Estas tres modelos nacidas y criadas en el calor de Brasil, herederas de la mítica Gisele Bündchen, son las nuevas reinas de la moda internacional. Con ellas regresan los cuerpos largos, de escasas curvas, y las facciones casi perfectas, sin rastros de exotismo.

→ MARCELLE BITTAR: Patito feo

Marcelle (Guarapuava, 1982) estaba convencida de que era fea –demasiado larga, demasiado carona– hasta que la invitaron a trabajar como modelo. "Cuando empecé, las modelos eran todas muy bronceadas y tenían el pelo largo, mientras yo estaba pálida y con el pelo corto. No tengo ojos azules ni boca grande. Además, era tan tímida que no me atrevía a viajar, incluso dentro de Brasil, sin una chaperona de la agencia. Me daba vergüenza hasta ponerme shorts. Me sentía el patito feo de la moda", cuenta en la revista brasileña Istoé Gente. Ni las espectaculares fotos que ha hecho para revistas como Vogue, Harper's Bazaar o Allure, ni las campañas publicitarias que hizo para Armani Exchange, Hugo Boss y Salvatore Ferragamo, ni la participación en desfiles de exigentes modistos como Cavalli, Dolce & Gabbana o MacQueen, lograron que Marcelle finalmente se reconciliara con su belleza. Ni siquiera el hecho de que la hayan nominado modelo del año en el ABIT Fashion Brasil 2001 pudo levantar su alicaída autoestima. Si hoy, a los 24 años, Marcelle puede decir que se considera "una persona maravillosa, bonita, atrayente y seductora" es gracias a los antidepresivos que ha reconocido tomar, y a varios años de terapia tres días a la semana. "Tuve crisis de pánico y una depresión profunda. Me costó mucho superar mi timidez, que me dio fama de malhumorada", confidencia, mientras habla de sus planes para el futuro: estudiar Periodismo, tomar cursos de Pintura o Piano, conocer más gente y, sobre todo, "ser una persona normal".

RAQUEL ZIMMERMANN: Top de tops

A diferencia de otras modelos brasileñas, que salen del mundo de la moda tan rápida y estrepitosamente como llegan a él, Raquel (Bom Retiro do Sul, 1983) ha logrado quedarse en la cima del modelaje internacional hasta convertirse en una verdadera reina fashion. La ayudan sus eternas piernas y su belleza, que combina características clásicas –180 cm de altura, pelo rubio, ojos azules– con una cierta dureza en los rasgos que añade una particular seducción a su mirada. Pero eso no es todo. Raquel supo que quería ser modelo a los 14 años y desde entonces planificó su carrera con una inteligencia y una mentalidad previsora poco común para una adolescente: se inscribió en una academia de modelos –cosa que pocas hacen– y, en lugar de encandilarse con la posibilidad de viajar para posar en cientos de fotos, optó por hacerse cargo de una sola campaña importante cada temporada; como lo hizo con Escada, Hermès y Prada. Así evitó "quemarse" en los medios y generó expectativas en torno suyo. Además, en el mundo de la moda se sabe que ella negocia como si fuera un gerente: "Quero lucrar, nao perder meu dinheiro", dice en el portal brasileño de Terra. Por eso cobra, sin arrugarse, unos cinco mil dólares por desfile.

LUCIANA CURTIS: Morenaza

Ver una foto de Luciana Curtis (São Paulo, 1976) a los 14 años es una sorpresa mayúscula: a esa edad, esta modelo –que tuvo el honor de suceder a Cindy Crawford como cara de Revlon, el 2001– usaba anteojos poto de botella y su boca tenía tantos fierros que apenas se le veían los dientes. Pocos esperaban que llegara a convertirse en la curvilínea y muy sexy morena de ojos verdes que es hoy. Luciana fue descubierta por la agencia Supermodels de Brasil –ahora pertenece al catálogo Ford– cuando paseaba por un mall y recién le habían quitado los frenillos; hoy, mantiene departamentos en Londres y Nueva York, posa para revistas como Elle, Harpers Bazaar, Cosmopolitan o I-D (es la segunda modelo brasileña que logra una portada en esta última publicación) y participa en todos los eventos de moda internacional de importancia. Pese a llevar diez años de carrera, nada parece detenerla: acaba de brillar en la última versión de São Paulo Fashion Week y posó para las apetecidas campañas de H&M y Emporio Armani. Hace poco llegó al altar de la iglesia anglicana de Saint Paul, en Londres, enfundada en un magnífico vestido de Alexandre Herchcovitch, para casarse con el fotógrafo Henrique Gendre. Las fotos dieron la vuelta al mundo.