Las preguntas de Consuelo

Con 41 años recién cumplidos, Consuelo Saavedra ya no solo interroga a sus entrevistados, sino también a sí misma. Se cuestiona sobre el rumbo de su carrera, plantea dudas sobre la efectividad del proyecto del postnatal y confiesa que aún no logra saber qué sentido tuvo el accidente de su hija. Más preguntas que respuestas.




La casa de Consuelo Saavedra es un paréntesis de tranquilidad en medio de Santiago. Día de semana y su marido, el ex ministro Andrés Velasco, saluda amable. Su living está invadido por extraños, cámaras de foto, focos y maletas de maquillaje, pero él no se inmuta. Está feliz: recién terminó de escribir un ensayo y va partiendo al gimnasio. Antes, sale a la terraza y le da un beso a su mujer, Consuelo Saavedra, que hoy cumple 41 años y a quien despertó con un ramo de flores. La periodista y el economista se toman de la mano y se miran como una pareja de recién casados, aunque juntos ya tienen tres hijos: Rosa y Ema, de 6 y 4 años, que están en el colegio, y Gaspar, de 11 meses, que almuerza en la cocina mirando en mute un dvd de Baby Einstein, programación pro para guaguas.

Consuelo lleva un vestido rojo y zapatos planos. Estilizada y segura, esta mañana evoca a Jacqueline Kennedy, aunque Andrés Velasco no está de acuerdo. "Te ves como la Nancy Reagan", le dice. "Pucha me fregaste", responde ella, frente a lo cual él cuenta con lujo de detalles una anécdota sobre la ex primera dama estadounidense llegando a un encuentro oficial y acaparando todas las miradas gracias a su vestido rojo. Ahí se entiende que Velasco, a su manera, la acaba de piropear.

¿Cómo estás viviendo el regreso de Andrés al trabajo académico, lejos de la vida pública?

Ha sido exquisito. De una manera distinta a la que imaginé, porque ahora él tiene más flexibilidad horaria que yo y me gustaría acompañarlo mucho más, pero debo trabajar. Ha sido rico no sentir la presión de todos los días de abrir el diario y que se esté hablando, mucho para mal, de la persona que más quieres. Es muy cansador.

Se criticó harto su gestión hasta incluso los seis primeros meses de este gobierno.

Sí, fue como el puching ball y es fome, porque yo admiro muchísimo a Andrés. Es brillante, trabajador, tiene una gran sensibilidad social, es maravilloso. Obviamente también tengo diferencias respecto de algunos temas políticos y económicos. Pero es rico que esa presión deje de ser parte de nuestras vidas.

Has estado en los dos lados del poder: como entrevistadora y con el poder en tu casa. ¿Te dio eso otra perspectiva de la política?

Del poder no me cambió tanto la percepción, porque por mi trabajo veo mucho el backstage. Sí me cambió la mirada sobre la prensa. Me pasó leer cosas y saber que eran mentira. Desde detalles nimios a temas importantes. Fue una decepción y un aprendizaje. Sé leer mejor entre líneas, quedé mejor entrenada como periodista.

"No me imagino en la casa"

Estás en el directorio de Comunidad Mujer. ¿Cuáles crees que son las batallas que debemos dar las mujeres hoy?

No basta con haber tenido una mujer Presidenta ni decir que está lleno de mujeres en cargos importantes. Falta dar peleas que no son tan populares. Por ejemplo, yo estoy súper en contra del postnatal de seis meses. Creo que será perjudicial para la contratación de mujeres. Me consta que hay quienes estaban en contra, pero hoy están a favor por razones políticas, porque no es popular oponerse.

Pero el argumento de la ministra Carolina Schmidt es que en la práctica las mujeres nos tomamos un postnatal efectivo de cinco meses y medio.

No todas. Yo jamás me he tomado un día más de postnatal. Ok, soy una privilegiada, porque puedo pagarle a alguien para que cuide a mi guagua y por eso nunca he presentado una licencia. Pero también hay abusos que hemos pagado justos por pecadores. Es complejo: hay un montón de políticas públicas que suenan geniales, pero vamos a saber recién cómo funcionan en cuatro o cinco años más.

Viviste cinco años en Estados Unidos y el verano pasado estuviste un mes allá. ¿Cuáles son los temas que preocupan a las mujeres estadounidenses?

Están en lo mismo: la incorporación en el mundo laboral y la conciliación de trabajo y familia. Tengo un montón de amigas gringas que sufren las mismas penurias o peor, porque no tienen ayuda en la casa, todas deben dejar a sus hijos en la sala cuna y a las seis deben correr a buscarlos y tienen menos redes de apoyo, porque sus familias viven en otros estados. Mis amigas gringas viven reventadas.

¿No eres de las que duda de vez en cuando si las luchas de los sesenta fueron en la dirección correcta?

No. No me imagino en la casa. Prefiero estar exigida y reventada y tener, hasta cierto nivel, la posibilidad de elegir. No hay por dónde perderse. Si me hubiese tocado vivir en los 60, hubiese dado la pelea de todas maneras.

¿Crees que las mujeres tienen derecho a volver a la casa o es una frescura? Los hombres no tienen chance de plantear esa posibilidad.

Depende, por ejemplo, de los hijos y de sus necesidades. No es lo mismo un niño con déficit atencional a quien solo tú puedes ayudar a hacer bien sus tareas que un niño al que le cuesta menos. Uno debe estar atenta a la familia, a lo que necesita y al rol que cumples allí. No condeno a las mujeres que vuelven a la casa por un rato, sí a las que nunca más regresan al trabajo cuando los niños ya están más grandes. Porque son un gasto para el Estado, pero también un aporte para la sociedad. La cabeza de uno es importante y uno es parte de un universo del cual no es bueno restarse.

Hablando de hijos, se te ve muy plena, ¿o me equivoco?

Claro, si tengo una familia maravillosa, que cuido como hueso de santo, aunque también me gustaría estar mucho más con mis hijos.

Es interesante lo que dices, porque siempre se te vio como una mujer muy enfocada a lo profesional.

Es que es raro porque yo nunca he sido así. O sea, soy seria, soy ordenada…

Y con fama de matea.

Sigo siendo matea. Yo me pregunto mucho si he cambiado o es la gente la que me ve de otra forma, porque tengo tres hijos y eso necesariamente provoca un cambio de percepción. Pero yo me siento tan igual. No siento que haya evolucionado nada, he aprendido algunas cosas, pero suelo preguntarme "chuta, ¿y cuándo uno madura?". Envejecer es súper extraño.

Uno tiene el mismo insight, aunque el cuerpo haya cambiado.

Exacto. Una vez conversaba con mi mamá, que hoy tiene 80 años, y me decía que se sentía de 15. Y mi mamá es lo más cabra chica que hay; efectivamente podría tener 15 en algún sentido. Es buena para la talla, divertida. Y ahora veo que tenía razón. Como que no tengo tanta conciencia de la madurez.

En ese proceso, ¿qué ha significado el accidente de tu hija Ema y su recuperación?

Si me preguntas si me cambió la vida, no, no me cambió. No podría decir exactamente qué pasó conmigo y con mi familia después del accidente. Sé que pasaron cosas, pero distintas a las que pude haber imaginado. No me puse ultra protectora, no quedé traumada ni estoy ultra católica. He querido entender porqué sucedió, y no logro dar con las respuestas.

La delgada línea entre la felicidad y la infelicidad total.

Absolutamente. Si me preguntas si ahora valoro más la vida… yo la valoraba demasiado antes del accidente. Con Andrés somos de esas personas que estamos todo el día agradeciendo la suerte que tenemos y somos muy conscientes de lo privilegiados que somos. Ese día del accidente estábamos en eso: comentando lo bien que estaban las niñas, nosotros, lo lindo del día, lo rico del almuerzo… Suena a lugar común, pero la única lección es no quedarse pegada en estupideces, disfrutar de lo que se tiene y ser generoso para ayudar en lo que puedes. El resto son puras preguntas.

La pelea diaria

Tras almorzar en familia, a las cinco de la tarde Consuelo ya habrá cambiado el switch. Estará instalada en el departamento de prensa de TVN para preparar el noticiero central y pelear punto a punto la sintonía con su más cercano competidor, Chilevisión noticias. Una batalla sin tregua que ha obligado a los informativos a alargarse media hora más. "La competencia es tremendamente dura y el público es muy veleidoso", dice.

¿Veleidoso?

Me refiero a que uno no sabe en qué se va a interesar la gente, salvo en días que son especialmente noticiosos. Pero, en general, vivimos en el mundo de la cotidianidad, no de las cosas excepcionales. Y el público joven ya viene informado, está conectado a twitter, entonces llega la noche y ya ha leído todo lo que le interesa. La telefonía móvil es un arma mortal contra los noticieros.

La competencia es doble: los otros informativos y las nuevas tecnologías y redes sociales. ¿Cómo se ve el futuro entonces?

Es una pregunta que nos estamos haciendo en Chile y en otros países. Probablemente los noticieros serán los espacios donde la gente mayor seguirá informándose. Es un tema no resuelto, salvo para modelos como el de la BBC que se financia con impuestos y no depende de la publicidad. Pero los que estamos en el mercado y que necesitamos que nos vean estamos pensando hacia dónde evolucionar.

¿Tienes temores al respecto?

Me da susto que nos convirtamos en programas de anécdotas y seamos un blog de chascarros y videos de Youtube. Eso, disfrazado de estar allí, donde las papas queman.

Es un riesgo, sin duda. Pero, oye, ¿no te agarra la rutina?

Son siete años en 24 horas. A veces me pasa y es raro porque mi pega es cero rutinaria. Todos los días salen noticias inesperadas, pero hasta eso puede ser rutinario (risas). Pero estoy donde quiero estar. Y creo en el sentido de mi trabajo, en el servicio que presta y que puede cambiar la vida de las personas.

¿Cuántas veces a la semana sales a reportear?

Es flexible, no hay una cuota que deba cumplir. Pero sí se me exige, y a todos, llegar con temas y opinar sobre la pauta.

¿Te parece que rostros de noticias hagan campañas publicitarias?

Hoy escuchaba en la radio a Matías del Río que opinaba sobre el tema a propósito de Macarena Pizarro y decía que él no haría campañas por su rol opinante en Tolerancia cero y que en cambio la Maca es una lectora de noticias. No estoy de acuerdo. Uno es mucho más que una lectora de noticias. Me parece incompatible con ser rostro de publicidad, especialmente ahora que cubrimos cada vez más los derechos de los consumidores. Estás comprometiendo a todo un equipo y todos los días hay noticias sobre el retail, las farmacias… Lo único que un periodista tiene es su credibilidad. Eso no vale ni 50 ni 200 millones de pesos.

Tu yunta, Monserrat Álvarez, dice que los noticieros centrales son una "jaula de oro". ¿Qué opinas de eso?

Puede ser una jaula de oro, pero no es eterna. Para mí esta es una pega soñada y desproporcionadamente bien pagada. La tele es un gran ejemplo de mala distribución del ingreso en Chile. Lo que uno aporta como conductora no tiene relación con lo que se gana, si lo comparas con el sueldo de los periodistas, camarógrafos y productores. Me da mucha rabia.

¿Y hacia dónde te gustaría avanzar en tu carrera?

No tengo idea. Nunca he planeado mucho.

Bótox espiritual

Llevas más de 10 años en primera línea. ¿A qué lo atribuyes?

Es el bótox… El bótox espiritual (risas). Ser parte de un equipo que se la juega no es menor.

Me refiero a que, por ejemplo, entrevistaste a U2 en Nueva York. Puede parecer un paso chico en tu carrera, pero te conecta con audiencias distintas a las de la noticia dura.

¡Cómo va a ser pequeño entrevistar a Bono! Casi me desmayé. Olvídate lo nerviosa que estaba.

¿Te tiritaban las rodillas?

¡Heavy! De verdad, nunca me había puesto tan nerviosa en una entrevista. Estudié cuatro días la historia de U2.

¿De verdad? ¡Qué calcetinera!

No, porque es un tipo muy famoso, era en inglés, tenía una serie de restricciones, un tiempo determinado, etc. Pero en muchas entrevistas me pongo nerviosa. Y a veces me pongo nerviosa cuando conduzco el noticiero central.

Tras el nombramiento de tu marido como ministro de Bachelet, te marginaste de la entrevista política, área en la que siempre destacaste. ¿No tienes planes de retomar eso?

Puede ser, lo que pasa es que el canal tiene pocos espacios muy cómodos para la entrevista política…

El domingo en la mañana…

Claro y cero posibilidad. Tengo tres niños chicos, ¿cachái? Era distinto hace 10 años. Hoy me interesa que mi casa funcione bien, que mis niños estén contentos, estar cerca de ellos y saber qué les pasa. Es el cliché del siglo, pero es así.

Es el cliché de todos los días.

Y me importa muchísimo más que toda la pega que pueda tener en el planeta, entonces mientras pueda compatibilizar, bienvenido. Cuando no pueda hacerlo, pucha, me dedicaré a vender queques en la salida del colegio o lo que sea.

Sor Paula

Estudiaste en Las Ursulinas de Vitacura y entrevistaste a Marisol Salinas, ex estudiante de la sede de Maipú y única de las hasta ahora tres denunciantes que ha dado su testimonio en cámara. ¿Qué significó para ti hacer esa entrevista?

Tuve una muy buena experiencia en el colegio, gran parte de lo que soy ahora como profesional se lo debo a esa formación, pero no me sorprenden mucho las cosas que allí puedan pasar. En los 80 me tocó un sismo gigantesco cuando se fueron cinco monjas debido a una pelea muy grande que hubo entre Sor Paula y Sor Úrsula, las dos fuerzas de ese entonces. La mitad del colegio se fue y se formó el colegio Santa Catalina. Nadie nunca supo bien qué pasó, entonces, cuando comenzaron estas nuevas historias, no me sorprendió mucho.

Pasa el tiempo y aún el caso permanece en una nebulosa.

No sé si la madre Paula abusó de otras personas y si eran menores de edad. Sí creo que a estas alturas es más difícil denunciar abusos cometidos por mujeres que por hombres. Mucha gente dice, a propósito de Mónica Salinas, que "fue un beso no más". Pero eso te puede destrozar la psiquis, dejar una marca durante 30 años, como en su caso, porque, además, sufrió abuso sicológico. Sor Paula la hacía sentir que era su mamá, una privilegiada y que los besos eran "regalos de Dios". Hay harto de machismo en pensar que una monja puede ser como una mamá. Una religiosa no es mamá de nadie y no puede confundirse. Aquí hay abuso sexual y abuso de poder.

Tal vez es menos aceptable una mujer homosexual. Un antecedente de clara discriminación al respecto es la jueza Atala.

Ciento por ciento. Tal como se ha aceptado a los homosexuales hombres, debe suceder lo mismo con las mujeres. Es un tema en el cual Chile debe avanzar y no creo que falte mucho.

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