Las pasiones de Ricardo Fernández
En la teleserie La Doña, de Chilevisión, Ricardo Fernández (33) es un perverso y abusador de mujeres. Al otro lado de la pantalla, es un hombre que se enfrenta con ternura, incertidumbre y ciertos sacrificios a su nueva condición de padre. Pero, dentro y fuera de la tele, se confiesa apasionado. Entrevista de Monserrat Álvarez en La poca vergüenza, de radio Paula FM. Lee aquí lo que antes escuchaste.
Llevas tres meses de padre. ¿Qué cosas te han costado y qué cosas te han fascinado de tu nuevo estado?
Lo primero, es que todos los lugares comunes respecto a la paternidad son ciertos: que se inaugura una nueva forma de amor, que uno se llena de preguntas y de una nueva fragilidad. Uno deja de ser el protagonista de la historia, y aparece otro que es mucho más importante. Y también aparece el miedo, como que me dan ganas de quedarnos los tres encerrados y no salir nunca más, para que no nos vaya a pasar nada.
Y justo cuando nació tu guagua te tocó hacer un personaje bastante pérfido como Fernando García de León en La Doña. ¿Tienes que escobillarte antes de llegar a la casa para sacarte la mala onda?
Claro, porque es un ser humano muy desagradable, violento, abusador, un perverso, entonces no es fácil albergar ese tipo de emociones. Imagínate estar toda la mañana sacándole la cresta a una compañera, no es fácil.
Pero la Quintrala te basurea de lo lindo…
Ella decide por mí, me toma, me deja, me humilla… Yo estoy enamorado de ella, pero ella se casó conmigo solo por estar cerca de mi hermano. Mi lucha a lo largo de toda esta historia es tratar de conquistar el corazón de esta mujer.
Y en la vida real, ¿te pasó alguna vez que perdiste la chaveta por una mujer 20 años mayor?
Sí. Siempre me gustaban las minas que no me pescaban. Entonces, algo de experiencia ya tengo en ese plano. Son recuerdos muy pretéritos, estaba en kínder y recuerdo haber estado profundamente enamorado de mi profesora, que tiene que haber sido una niña de 22 años en ese entonces.
Qué tierno.
No. Qué espanto. Lo pasaba pésimo.
Ah, estabas enamorado de verdad.
Yo no sé cómo podía albergar ese tipo de sentimientos en un corazón tan inmaduro, pero me acuerdo que lo pasaba muy mal. El amor para mí era un sinónimo de sufrimiento, de padecer cosas
muy feroces de vivir.
Eras como el niño que enloqueció de amor.
Sí, para mí, estar enamorado era sinónimo de sufrimiento, por suerte ya he aprendido a manejar estas cosas.
¿Y a qué edad maduraste? ¿Cuándo cambió tu forma de amar?
Hace como 2 semanas, ja, ja, ja. No. Pero, la verdad, siempre fui de amores muy convulsionados. Aunque ahora con el nacimiento de mi hija algo se calmó. Con esta última relación que tengo, con la Ángela (Prieto), hace rato ya, como cuatro años, algo se aquietó. Imagínate que llegó un hijo, cosa que yo veía muy lejana.
Qué divertido, porque se te ve tan tranquilo y tan maduro con estas canitas. Yo pensé que eras una taza de leche.
Canitas que en este personaje de La Doña me las hicieron desaparecer con la maldición de las tinturas.
Pucha que le gusta a Sabatini teñirles el pelo a sus actores.
Claro. Él me dice que quiere que me vea de la edad que tengo y no más viejo. Yo encuentro que me veo media hora más joven, pero bueno…
¿Cuál es el defecto que más deploras de ti mismo?
Son tantos que necesitaríamos como 10 programas para poder enumerarlos. Pero aquí, algunos: soy pegado, me quedo más de la cuenta en reuniones y carretes.
Pero eso es una cualidad encuentro yo. ¿O eres de esos que siguen ahí cuando los dueños de casa se van a acostar?
Algo así.
¿Cuántas veces en tu vida has tenido que recurrir al sicólogo o al siquiatra para lograr mayor equilibrio espiritual?
Constantemente. Para mí ha sido de gran ayuda todo tipo de asesorías clínicas y sicológicas. Lo veo como un espacio donde uno conversa con uno mismo a través de otra persona y que hay gente a la que le sirve y gente que no. A mí me ha servido harto.
¿Y cuál ha sido el gran descubrimiento acerca de ti mismo dentro de esta larga experiencia en el terapeuta?
Si puedo responderte eso no voy más al terapeuta. Yo creo que uno, al principio, va a responderse preguntas pero en el fondo se da cuenta de que va ganando más en preguntas que en respuestas.
Para calmar el nervio, ¿sexo, pisco sour, shopping o deporte?
Mira, muchos me entenderán porque hay una de estas cosas que dejó de existir este último tiempo para mí.
Ah, ¿la cuarentena y esas cosas?
Claro, no es una de las alternativas a la que yo pueda recurrir por estos días. Ja, ja, ja.
Pero dile a la Ángela que tiene que ponerse las pilas porque ya pasó la cuarentena… ja, ja, ja.
Sí, parece que está prolongando eso un poco.
Estoy con ella, creo que hay muchas mujeres que queremos que sea ochentena, para que nos dejen tranquilas un buen rato después de tener guagua.
Ja, ja, ja, pero he aprendido a vivir con eso, no te preocupes. He descubierto una cosa maravillosa en este último tiempo que los más siúticos le dicen running, pero es salir a correr, trotar.
Cuando no hay sexo trotar es muy bueno.
Sí, estoy corriendo como 70 kilómetros a la semana y no es broma. Para mí ha sido fundamental en estos últimos 6 meses de mi vida. Tiene beneficios gigantescos, no solo en la salud física, también en la mental.
Es la forma de salvar un matrimonio.
Es la forma de salvar un matrimonio porque por lo menos uno se ausenta una hora de la casa, que con eso ya es suficiente.
¿Y qué cosa, circunstancia o actitud femenina te anula la libido por completo?
La exposición explícita del deseo a mí me puede hacer arrancar. Esas mujeres que van con el escote hacia el ombligo y que te están diciendo "yo voy hacer lo que quiera contigo"… eso es horroroso para mí.
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