, en la medida que se pueda, administrar con eficiencia para hacer cosas que nos gusten y motiven. Sin embargo, al llevar esto a la práctica, hay diferencias de género dadas por el hecho que las mujeres tienen menos tiempo disponible, a raíz de la carga de tareas domésticas y de cuidado que les deja poco margen para su desarrollo personal”, afirma Maribel Vidal, vicepresidenta de REDMAD.
Este fenómeno fue conceptualizado como ‘pobreza del tiempo’ en 1977 por la autora Claire Vickery; y desde entonces, se entiende como la escasez de espacios disponibles para descansar o disfrutar del ocio, a causa de la carga de trabajo remunerado o doméstico. Según datos de la Fundación Sol, un 53% de las mujeres que trabajan remunerada y no remuneradamente son pobres de tiempo, versus el 36% de los hombres. “Es decir, más de la mitad no tienen tiempos mínimos suficientes para dormir, asearse y tener ocio necesario”.
Para Elisa Ansoleaga, directora de Investigación Facultad de Psicología UDP, lo preocupante de esto no solo tiene que ver con que se restringen posibilidades de desarrollo personal, sino que se limitan los necesarios momentos de descanso y recuperación. “Hay que ir un paso más atrás, porque no es que las mujeres no tengan tiempo de ocio, sino que muchas simplemente no tienen tiempo básico de descanso en relación a su carga global de trabajo que es de cuidados, doméstico, productivo y de enseñanza. Hay que considerar que el organismo todo el día está en proceso de activación para dar respuesta a situaciones que son estresantes, que requieren de concentración, atención, memoria o procesamiento de información rápida. Entonces, tener esos momentos, es necesario”, dice la especialista.
Además, puntualiza que, por la distribución de ocupaciones y división sexual del trabajo, las mujeres históricamente han asumido labores que implican una mayor demanda emocional como pasa en el caso de educadoras, personal de salud o quienes trabajan en el sector de servicios. “Entonces llegan tan reventadas a la casa que, aunque tengan tiempo, su agotamiento es tan grande que hacer una actividad o involucrarse en un hobby se vuelve difícil. Es mucha energía la que hay que poner para eso”, sostiene Ansoleaga.
Es por eso que volcar la mirada hacia la organización del trabajo y las labores del hogar es fundamental para revertir este escenario. Ahí las empresas e instituciones públicas tienen mucho que hacer y decir, indica Maribel Vidal. “Tienen una responsabilidad en facilitar la conciliación trabajo-vida privada. Y si bien se deben generar políticas para poder abordar este aspecto, el rol de líderes es fundamental para dar el ejemplo. Porque si tú le dices a los trabajadores que practiquen hobbies o se involucren en la crianza, pero pones reuniones después de las 6 de la tarde, no sirve de mucho. Se manda un mensaje contradictorio. Debe existir una cultura donde se valore este equilibrio porque, si no se toma consciencia, las empresas van a empezar a perder talento. La gente ahora privilegia este tipo de cosas al momento de emplearse, incluso más allá del sueldo”, dice Vidal y concluye: “Lo bueno es que se están abriendo nuevas conversaciones que son muy positivas porque van en la línea del desarrollo integral del ser humano”.