Conectar con los hijos no es fácil, al contrario, muchas veces es desafiante, aún más cuando la rutina, los deberes y el cansancio nos desconectan de ellos y nos alejan de las instancias para cultivar esa intimidad que tanto nos gustaría tener. Aunque los padres y madres intentan hacer lo mejor que pueden y se preocupan, por ejemplo, de preguntarles cómo les fue en su día, a veces, la conversación no fluye y es frustrante. Pero no todo está perdido: podemos desarrollar una comunicación genuina y profunda utilizando ciertas técnicas. Acá, una especialista, una madre y una hija nos cuentan cómo.

Daniela Elgueta (19) describe a su mamá como su amiga del alma. Es a ella a quien primero recurre cuando le pasa algo, tiene una duda o sólo quiere hablar de su día. Fue ella también la que, a lo largo de su niñez y de manera consistente, le prestaba una oreja y no la juzgaba cuando se había sacado una mala nota en el colegio, estaba confundida respecto a una relación amorosa o tenía pena. La comunicación durante su crianza, dice su mamá, Mónica Salinas (52), ha sido clave para mantener esta cercanía entre ella y sus hijos.

“Siempre soñé con ser la mamá presente y que está en todas porque cuando fui niña no tuve a esa mamá. Si bien me tocó una que fue un amor, teníamos una diferencia de edad demasiado grande, entonces más que una mamá, la veía como una abuelita. Nunca pude contar mucho con ella porque además estaba enferma, entonces no tuve esas conversaciones donde puedes ser escuchada, ni tampoco se dio el espacio para hacerle todas esas preguntas que una tiene cuando es niña. Y eso, no lo quería para mis hijos, así que con mucha intención cultivé esta relación muy comunicativa con ellos”, cuenta Mónica.

Las conversaciones más genuinas, profundas y que nos permiten conectar con nuestros hijos se pueden lograr si es que desde que son pequeños, establecemos un vínculo seguro y de confianza, dice la psicóloga Débora Balbaryski (@mama_psi.co.criando), experta en temáticas de maternidad y puerperio. “Es importante enseñarles a nuestros hijos que a través de la palabra nos comunicamos. Para esto, es clave que como adultos seamos sus modelos, propiciando espacios para conversar en familia donde cada miembro pueda tener lugar para hablar y para escuchar”, asegura.

Estrategias prácticas para conectar

A la hora de conversar, recomienda la especialista, “es fundamental que no hagamos preguntas cerradas, cuya respuesta sea sí, no, bien o mal. Podemos escoger preguntas como: ¿qué fue lo más divertido que hiciste en el día? Si pudieras ser un animal, ¿cuál serías?, pues nos permite conectar con su mundo interior.

Empezar nosotros como adultos contándoles de nuestro día, historias o recordando anécdotas familiares colabora a que los niños puedan ir incorporando esta dinámica. En estas instancias evitaría la presencia de pantallas, tanto para niños, como para adultos. Aquí, la coherencia es clave. No podemos decirles que no vean televisión mientras nosotros vemos nuestros celulares.

Para incentivar la conversación sería bueno poder gestionar algún momento del día que pudiera ser compartido sin distractores. Incluiría lo lúdico, preguntas diferentes e invitaría a que los niños pudieran hacerles preguntas a los adultos. Eso sí, un mal momento para conectar es apenas salen del colegio. Allí su cerebro está en un estado de descanso. Muchas veces se pone en juego la ansiedad de los adultos por querer saber, pero si esperamos un poco para hacerles todas las preguntas que les queramos hacer, la conversación probablemente fluya mejor”, dice Débora.

En base a la experiencia que ha tenido con sus dos hijos, Mónica dice que lo más importante ha sido aceptarlos como son y no dejar pasar nunca la oportunidad cuando te quieren decir algo. “Para conectar, yo creo que lo más trascendental en nuestra relación ha sido escucharlos, incluso cuando son chiquititos, entendiendo que lo que dicen no es una tontera, sino que es su opinión y que a medida que van creciendo, va cambiando.

Aunque en nuestras conversaciones intento adecuarme a sus tiempos y a cómo son las cosas ahora, siempre los llevo a la realidad con consejos basados en la experiencia que me ha dado la edad. Ahora que son grandes, toman sus propias decisiones y viven nuevas experiencias de manera independiente, es muy lindo darse cuenta de que lo has hecho bien. Y se nota porque se manejan bien con eso que les pasa”, cuenta.

Los peligros de una amistad sin autoridad ni respeto

Si bien es importante tener una relación cercana y amorosa entre padres e hijos, es igualmente importante establecer límites claros y tener roles definidos. Si la relación se acerca demasiado a una amistad, pueden surgir ciertos peligros, dice la especialista Débora Balbaryski. Y es que cuando las mamás o papás hacen difuso el límite entre esta intimidad y una amistad, pueden perder algo de su autoridad.

“Cuando esto ocurre, los hijos pueden sentir que no tienen que seguir las reglas o que no tienen que tomar en serio las preocupaciones y consejos de sus padres. Al sentirse como una amistad, a veces son los adultos los que inconscientemente plantan la exigencia de que actúen y piensen como ellos, algo que puede ser muy confuso para los niños, quienes necesitan guía y dirección, y no siempre tienen la experiencia ni madurez necesarias para tomar decisiones importantes por sí mismos”, asegura.

Que tu mamá sea tu confidente y mayor consejera podría hacerte olvidar que la responsabilidad de esa amiga que tan segura te hace sentir es, en realidad, velar por tu bienestar y tomar decisiones pensando en tu mejor interés. El límite se torna difuso, pero Daniela ha tenido siempre muy claro que aunque sienta que su mamá es su mejor amiga, no puede perder el respeto por ella porque “la mamá aunque buena onda, ante todo, siempre será la mamá”, concluye.