En Chile un 6,2% de la población sufre de depresión según la última Encuesta Nacional de Salud elaborada por el MINSAL. Y hasta un 15,8% de los chilenos podrían padecer esta enfermedad sin estar formalmente diagnosticados.
Esta tendencia se replica con mayor intensidad en otro segmento de la población: los adultos mayores. De acuerdo con información recopilada en 2021 en un estudio del Observatorio del Envejecimiento de la UC, casi un 40% de los chilenos +60 sufre de depresión y más de la mitad vive con un trastorno de ansiedad. El Senama identifica la depresión, la demencia y los trastornos de ansiedad como los problemas de salud mental más prevalentes en la población mayor.
Y es que cuando llegamos a esa etapa de la vida adulta en la que nos vemos completamente inmersos en el mundo laboral y las responsabilidades familiares, la jubilación y el retiro se visualizan como una especie de futuro idílico. Sin embargo, el tiempo avanza y las cosas cambian. Nuevas nociones sobre la vejez van permeando nuestra concepción sobre esta fase de la vida. Y finalmente, cuando llegamos a la meta y nos toca entrar de lleno en la tercera edad, el brillo de esos años dorados de ensueño para dedicarnos a todo lo que hemos postergado pareciera desaparecer.
La psicogeróntologa de la Escuela de Psicología de la U. De Valparaíso y miembro de Gerópolis Patricia Bustos cuenta que en su experiencia clínica en nuestro país las enfermedades de salud mental más prevalentes entre los adultos mayores son trastornos adaptativos de conducta, depresión y demencias. Y si bien existen patologías que tienen una raíz endógena o son propias del desgaste físico que se produce a medida que avanzan los años, en muchos casos los trastornos de ánimo obedecen a causas externas que tienen que ver con nuestras ideas preconcebidas de cómo nos afecta la vejez.
Patricia explica que existen muchísimos prejuicios en torno a la vejez y que son de variada índole. Aclara que estos se observan de forma transversal en todas las generaciones incluso en los propios adultos mayores. “Se cree que las personas mayores tienen disminución de la libido sexual; las personas mayores no tienen nada que aportar dado que son improductivas; las personas mayores son dependientes o son una carga”, explica la especialista. Además, agrega que otras concepciones prevalentes respecto de las personas viejas tienen que ver con su ánimo y su disposición frente a la vida y los demás. “Se asume que siempre tienen mal genio, que son solitarias e inflexibles”. Y si bien existen nociones positivas, como el que las personas de mayor edad han acumulado más conocimientos y poseen una sabiduría inherente a la experiencia, estas cualidades positivas se anulan con otras creencias profundamente arraigadas como que no son capaces de aprender nada nuevo. “Esto es completamente ilógico porque hoy sabemos que la capacidad adaptativa y plasticidad de nuestro cerebro es inconmensurable”, aclara Patricia.
Nuestras creencias respecto de lo que nos espera en la vejez no solo pueden ser una forma de discriminación sino que también impactan directamente en cómo enfrentamos esta etapa de la vida cuando nos toca vivirla. “Si mi comprensión de la vejez y la comprensión familiar de ella tiene que ver con un adulto dependiente que no puede salir solo porque no va a saber hacer algo, por ejemplo, va a contribuir a crear un ambiente de dependencia e inseguridad en el paso al proceso de vejez”, explica Patricia.
Organizaciones dedicadas a la promoción de la salud como la OMS, han identificado la importancia que tiene lograr resignificar la vejez. El organismo internacional ha reconocido el concepto de envejecimiento exitoso —acuñado por los especialistas John Rowe y y Robert Kahn a fines de la década del noventa— como un pilar fundamental. La OMS explica que “envejecer de manera saludable significa ser capaz de hacer durante el máximo tiempo posible las cosas a las que damos valor”. Y para eso, las personas podemos prepararnos y construir una vejez exitosa. Porque la realidad es que la vejez está lejos de ser una condena. Se trata de una fase vital profundamente heterogénea que, al igual que cualquier otra, se vive de manera única en cada persona. “Creo que la vejez es un proceso que debería ser construido en todo ámbito”, explica la psicogerontóloga Patricia Bustos.
Patricia explica que un primer paso para construir nuestra propia vejez en los términos que eso implique para cada persona, es poner atención a la salud física y mental desde antes. Agrega que también cuidar los vínculos con los demás es un punto clave en una fase en la que naturalmente, poco a poco, el número de personas que conforman el círculo social disminuye. “Es importantísimo ampliar el espectro social de relaciones afectivas”, explica. La psicóloga recomienda decidirse a explotar todos esos intereses y hobbies que alguna vez pospusimos con la idea de desarrollarlos en la vejez. “Asistir a clubes de baile, clubes de viaje, ejercicios, clubes de lectura, de manualidades. Exploten sus intereses y hobbies, pero siempre en grupos de personas”. Además recalca la importancia de erradicar la creencia de que los viejos ya no son capaces de aprender algo nuevo. “Es importante que aprendan cosas nuevas, nunca es tarde para aprender. Si te interesa el violín, anda y toma clases”, comenta.
“La vejez es hoy sinónimo de enfermedad”, explica la psicogerontóloga de Gerópolis. Pero, en realidad, pareciera ser que el vivir por años con ideas preconcebidas sobre lo que implica ser viejo es lo que nos condena a una vejez llena de limitaciones. Más allá de las patologías propias de la edad, el cómo vivimos la vejez sigue siendo un reflejo de quienes somos como individuos. “Si entendemos la vejez como un ciclo más de la vida, entenderemos que, con ciertas precauciones, la vida del adulto mayor seguirá su ciclo”, explica Patricia. Y ese ciclo sí puede ser la edad de oro que muchos han esperado pacientemente.