El verano invita a usar ropa corta, pero muchas veces preferimos no mostrar las piernas porque la celulitis, esa molesta retención de líquidos, nos lo impide.

Entre el 80 y el 90% de las mujeres posadolescentes se ven afectadas por ella, y su existencia solo afecta el cuerpo a nivel estético. Quienes tienen celulitis no están enfermas, y no hay nada malo con tenerla.

Hace 50 años la celulitis no era tema y no existían ni tratamientos ni productos que prometían eliminarla porque, simplemente, no era vista como un problema. Según el libro Political Correctness: A History of Semantics and Culture, a comienzos de los 60 la sociedad decidió que referirse a las personas como gordas era políticamente incorrecto, por lo que comenzaron a hablar de obesidad, traspasando el prejuicio a la enfermedad. Así, en 1968 nació un nuevo tecnicismo, cuando Vogue imprimió, por primera vez en una revista en inglés, la palabra celulitis refiriéndose a ella como algo que había que solucionar. Esto se ha mantenido pese a que desde 1978 el Diario de Cirugía Dermatológica y Oncológica se refiere a ella como una "enfermedad inventada".

Condé Nast no creó la palabra, la tomó prestada de la cultura francesa. El término nace desde la medicina, donde se habla -correctamente- de una inflamación o infección de los tejidos. Pero en 1933, el semanal Votre Beauté publicó el primer artículo refiriéndose a la celulitis como la retención de líquido que hace que la piel tenga aspecto de naranja. Y aquí un dato interesante: previo a su publicación no hay pruebas sobre la existencia de ningún producto para prevenirla ni eliminarla.

No importa cuánto dinero gastemos, no se elimina. Sí se puede reducir o quitar temporalmente, y una manera de hacerlo es siguiendo una alimentación balanceada, procurando mantener un peso saludable y evitando la vida sedentaria. Simple y sin trampas. Y no olvidar que uno de los principales factores que favorecen la aparición de piel de naranja es uno del que no podemos escapar: la genética. La dermatóloga de Clínica Universidad de los Andes, Pilar de la Sotta, asegura que es por eso que muchas veces vemos a mujeres delgadas o de aspecto atlético con piel de naranja. "Afecta, en su mayoría, a la mujer porque tiene relación con la manera en que la grasa está distribuida en su cuerpo", explica. Y así como los hombres tienden a acumular tejido adiposo en el abdomen, las mujeres lo hacemos en muslos, glúteos y caderas".