Paula 1182. Sábado 29 de agosto de 2015.
"Cuando cumples cierta edad en televisión solo te dan personajes de arroz, o sea, de acompañamiento. A veces me han tocado personajes que son bien arroz y blanco más encima, ni siquiera alcanza para paella; pero es también una oportunidad para que uno le saque punta al personaje y lo haga tan bien como un protagónico. Por ejemplo, cuando hago de nana, rol que hago con orgullo, siempre trato de darle una vuelta distinta porque si no, los textos no te dan para nada. Conozco actrices que por contrato no hacen de nana. Jamás he visto gente más tonta que esa".
"Tengo 66 años pero me cuesta decirlo. Soy de la tercera edad. Creo que los años son solo números y me da lata que apenas pasas los 60 te asocian a un desgaste. Yo todavía me siento joven y con pilas para rato. Acabo de terminar de filmar la película Y de pronto el amanecer, de Silvio Caiozzi, tengo varios proyectos de cine y teatro en carpeta y como decana de la Facultad de Artes de la Comunicación de Uniacc casi no me alcanza el tiempo, pero me sobra energía".
"'¿Qué vamos a tener a estas viejas aquí?', se preguntaron los canales grandes antes de que UCV TV se atreviera a hacer Los años dorados. Es que los viejos no venden y se nos posterga. Por eso creo que Los años dorados y Fabulosas Flores, de Red TV, vienen a reivindicar el rol de la mujer adulta. Con estos programas hemos demostrado que no solo existe una tercera edad, sino que también una cuarta edad, igualmente activa. En Chile se valora poco a los que pasaron los 60, ignorando lo productivos que todavía somos y podemos llegar a ser".
"A mis alumnos les enseño el valor social que tienen las artes y les digo que valoricen su trabajo, porque existe una concepción errónea de que las artes deben ser gratis".
"No envidio la plata, sí la vocación. Tanta gente de farándula incursionando en las tablas por plata me hace pensar que hoy todo se rige por don dinero. Lo que me aterra es que la gente vaya a ver ese tipo de teatro y que los medios difundan solo esas obras, porque eso vende. Jamás he sentido envidia de esa gente, porque ni las pechugas ni la nariz respingada podrán darles jamás una vocación verdadera".
"'No paguen la escuela porque quieren ser famosos, no gasten su plata', les digo a muchos cabros que llegan a estudiar Teatro. No me puedo hacer cómplice de que alguien no venga a estudiar seriamente lo que yo amo y respeto con pasión. A mis alumnos les enseño el valor social que tienen las artes y les digo que valoricen su trabajo, porque existe una concepción errónea de que las artes deben ser gratis. Nunca me voy a olvidar lo que decía la actriz Anita González cuando una vez su carnicero le dijo: '¿Cuándo me va a dar un par de entradas?'. Y ella le respondió: 'Cuando usted se raje con el filete'".
"'No mijita, por ningún motivo usted va a estudiar Teatro', me dijo mi mamá. Le aterraba que una niñita de familia decente se metiera a ese mundo. Por ella, yo debía ser abogada y me hizo prometerle que si me iba mal, debía estudiar otra cosa. A los 17 años, cuando estaba dando los exámenes de admisión en la Universidad Católica, ella murió de cáncer al páncreas. No quería que nadie se enterara, porque pensaba que iba a quedar por lástima. En la misa no lloré nada, no señor, que no se notara pobreza. Quería protegerme y pensé: 'Esto es lo que me tocó y ahora debo hacérmelas sola no más'. Es que yo soy medio rara. Mi historia podría ser melodramática, pero yo la encuentro entretenida. Es que me río de la vida".
"Nunca tuve hijos. Me casé con un ingeniero argentino y nos fuimos a vivir a Buenos Aires el 73, antes del Golpe. Tratamos de embarazarnos y estuve mucho tiempo en tratamiento. Curiosamente, nunca me hicieron el examen de tiroides, que años después vine a descubrir que era la razón de por qué no pude tener hijos. Creo que todas las cosas pasan por algo y que la naturaleza es sabia. Si hubiese tenido hijos, no podría haber vuelto a Chile. Volví en el 82, sola, sin marido. Yo misma pagué la nulidad del matrimonio".
"No me conflictúa estar sola. Tengo amigos maravillosos, aunque no muchos, porque soy muy selectiva y a mi mundo privado no entra nadie. Vivo sola en el campo, en Lo Arcaya, y allá llega algún sobrino de vez en cuando. Tengo cinco perros que adoro, ovejas, gallinas y caballos. Amo los animales y por mí tendría un zoológico entero. Soy de las que ve una araña y la saca para afuera. Estar en la naturaleza y admirar su belleza me fascina. No necesito nada más que eso y el teatro para ser feliz. Y sí que lo soy".