Una película que parece un milagro. En 1991, en medio de una industria del cine totalmente masculinizada, donde el éxito de taquilla venía de la mano de películas como Terminator 2 o Cabo de miedo, un roadtrip escrito y protagonizado por mujeres llega al ranking de las más vistas. Dos amigas, Thelma y Louise, insatisfechas y cansadas del tedio de su rutina, comienzan un viaje de desconexión que se convierte pronto en una fuga hacia México tras asesinar a un hombre que intenta violar a una de ellas. Pero más que dos fugitivas, son dos mujeres buscando la libertad, que se rebelan ante la opresión masculina. Una libertad que solo encuentran en la única alternativa que les deja la época: la muerte.
A pesar de haber sido dirigida por el cineasta británico Ridley Scott, el guion original lo hizo una mujer, Callie Khouri. Debutante en la industria, logró algo inusual para la época; ganar un Oscar por su trabajo. Y eso que la película estuvo a punto de no ser filmada, por la resistencia de los productores a apostar por una historia que hacía quedar tan mal a los hombres y que les daba armas a las mujeres para defenderse de ellos. Sin embargo, la impactante acogida del público sorprendió a la industria y a su vez probó que una película protagonizada por mujeres no necesariamente es una “película de mujeres”, como se les llamaba despectivamente. Thelma y Louise se convirtió desde entonces en un clásico moderno y en una película de culto feminista. A 30 años de su estreno, cinco mujeres -una actriz, una guionista, una cineasta, una periodista y una escritora- miran con perspectiva aquel filme y sacan en limpio las lecciones feministas que nos dejó.
La amistad va primero
“Lo que más me marcó de esta película es el homenaje a la amistad”, dice la periodista y escritora Lenka Carvallo. “Una amistad sin competencias, sin fracturas ni envidias, como entonces se solía representar en la industria a los vínculos entre mujeres”. Este elemento, de hecho, la lealtad profunda entre Thelma y Louise, que las lleva incluso a ser capaces de matar para salvar a la otra, es lo que más le agradeció al guion la misma Susan Sarandon en una entrevista que dio tras veinticinco años del estreno: Por fin se daba a entender en el cine que las mujeres no teníamos que ser necesariamente rivales. Una avanzada del concepto de “sororidad” que recoge la ola feminista actual. “A ellas las guía el apoyo incondicional, más allá de sus claras diferencias”, dice Lenka. “Entonces la palabra sororidad no existía y, sin embargo, eso era”.
El cuestionamiento al amor romántico
Otro elemento vanguardista de la película fue el dejar de establecer el amor de pareja y la llegada de un hombre como la salvación de una mujer y el epítome de su felicidad. Todo lo contrario: El marido de Thelma, un hombre violento que la tiene de esclava doméstica y que es capaz de llegar a las últimas consecuencias antes de permitir que lo abandone. El novio de Louise, por otra parte, el clásico hombre evitativo que se niega a asumir un compromiso. “Recién cuando Louise literalmente le dice que se va del país, él le pide concretar la relación en un lazo matrimonial. Afortunadamente Louise era más astuta que eso”, recuerda la guionista Lula Almeyda. Incluso uno de los galanes de la película, Brad Pitt, a parte de una noche de placer para Thelma, no responde a ninguna fantasía romántica para ella. Al contrario, él termina robándose todo su dinero.
No es no
Una de las escenas más duras de la película, y aquella que le da un giro a la historia, es el intento de violación de Thelma. Luego de bailar con un tipo en un bar, él la acompaña afuera a tomar aire porque está borracha y se siente mal. El tipo aprovecha su estado para aprisionarla contra un auto e intentar violarla, pero su amiga Louise lo detiene con una pistola. “Lo estábamos pasando bien” le dice el tipo a Louise, a lo que ella responde: “De aquí en adelante cuando veas a una mujer llorar así, en ningún caso lo está pasando bien”. Veinticinco años antes del movimiento #Metoo una mujer saca la voz por todas. Es una de las lecciones centrales que la actriz Blanca Lewin saca de esta película. “Lo impresionante de volver a verla es pensar en los discursos actuales sobre consentimiento; Louise predice este futuro”. Así también, en la película no solo se habla del consentimiento sino también de otro tema que recoge el feminismo actual: El juicio que se le aplica a aquellas mujeres que se atreven a denunciar a sus abusadores. “Nadie te va a creer. Bailaste con el tipo toda la noche, nadie te creerá, no es ese el mundo en el que vivimos” le dice Louise a Thelma tras el ataque. “Qué ganas de ofrecerle a todas las Thelmas un mundo en el que no se las ponga en duda jamás por el solo hecho de ser mujeres”, reflexiona Blanca Lewin.
¿No hay justicia para las mujeres?
Algo que fue criticado de la película en su época era que una mujer se vengara de su violador matándolo. Mientras Arnold Schwarzenegger mataba a medio mundo en Terminator 2, la crítica se enfocaba en el crimen de Louise. Pero, aunque fuera políticamente incorrecto ¿No era esa la única forma de justicia para una mujer? “Hay una sensación de justicia cuando Susan Sarandon le dispara al violador”, dice la cineasta Marialy Rivas. La misma sensación que siente cuando ambas persiguen a un camionero que las acosa sexualmente. “Tengo el recuerdo de ese camionero cochino, es una experiencia que a todas las mujeres nos toca de cerca”. Thelma y Louise lo acorralan armadas para obligarlo a pedir perdón y, al negarse, deciden hacer explotar su enorme camión a disparos, como quien se arremete contra todo un sistema. Porque a veces hay que hacer arder al patriarcado.
Una mujer tiene derecho a disfrutar de su sexualidad
A parte del emblemático final, el otro elemento que pasó a la historia en esta película y que se recuerda tras 30 años, es la aparición de un Brad Pitt muy joven y sin polera haciéndole la demostración de un robo a Thelma con sus pectorales brillando. Dicen que el propio Robert Scott le roció agua en los pectorales para subirle el tono a la escena y poder lograr algo que poco se veía en el cine; la erótica desde la perspectiva de una mujer. “Es una historia de liberación sexual. El personaje de Thelma –dice Marialy- es la típica ama de casa que se casa a los 14 años y siempre ha estado con el mismo hombre, y de repente quiere entender lo que es el sexo y la diversión”. Al contrario de lo que estamos acostumbrados, aquí es el hombre el que se cosifica y la mujer la que lo observa con deseo. Y a pesar de que a la mañana siguiente Thelma se dará cuenta de que aquel sexy Brad Pitt le robó todo su dinero, en vez de que la película lo haga pasar por un castigo por entregarse a su deseo, se da a entender que valió la pena y que ella tiene el derecho –sobre todo después de haber sufrido violencia sexual- a disfrutar libremente de su sexualidad.
La libertad, ante todo
‘I can’t go back’ le dice Thelma a Louise afuera de una estación de servicio, afirmándole a su amiga que algo cambió en ella y que volver a su vida de antes no es una posibilidad; simplemente no podría vivir. Una frase que adelanta el final impactante de la película: La caída libre del descapotable por un precipicio del Gran Cañón del Colorado. Este final, liberador para algunas y trágico para otras, tiene opiniones divididas. Lenka Carvallo piensa que no debió terminar así: “Siempre he creído que ése fue un gustito de los productores gringos. Si quieres liberarte, ok, pero la audacia en las mujeres se paga caro”. Marialy Rivas, a su vez, aunque le hubiese gustado que fuera distinto, de cierta manera lo entiende. “Uno hoy en día espera que los relatos sean menos castigadores y que logren conseguir algo a pesar de todo, pero creo que es bastante realista lo que esta película describe”. Para Lula Almeyda, por el contrario, este es el mejor final para ellas. “Para mí es más bien un final feliz, un final liberador. Ellas no mueren en ese final, ellas escapan de este mundo que no las entiende”. Así también lo defiende la escritora feminista Paola Molina: “Prefieren morir juntas que volver a ese sistema donde están sometidas a una estructura patriarcal. Ellas prefieren morirse porque ya descubrieron la libertad”.