La puerta de entrada de la casa de Sandra Godoy (ingeniera, 43 años) da hacia un pequeño mueble recibidor que tiene encima dos portarretratos: uno con la foto de ella y su hija Sofía en brazos, y el otro con la imagen de un niño rubio de unos cinco años. Ese niño hoy debe tener unos 27 años y de él Sandra solo conoce su tipo de sangre, sabe que mide 2,10 m, que es de raza causcásica, que no porta enfermedades de transmisión genética y que es el padre de su hija.
"Yo tengo la foto de su padre, cuando era niño, ahí, a la vista. No quiero ocultarle nada a mi hija", dice Sandra, resuelta, mientras muestra la fotografía. Esa imagen, cuenta, la obtuvo del sitio web de California Cryobank –uno de los bancos de espermios más conocidos en Estados Unidos, que comercializa semen de donantes en 35 países– cuando encargó seis muestras, hace tres años, para embarazarse con inseminación artificial. Fue el sexto intento el que resultó y de ahí nació Sofía, una pequeña de rizos rubios y hoyuelo en el mentón que tiene dos años recién cumplidos y vino a cambiarle la vida a su madre.
Sandra es una de las 1.221 chilenas que han comprado espermios en California Cryobank en los últimos cinco años: esa cantidad es la mitad de todas las ventas que el banco ha hecho en Latinoamérica en el mismo tiempo. Un récord. Porque, cuando se trata de comprar espermios, Chile lidera los rankings. "Enviamos espermios congelados de donantes a Chile más que a ningún otro país, exceptuando Israel", informa Scott Brown, director de comunicaciones de California Cryobank. La tendencia va en aumento: si en 2007 fueron 128 sus clientes chilenos, el año pasado fueron 255: un incremento de 100%.
En Santiago los especialistas reconocen que el fenómeno está instalado. En la Clínica IVI, un reconocido centro de reproducción asistida, las mujeres solteras que se inseminan con donantes crecen en 15% cada año. En la Clínica Monteblanco los doctores de la unidad de medicina reproductiva atienden a entre 20 y 25 mujeres solteras al año. Estos son los dos centros de salud que reconocen abiertamente que hacen el procedimiento con mujeres solas. En otras clínicas, como Las Condes y Santa María, señalan no realizar inseminación artificial con espermios comprados, mientras que en la Clínica Alemana, lo hacen pero solo a parejas en las que el hombre tiene un diagnóstico de infertilidad irreversible.
"Antes acá había una mesa de vidrio en el centro, pero la saqué porque Sofía podía pegarse. Ahora ella es prioridad. Nos cambiamos a esta casa hace recién dos meses ¡y ya las paredes tienen rayitas!", comenta Sandra, mostrando la nueva mesa que hay en el centro: diminuta, de plástico, junto a dos sillitas. Hasta los 40 años, Sandra se dedicó a trabajar, a perfeccionarse profesionalmente, a viajar, a juntarse con amigas. Durante ocho años tuvo pareja. "Hasta vivimos juntos, pero ninguno de los dos teníamos en nuestros planes tener hijos. Tal vez por eso nos llevábamos bien. Nos dedicábamos a viajar, a pasear", cuenta. Pero un año y medio después de terminar con él se encontró con una nota en internet sobre la posibilidad de que mujeres solteras se inseminaran con semen comprado en bancos.
"Cuando eres joven viajas, carreteas. Pero después te preguntas para dónde vas. Tenía mi casa, un sitio en la playa y me dije: 'Bueno, ¿qué pasa ahora? ¿Me quedo solo con mis perros?'. El saber que podía ser mamá sin esperar a tener una pareja, me hizo pensarlo en serio. Ya tenía 40 años y nunca tuve dudas de que podría hacerme cargo sola", comenta. Hoy, Sandra está haciendo un nuevo intento de inseminación con donante. Quiere un hermano para Sofía.
Sin pareja, también puedo
Las primeras veces que el doctor José Balmaceda, jefe de docencia de la Unidad de Medicina Reproductiva de la Clínica Monteblanco, recibió consultas de pacientes solteras sobre una posible maternidad con donante de espermios fue en los años 90. En ese tiempo una o dos mujeres consultaban al año, y lo hacían con timidez e indecisión. Hoy, asegura, las que llegan a su oficina vienen con la decisión casi tomada. Ricardo Pommer, jefe de la Unidad de Medicina Reproductiva del mismo centro, cuenta que llegan preguntando e indagando, pero con un norte bien claro: quieren inseminarse lo antes posible o en el mediano plazo. La gran mayoría –narran ambos– son profesionales exitosas pero que tuvieron malas experiencias con parejas anteriores en cuanto a compartir un proyecto. "Son mujeres que exploraron antes la vía 'tradicional' de tener un bebé, pero que no encontraron al hombre indicado", comenta Pommer. El gran tema es que se encuentran al filo de la edad fértil, entre los 38 y 42 años: de ahí que no puedan esperar mucho tiempo más la llegada de un hombre.
"Cuando eres joven viajas, carreteas. Pero después te preguntas para dónde vas. Yo tenía 40 años, una casa, una carrera. Y me dije, 'Bueno, ¿qué hago ahora? ¿Me quedo solo con mis perros?'", dice Sandra Godoy. En esa reflexión estaba cuando se enteró que era posible embarazarse sin tener una pareja.
Con sus dos años y medio, Amanda, la hija de Soledad Cartagena (41, sicóloga), canta una canción sobre la familia que le enseñaron en el jardín. Siguiendo la misma melodía de "Las manitos, las manitos, dónde están, aquí están", la letra de la canción dice así: "La familia, la familia, es la mamá, y el papá…". Pero Soledad le propuso que la cambiaran por "La familia, la familia, es la mamá, y el tata…". "Le dije: 'Chinita, tienes que entender que la familia son personas que están juntas, se protegen y se quieren mutuamente'. La otra vez me preguntó '¿Y dónde está mi papá?'. Y yo, con dolor de guata. 'Chinita, tú no tienes papá, tú tienes un tata, tu abuelo', le dije. 'Ah, ya', me respondió y se fue a jugar sin problemas. Hoy la dejo tranquila con esas respuestas, pero no sé después".
Soledad siempre quiso ser mamá. Pensaba en uno o dos hijos. Pero no lograba consolidar una relación de pareja con proyección. "A los 35 ya empecé a comprender que no me era fácil armar una relación de pareja proyectada. No me es fácil comprometerme en cualquier relación y comenzar a explorar desde ahí. Soy súper exigente. No es que haya tenido muchas parejas, no es que haya pinchado harto. Simplemente, no me es fácil. Espero un terreno seguro, emocional, afectivo. Por lo tanto, para tomar la decisión de casarme o vivir con alguien y formar una familia, pasarían años. Ahí empezó el cuestionamiento: 'Chuta, si no me ha ido bien para atrás, ¿por qué me iría a ir bien de aquí en adelante?'".
La idea de embarazarse con donante de espermios la había rondado desde hacía tiempo. Pero el hecho que desencadenó la decisión fue cuando, después de cumplir los 39, se creyó embarazada de un hombre con el que se sentía muy poco comprometida. Eso la angustió. No quería ser madre de esa forma, dice. Finalmente resultó ser una falsa alarma. Sin embargo, la angustia que sintió la hizo entender que lo que más quería en su vida era ser mamá. Pero no accidentalmente y de un hombre con el que no se proyectaba. Tenía la sensación de ser buena tía, de ser reconocida por sus sobrinas como alguien válido. Tenía la sensación de que sí tenía habilidad de crianza. Y, además, tenía ganas de tener un hijo y no le molestaba tenerlo sola. Antes de tomar la decisión de la inseminación, Soledad habló con su familia. Le costó decírlo, temía su reacción, especialmente de su hermana mayor y su cuñado que son muy católicos.
"Voy a cumplir 40, siempre he soñado ser mamá y voy a hacerme una inseminación con muestras compradas a un banco de esperma", les dijo. Contra todo pronóstico, su hermana y su cuñado se alegraron mucho y la felicitaron. Su padre también lo entendió, mas su madre, a pesar de que no le puso reparos, le dijo: "Lamento, que no haya sido con un compañero al lado". A Soledad le dolió esa frase. "Sentí que me decía que mi hija tendría un handicap por no tener un padre presente. Yo también me pregunté si eso sería así, porque es complejo ser madre sola: tienes todas las decisiones de la crianza en tus manos y eso impone una responsabilidad que es distinta a si es compartida. No es mi bandera de lucha estar sin pareja. Si llega una, bienvenida sea. Pero también creo que las mujeres somos súper potentes. Conozco muchas mujeres que han sido mamás solas y tienen hijos preciosos", comenta.
Antes de intentarlo, Soledad Cartagena habló con su familia. "Voy a cumplir 40, siempre he soñado con ser mamá y voy a hacerme una inseminación con muestras compradas a un banco de esperma", les dijo. Todos se alegraron pero su madre le comentó: "Lamento que no haya sido con un compañero al lado". A Soledad le dolió esa frase.
Soledad sabe que Amanda cuando crezca volverá a preguntar por su papá. Y se ha preparado para ese momento. Tiene una cajita de plástico donde están las evidencias de cómo fue concebida: el test de embarazo, el cordón umbilical, los antecedentes médicos del donante, una carta, unas fotos de él cuando niño, un par de revistas donde Soledad dio una entrevista. Le dirá todo tal cual fue pero no le dirá que el donante es su padre. "No creo que el donante de los espermios que compré sea el 'padre' de mi hija. Para nada. Creo que tanto la maternidad como la paternidad son características que se ganan con el ejercicio de la vida, que se ejercen en el día a día. Conozco padres no biológicos que han ejercido su paternidad maravillosamente. Así como madres que no tuvieron sus hijos desde su guata, pero sí desde el día a día, y eso es mil veces más valorable que el hecho de haber contribuido biológicamente a su existencia, creo yo".
Para Soledad este tema es tan importante que en noviembre lanzará www.maternidadessingulares.cl, un sitio orientado a mujeres que están pensando en esta opción de maternidad. "Si pienso en el camino, en cuantas dudas tuve, en lo solitario que fue creer que este sueño fuese posible, en cuantas veces deseché la idea y en cómo logré, finalmente, sentir mi opción tan digna como la de miles de madres y padres, me dan ganas de ayudar a otras mujeres para que el camino no sea tan difícil. Esa es mi idea con la página", dice.
El donante
El sitio web de California Cryobank (www.cryobank.com) permite obtener un completo perfil del donante, que incluye antecedentes médicos, la entrevista que dio al staff del banco para ser admitido, un audio grabado con su voz, un set de fotos de cuando era niño o imágenes actuales de ciertas partes de su cara. Cada información tiene un costo extra. Valentina (41, nombre cambiado), pagó por toda esa información antes de comprar seis muestras. Hace cinco años que está sin pareja y hace seis meses que está embarazada. "Por mi profesión es súper difícil encontrar pareja. Dificilísimo. Los hombres se asustan, a veces no tienen ganas ni de conocerte cuando le mencionas que eres médico. A mis amigas doctoras les pasa lo mismo. Cuando estudiábamos, a veces decíamos que éramos de Enfermería para que los hombres no se espantaran. Por eso comencé a pensar en embarazarme de esta forma y otras amigas sin hijos, al ver que lo hice, también lo están pensando", cuenta.
Cada muestra de espermios cuesta US$ 500 y se usa completa en un intento de inseminación, cuyo valor rodea los 100 mil pesos. Para obtenerlas, Valentina tuvo que elegir al donante y hacer la compra a través de un médico autorizado, requisito que pide California Cryobank para asegurarse de que no serán mal utilizadas.
No es posible comprar en Chile muestras de este tipo, porque el país no posee banco de espermios propios aún. La Clínica IVI, en Santiago, está en una etapa inicial de implementación de un banco de esperma, que podría ser el primero con donantes chilenos. Una de las razones por las que no se ha implementado un banco de este tipo en el país, dicen los expertos, es porque el proceso de selección de un donante es complejo: toma cerca de dos meses e incluye exámenes, entrevistas y análisis. En España, el equipo IVI –según el director médico de su sede en Chile, doctor Troncoso– se queda solamente con 5% de donantes que postulan. Por eso, hasta ahora, los niños que han nacido en Chile de una fecundación con donante, tienen genes extranjeros.
La pregunta que surge es qué sucederá cuando estos niños crezcan y quieran saber quién es el hombre que donó los espermios que hicieron posible su existencia. En países donde el tema lleva más años, como Estados Unidos, Canadá o Dinamarca, esta situación ya se está dando, y hay ocasiones en que el donante acepta darse a conocer y en otras en que no. El conflicto surge porque, en la mayoría de los casos, el proceso de donación se hizo bajo cláusula de anonimato.
La Clínica IVI con sede en España –desde donde hasta ahora importan el semen que es requerido por la sucursal chilena– tiene por política el anonimato de identidad del donante. Pero en Cryobank la mujer puede elegir donante anónimo o abierto. Si escoge la última opción, en el futuro el hijo podría acceder a los datos para buscar al donante y este tendría la opción de recibirlo o no. El año pasado hubo un caso ampliamente conocido en Canadá: la periodista Olivia Pratten, que fue concebida con una donación de espermios, recurrió a tribunales para conocer la identidad de su padre donante. En su demanda señaló que era discriminatorio que ella no pudiera obtener la misma información que los niños adoptados. La Justicia le dio la razón.
Sandra Godoy no recuerda bien si eligió donante anónimo o abierto cuando compró las muestras en Cryobank, pero dice que no tendría problema si su hija Sofía quisiera buscar información sobre quién permitió que ella la trajera a la vida.
Valentina, con sus seis meses de embarazo, eligió que el donante fuera abierto, al igual que Soledad Cartagena. De hecho, hubo algo que a Soledad le encantó: en una carta donde él cuenta por qué está donando sus espermios –y a la que ella accedió pagando por el documento– él dedica un mensaje al niño o niña que pudiera nacer de sus espermios. "Le deseo la mejor de las suertes en todo. Por favor, disfruta cada día que puedas, porque la vida es demasiado corta. Y, si alguna vez quieres contactarme, por favor, hazlo".
El procedimiento
Como explica Carlos Troncoso, director de Clínica IVI, antes de querer inseminarse, toda mujer debe ser sometida a la evaluación de un especialista que analizará factores ovulatorios, anatómicos y médicos generales para saber qué tipo de tratamiento se hará: puede ser inseminación artificial o fecundación in vitro (cuando el óvulo es fecundado fuera del útero y luego se implanta el embrión resultante). "Para ambos tratamientos es necesaria una estimulación ovárica, que tiene como objeto el producir uno o más óvulos, según sea el tratamiento, coordinar la ovulación y, en el caso de inseminación, instalar la muestra de semen en la cavidad del útero", explica el experto. Ninguno de estos procedimientos son factibles de realizar por la misma paciente y menos en un ambiente no clínico, aclara Troncoso. "De hecho, el inseminar semen no preparado tiene riesgos tanto infecciosos como alérgicos graves".