Paula 1226. Sábado 20 de mayo de 2017.
Rashomon (1950)
| Akira Kurasowa
Ambientada en el siglo XII, la cinta, que narra el crimen de un samurái a través de cuatro testimonios –el del asesino del samurai, de la esposa del samurái, del samurái mismo (quien habla a través de una médium) y de un leñador testigo del hecho–, es considerada una de la obras maestras del director japonés. "La percepción de cada personaje sobre lo ocurrido es tan distinta que uno queda con la duda total sobre lo realmente acontecido, generando una incertidumbre frente a todo testimonio y por esto, de lo que somos capaces de ver. Esta película la vi en un momento de mi vida donde había dado pasos trascendentes y justamente estaba buscando certidumbres que avalaran las nuevas experiencias que asumía".
Terciopelo Azul (1986)
| David Lynch
"Es una de mis películas favoritas. Cuando la vi me sentí profundamente seducido y eso me sigue sucediendo. Creo que es por la frecuente referencia a imágenes provenientes de la historia del arte, que junto a otras señales nos ponen en un plano enajenado de la experiencia fáctica. En un momento convoqué a algunos amigos para originar una revista cultural miscelánea que nunca llegó a aparecer y mi contribución fue una suerte de ensayo sobre esta película. Muchos me la han comentado como una película terrible, pero creo que es porque sencillamente no pudieron acceder a sus claves. Es una de mis referencias a la hora de hacer clases".
Stalker. La Zona (1979)
| Andréi Tarkovski
"Siendo adolescente solía pensar que nada de todo lo que veíamos realmente existía, que la vida solo se trataba de una historia que reiteradamente se repetía. A esa idea también me han aproximado algunas pinturas de Caspar David Friedrich. Y con esta película compleja, sin duda, asumí plenamente el pavor de no ver cuando vemos, sobre todo cuando Stalker debe lanzar un pañuelo atado a un peso, a cada momento que avanza por una zona para entregarse en ese acto a la certidumbre de que existe ese territorio desconfiable".
La dolce vita (1960)
| Federico Fellini
"La vi principios de los 60; entonces yo iniciaba mis estudios de Arte, mi vida daba saltos, caían mis prejuicios y con ellos el mundo al que creía pertenecer. Recuerdo me identifiqué con Marcello Mastroianni (el protagonista de La Dolce Vita) en su viaje caleidoscópico de buscada enajenación. La película me dejó una sensación de dolor ante las pérdidas irrecuperables, pero también la comprensión del vértigo sin fin que motiva el viaje de sus personajes por el guión".