Terrorismo, guerras, hambre, corrupción: el mundo parece ser un interminable catálogo de desastres. Y aun así, en medio de este Armagedón, la industria de la moda continúa en crecimiento, generando cifras multimillonarias. Por cierto, no todas las historias son felices y siempre hay casos de cierres y fracasos, pero si algunos de sus actores quedan en el camino, los más ágiles y sagaces, los que se adaptan a los nuevos modelos, tienen todas las chances de triunfar.
¿Cuáles son estos nuevos modelos que la industria hoy en día no puede ignorar? Según el último y exhaustivo informe anual de The State of Fashion, publicado por McKinsey&Co. (la más grande de las consultoras internacionales) y Business of Fashion (sitio de referencia internacional sobre negocio de la moda), toda marca que desee imponerse o simplemente sobrevivir debe invertir en mejorar su productividad y resistencia, adoptar el comercio digital, tomar una posición activa en lo que se refiere a transparencia y sostenibilidad, satisfacer las exigencias del consumidor y animarse a 'autoalterarse'; es decir, a olvidar su propia identidad y las fuentes de sus éxitos pasados para conquistar a la nueva generación de clientes, poco adepta a la fidelidad. Nadie puede descansar sobre sus laureles
Según el informe, en el año 2019 la industria registrará un crecimiento de entre el 3,5 y 4,5 por ciento, ligeramente menor que el aumento asentado en 2018, pero aumento al fin. El segmento más optimista es el del mercado del lujo, y no es por nada: el 97% de los beneficios de toda la industria lo obtienen veinte compañías, muchas de las cuales pertenecen a esta fracción, entre ellas LVMH, Hermès, Richemont, Kering, Michael Kors y Burberry, pero también Inditex, Nike, Adidas y H&M. Las tres primeras -Inditex, LVMH y Nike- duplicaron sus beneficios (9000 millones de dólares entre las tres) en los últimos diez años.
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1. Tommy Hilfiguer / 2. Balmain / 3. Valentino[/caption]
La 'autoalteración' a la orden del día
El éxito de las marcas de moda, y de las casas de lujo en particular, se debe en parte a su herencia, o como suele decirse ahora, a su ADN. Pero si bien esto sigue siendo una ventaja, ya no es suficiente y por ello la 'autoalteración' (self-disruption) es una de las principales tendencias que impactan la industria. Esto explica que Dior se haya convertido en una marca feminista bajo la guía de Maria Grazia Chiuri. O que en Balenciaga los hombres y mujeres oversize de Demna Gvasalia hayan reemplazado a las niñas en camisolas de seda de Alexander Wang, como este a su vez había reemplazado a las chicas arty de Nicolas Ghèsquiere. O que en Céline, Hedi Slimane haya deshecho de un plumazo la imagen de la mujer elegante y minimalista pacientemente construida por Phoebe Philo para reemplazarla por la de una chica super-cool. Cuando las ventas no responden, las medidas suelen ser contundentes; es decir, se pone al director artístico de patitas en la calle. Un claro ejemplo de director artístico (DA) desechable es Lanvin (perteneciente al grupo chino Fosun Fashion), que esta temporada presentó a su cuarto diseñador en cuatro años.
Por eso las fashion weeks, y en particular la parisina, por su amplitud y su influencia, no son meras vitrinas de los caprichos de un DA, de una diseñadora o de una marca. El inmenso show de moda que durante nueve días toma los sitios más icónicos de la ciudad -Dior en el Museo Rodin, Chanel en el Grand Palais, Lanvin en el Museo Cluny, Saint Laurent al pie de la torre Eiffel, Céline en los Inválidos- puede parecer un circo con sus influencers y sus celebridades descendiendo de sus lujosas limusinas ante el revuelo general, los besos en el aire y las centenas de desconocidos intentando atrapar la atención de los fotógrafos en vestimentas inverosímiles. Pero la fashion week no es un circo, es un negocio.
En Francia, durante nueve días, diarios, TV, blogs, Instagram y sitios especializados en moda viven a su ritmo. Seducir a las cronistas (en general mujeres) -profesionales y amateurs- tiene una importancia vital, pues ellas son las encargadas de transmitir su entusiasmo ya sea con una explicación erudita o un simple "¡me encantó!". Y de ello depende el éxito de una nueva it bag o de un nuevo modelo de botas, que no solo garantizarán una importante cifra para la casa y para el grupo del que forma parte, sino, adicionalmente, la supervivencia del propio creador.
Algunas historias de moda
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1. Céline / 2. Dior[/caption]
Además de proponer una pieza o un look clave, el DA también debe crear una historia para dar un sostén 'ideológico' a su colección. Estas son algunas de las que poblaron esta temporada: María Grazia Chiuri, DA de Dior, afirma haberse inspirado en una visita a la exposición Christian Dior: Designer of dreams, en el museo V&A de Londres, que destaca el amor del modisto por Gran Bretaña y el de esta por él. Como prueba: en 1951, para su 21 cumpleaños, la princesa Margarita lució un vestido Dior. "Margarita siempre fue la princesa rebelde. Elegir a Dior y no a un diseñador británico en aquella época era una rebelión. Y eso me hizo pensar", explicó Chiuri. Resultado: referencias a los años 50, mucho escocés y, por supuesto, el toque feminista en una camiseta que dice 'Sisterhood is Powerful' ('La hermandad es poderosa').
Bruno Sialelli, de Lanvin, encontró inspiración en los archivos de la casa. "Allí descubrí que Jeanne Lanvin era una exploradora, que recorrió Europa del Este y Oriente Medio, donde encontraba gran cantidad de telas y accesorios". En consecuencia, su colección 'Mystic Pilgrims' (Peregrinos Místicos) propone abundantes tejidos de punto de lana, collares y corazas, tartanes y sedas estampados.
Betty Catroux, íntima amiga de Yves Saint Laurent, quien con sus amplias hombreras ochentosas y sus infaltables gafas negras inspiró al maestro, también sedujo a Anthony Vaccarello, DA de la marca. Vaccarello mezcló muchos de los looks clásicos de Saint Laurent, desde el esmoquin femenino hasta los bordados étnicos, y agregó, como novedad, unos shorts bombachudos 'medievales' con lentejuelas, por cierto una apuesta riesgosa.
Oficialmente, Chloé rindió homenaje a Karl Lagerfeld, quien fue diseñador de la casa en los 70 y 80, y algunos de los looks que propuso evocaron al alemán. Las chicas Chloé desfilaron en vestidos de camisa de toile de jouy y abrigos cruzados boyfriend de cuero, pero la pieza a retener fueron los originales pantalones skinny que se ensanchan en el tobillo.
Para su segunda colección para Céline, Hedi Slimane afirma haberse inspirado "en las bellas mujeres de Saint Germain". Slimane, dejando atrás el look minifaldero de la primera, apostó por un clasicismo moderno: la falda plisada o pantacourt bajo la rodilla con un delgado cinturón fueron el corazón de esta colección, formal y a la vez sexi. Hedi los combinó con chaquetas aviador oversize, cárdigans de lentejuelas de oro, chaquetas de béisbol o chaquetas de motero con cierres descentrados. El look jean y botas corsario se anuncia como un best seller.
Olivier Rousteing creó para Balmain una mujer "rebelde, fuerte y peligrosa", que "atrae como una rosa pero cuyas espinas pueden lastimar". Traducido a moda, significó mucho cuero, mucho negro y muchos clavos, especialmente en los zapatos.
La poesía fue la fuente de inspiración de Pierpaolo Piccioli para su colección "Valentino in love" para Valentino. Pero lo que la temporada retendrá seguramente serán las imágenes de esculturas clásicas de amantes entrelazados impresas en vestidos y blusas y el sombrero cono (muy Audrey Hepburn), el hilo conductor de una colección muy refinada.
Jacquemus propuso esta temporada unas minicarteras que 'derritieron' a las cronistas. El francés afirma haber buscado -y encontrado- inspiración en los filmes de Jacques Demy (Las señoritas de Rochefort) y en las calles de Capri y Portofino. Terriblemente chic.
Tommy Hilfiger, que desfiló en París por primera vez con la colección codiseñada con la cantante y actriz Zendaya, ofreció un show inspirado en los 70. Mucho strass, mucho lúrex, pantalones de cuero negro super-slim, música disco, peinados afro y modelos de tallas grandes, para terminar con una aparición de la mítica Grace Jones. ¡Eso se llama espectáculo!
En el desfile de Chanel -el primero tras la muerte de Karl Lagerfeld- hubo lágrimas durante un conmovedor minuto de silencio. El blanco (color del luto en algunas culturas) estuvo omnipresente en el decorado de estación de esquí así como en la colección, acompañado sobre todo de gris y negro y algunas esporádicas notas de color. Abrigos largos, superposiciones, tweed, cadenas… todo el universo de la maison estaba allí, ahora en manos de Virginie Viard. Pero antes de irse Karl dejó dos 'imprescindibles' para el invierno: botas de trekking y leggings en tweed cortados en la rodilla. Un maestro.
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1. Yves Saint Laurent / 2. Lanvin[/caption]