Es difícil imaginar, a partir de las fotos que siempre la muestran mesurada e imperturbable, que Carolina Schmidt (43) pueda exaltarse, gritar y gesticular. A la ministra del Sernam siempre la describen como la ministra regia, la ministra ejecutiva y, ahora que sacó adelante el proyecto para extender el posnatal, la ministra negociadora.

Pero resulta que Carolina Schmidt tiene una expresividad insospechada. Esta mañana de miércoles, por ejemplo, llega a su oficina riendo a carcajadas del bochorno que acaba de pasar en el lanzamiento del Fono de Orientación contra la Violencia, en Huechuraba: cuando la ministra llamó al número frente a las cámaras, nadie contestó porque las líneas habían colapsado. Pero no pasan ni dos segundos y la risa se transforma en indignación cuando, sin hacer ninguna pausa y hablando a mil, transita de la anécdota al tema de fondo.

"El problema que tenemos es impactante. Una de cada tres mujeres sufre o ha sufrido violencia intrafamiliar. Son casi dos millones de mujeres en Chile. Es algo que está tan arraigado en nuestra cultura que muchas veces se entiende como algo normal", exclama y pega como un saltito sentada en el sofá de su gabinete.

Cruza las piernas, pide un té verde, le echa tres sacarinas, ni prueba las galletas de agua que reposan en un plato frente a ella. Dice que cuando se enteró de que Carabineros no había hecho una denuncia en el mediático caso de la mujer que recibió una patada de su pareja en plena calle y luego defendió a su agresor, se enojó tanto que partió a hablar con Eduardo Gordon, director de la institución, y le dijo que eso era inaceptable. Tres carabineros fueron dados de baja. Repite una y otra vez que hay que tener tolerancia cero con la violencia contra la mujer.

"Si queremos solucionar este verdadero cáncer que tenemos instaurado, hay que dar pasos más allá. De partida, la educación. Estamos trabajando en jardines infantiles a través de un programa para la detección temprana de violencia en los niños. También educación para que los jóvenes aprendan a reconocer la violencia. Después, hay que comunicar que la violencia no es un problema de pareja. Es un delito. En promedio, las mujeres se demoran siete años en denunciar violencia intrafamiliar. ¡Siete años! En la mayoría de los casos es sólo cuando ven en peligro a sus hijos, que recién se produce un incremento en las denuncias, porque las mujeres empiezan a visibilizar la violencia en alguien más. Y lo otro: todas las personas que saben de situaciones de violencia y no las denuncian, se transforman en cómplices. Pero, además, estamos implementando centros de atención a agresores: hay modelos internacionales que muestran que 65% de los hombres intervenidos no vuelven a ejercer maltrato".

Usted que viene de clase acomodada, ¿ha visto violencia en el barrio alto?

Antes de estar en el Sernam había escuchado comentarios en mi entorno de este tipo: "Esta pareja se separó, parece que él le pegaba". Y siempre venía algún comentario del tipo: "bueno, algo habrá hecho ella para que él se haya molestado tanto". ¡¡¡Algo habrá hecho ella!!! O sea, ¡¡¡qué puede hacer alguien para merecer que le peguen!!! ¡Nada! ¡Ni aunque hubiera hecho la cosa más espantosa justifica que a una le peguen! Pero ese tipo de comentarios se da. En el Sernam tenemos casas de acogida en el sector alto de Santiago que están llenas de mujeres que sufren violencia. Hay montones. Incluso en los colegios del sector alto hay denuncias de violencia intrafamiliar. Y la violencia económica en los sectores altos también es enorme.

¿Cómo así?

Una de las variables que hace que se aguante la violencia más tiempo es que las mujeres sienten que tendrían que sacar a los hijos de ese colegio si denuncia o terminan esta relación. Me acuerdo de la María Eugenia, ese caso cuyo hijo terminó asesinando al padre, ¿te acuerdas? Una mujer educadísima, encantadora, jamás hubieras pensado que podía tener una situación así. Y ella reconoció que por un tema económico vivió una violencia feroz por 20 años. Cuando yo le preguntaba "¿cómo pudiste aceptar esto por tanto tiempo?", ella me decía: "por mis hijos, porque cómo les iba a quitar un nivel de vida que yo no era capaz de darles".

Que los hombres atinen

Carolina Schmidt suele contar que creció siendo la única mujer de seis hermanos y que eso la obligó a pelear desde chiquita en una arena masculina. Ingeniera comercial de la Universidad Católica, fue gerenta de revista Capital, Forus y CCU antes de desembarcar por primera vez en el aparato público. No sorprende, entonces, que otro de los temas que la hacen rabiar sea la baja tasa de participación laboral femenina que hay en Chile (40 % de las mujeres trabajan) y, además, la paupérrima cantidad que llega a puestos gerenciales o de toma de decisiones: sólo 5% de estos cargos son ocupados por mujeres.

"Ahí hay un machismo importante", acusa Schmidt. "Además, tenemos sectores de trabajo absolutamente masculinizados y otros feminizados, y los salarios entre uno y otro son completamente

distintos".

Pero a fines de 2009 se aprobó una ley que había enviado la Presidenta Bachelet, sobre igualdad de salarios. ¿No sirvió de nada?

La ley de igualdad salarial dice que un hombre y una mujer no pueden ganar distinto por desempeñar el mismo cargo. Eso obligó a las empresas a mirar algo que antes era invisible, pero no es suficiente para producir un cambio. En la práctica se considera que un hombre necesita más plata porque mantiene a dos niños y a su señora, en cambio una mujer no. Esa es una deformación.

¿Por la cantidad de jefas de hogar que hay en Chile?

¡No! Porque la gente tiene que ganar en relación a lo que produce, y no en relación a sus necesidades. Por eso es fundamental que las mujeres defendamos el valor de nuestro trabajo. Muchas veces cuando se le da la oportunidad a una mujer de optar a un cargo más alto, está agradecida de que se le haya reconocido su valor profesional y no se preocupa de la remuneración. No presiona con la misma fuerza que un hombre. Y sí, puede ser una gran oportunidad, ¡pero tú la vales! ¡No te la están regalando! Eso tiene un valor y tú lo tienes que cobrar.

¿Qué otra actitud nos diferencia en la pega?

Las mujeres somos muy eficientes en el trabajo porque queremos llegar más temprano a las casas, cosa que no siempre es igual para los hombres. Cuando yo era más joven, de repente me quedaba hasta más tarde en la oficina, y escuchaba unas risotadas de hombres al lado y les decía: "son las 8:30 de la noche, ¿por qué están acá?". Y uno me respondía: "cómo se te ocurre que voy a volver a mi casa ahora, están bañando a los niños, todos gritan, si llego a las 9 es perfecto". Las mujeres estamos desesperadas por llegar, pero los hombres están desesperados por evadir ese momento de conflicto.

Qué patudos.

Ja, ja. Sí. Necesitamos exigir una mayor participación en la casa. Para que haya un verdadero equilibrio en igualdad de oportunidades las mujeres no solo tenemos que integrarnos a la vida pública, política y laboral, sino también que los hombres entren a la casa y se hagan cargo de su vida de padres, de pareja. Porque las mujeres nos hemos ido incorporando masivamente al mundo laboral, pero eso no ha ido acompañado de una mayor participación de los hombres en el mundo del hogar. Y eso produce mucho desequilibrio, y mucha molestia, y mucha rabia, y muchas separaciones. ¿Por qué? Porque es muy injusto.

Usted no es partidaria de la ley de cuotas. ¿Cómo quiere lograr que aumente la participación de mujeres en política?

Una ley de cuotas no es una solución sostenible. Quizás puedes llenar rápidamente esos cupos, pero eso no te garantiza que sean las personas idóneas y eso nos puede terminar desprestigiando

y que digan: "no eran tan buenas". Lo que tenemos que promover es el liderazgo de la mujer para que no solamente pueda acceder a estos cargos, sino para que se pueda mantener de forma permanente ahí. Y eso pasa por bajar ciertas barreras que existen. Hay dificultades grandes para que las mujeres participen en política porque salir a hacer campaña es carísimo, y todos sabemos que el acceso a bienes económicos de hombres y mujeres es distinto. El compromiso del Presidente Piñera al respecto es una ley de incentivo de participación política de las mujeres mediante incentivos

pecuniarios a los partidos que saquen candidatas mujeres electas en las distintas zonas.

Pareciera que haber tenido una Presidenta mujer fue solo un paréntesis en el empoderamiento de las chilenas…

No. Yo creo que nos marcó tremendamente. Hasta las aspiraciones de nuestras niñas son distintas. Se valorizó el liderazgo femenino, menos autoritario, más participativo, que antes no se apreciaba. Yo no me quiero vestir como hombre para que me respeten, no quiero tener que hablar como hombre ni ejercer mi autoridad como hombre. Porque soy mujer y eso tiene un valor gigantesco.

Aborto, condones y educación sexual

Ministra, la escucho tan apasionada que cualquiera pensaría que es feminista.

Mira, si no fuera por el feminismo, ni tú ni yo estaríamos sentadas acá. Pero en el mundo de hoy, ese feminismo combativo que fue necesario en su origen ya no es el mismo, porque hemos avanzado muchísimo. Y hay cosas del feminismo duro sobre las cuales uno puede tener diferentes opiniones. En temas de aborto, por ejemplo, tengo una mirada distinta del feminismo más duro.

Bueno, usted apoyó a Evelyn Matthei con legislar el aborto terapéutico. ¿Pero el Sernam no contempla un debate más profundo sobre el aborto?

Es que ahí hay un tema muy relevante, que es la definición de aborto terapéutico. ¡Es obligación tomar todas las medidas para salvar la vida de una madre enferma! ¡Obligación! Por eso le dije a Evelyn que encuentro evidente esta cosa.

¿Y no le parece igual de evidente que si una mujer está embarazada de un feto inviable, que no va a llegar a ser una vida humana, es una aberración obligarla a llevar ese embarazo a término?

Ese es un tema tremendamente duro. Y uno quisiera evitarle a cualquier persona el sufrimiento, pero una mujer en esa situación va a tener ese sufrimiento con o sin ley.

La ley de divorcio tampoco evita la pena de separarse de la pareja…

Lo que digo es que una ley no puede evitar el sufrimiento de una madre pero sí puede resguardar el derecho a la vida de un niño. Yo creo que la solución no va por darle a una mujer la posibilidad de matar a ese hijo. De verdad no lo creo. Incluso le estás poniendo un peso adicional a la madre, porque le estás imponiendo a ella la decisión de si ese hijo vive o no.

Pero las mujeres hemos luchado todos estos años para asumir la responsabilidad de nuestras propias decisiones.

Es que los derechos de una mujer, o de un hombre, terminan donde parten los derechos de otra persona. Y por eso ahí hay una diferencia tan importante en mi forma de pensar, porque una decisión como esa, quitarle el derecho a vivir a un niño, sería algo que no pondría como peso sobre una mujer.

Pasando a otro tema: ¿estaría de acuerdo en que una mujer soltera adopte un niño?

No veo ningún inconveniente. ¡Pero ninguno! Obviamente que está mejor un niño con una madre sola que en el Sename. ¡Mil veces!

¿Y qué opina de que una pareja de lesbianas adopte un hijo?

Eh… Mira… Obvio que para un niño es mejor tener un padre y una madre, un rol paterno y un rol materno. Es lo más conveniente. Ahora: si eso no está y túme dices: "Oye, una pareja de dos madres le va a entregar un cariño salvaje, le va a entregar el respeto y el apoyo que uno busca en una familia", yo encuentro que eso es mejor a que un niño esté solo.

¿Y cree que deberían distribuirse preservativos en los colegios para evitar embarazos adolescentes?

Estoy convencida que hay que entregar toda la información necesaria pero que la sexualidad tiene que responder a un desarrollo integral, afectivo. Los siete programas de educación sexual y afectiva informan sobre métodos anticonceptivos. Pero no es la solución que vayamos al baño y pongamos una máquina de preservativos. Eso es reducir nuestra sexualidad y afectividad a un condón.

Cinco preguntas sobre el posnatal

1. ¿Por qué se privilegió extender el posnatal y no ampliar el acceso a salas cuna?

Al principio quisimos incorporar al proyecto del posnatal la modificación de la ley que hace que los empleadores que contratan 20 o más mujeres tengan que pagar sala cuna a los hijos menores de dos años de sus trabajadoras. Finalmente, el Presidente me pidió que separáramos ambos proyectos. Pero esta modificación es mi anhelo más profundo, porque hoy se produce una discriminación en la contratación de mujeres que es completamente injusta.

2. ¿Cómo se va a evitar que disminuya aún más la contratación de mujeres con este posnatal más largo?

Las mujeres nos estamos tomando un posnatal efectivo de 5 meses y medio, por uso de licencia de enfermedad de hijo menor de un año. Por lo tanto, este es un costo que ya está incorporado en el mercado laboral chileno. Y ahora, en cambio, por primera vez le vamos a entregar certeza al empleador sobre cuándo va a volver efectivamente la mujer al trabajo.

3. La licencia por enfermedad de un hijo tiene un tope de 64 UF y el posnatal tiene 30 UF, ¿cómo hacemos para que no pase lo obvio, que una mujer igual se tome la licencia?

La ley distinguirá entre enfermedades graves y menos graves, como el reflujo o el resfrío. Las licencias por enfermedad menos grave tienen un tope de 30 UF y copago, así que solamente se va a usar cuando realmente se necesita y no como una manera de extender el posnatal.

4. ¿Por qué no se hizo que el posnatal sea obligatorio también para los hombres?

Porque así como hay padres comprometidos y jugados, todavía hay padres que no asumen el rol de la misma manera. Por lo tanto, podríamos estar comprometiendo el cuidado del niño si fuera obligatorio que ellos se tomaran una porción del posnatal.

5. ¿Por qué se discrimina entre las mujeres que ganan más de 650 mil pesos y pueden renunciar a la extensión, y las que ganan menos, no pueden?

Eso no es así. El permiso es irrenunciable para todas. Todas las beneficiarias del pre y posnatal tienen el mismo derecho a utilizar este subsidio de manera flexible, es decir, todas pueden traspasarle una porción al padre, y todas tienen el derecho de complementar su subsidio trabajando en jornada parcial a partir de la semana 12.