Si te sientes agobiado por el trabajo, sin ganas de levantarte, te estresa de sobremanera tu ambiente laboral o bien tienes una mala intuición sobre una nueva oferta de empleo, puede que hayan algunas banderas rojas que estés pasando por alto. Desde hacerte preguntas muy personales en la entrevista, poca claridad en los pagos o bombardearte de instrucciones caóticas por Whatsapp. Junto a la psicóloga laboral Andrea Puelma y el diseñador e ilustrador freelance Gabriel Ebensperger, te dejamos un listado a considerar antes de aceptar un trabajo, o bien para que reflexiones si es tiempo de poner límites en el tuyo.

Pedirte trabajo a cambio de exposición, promoción o una promesa de empleo

Partimos por aquí: suele ser común en los trabajos creativos el recibir una oferta laboral no remunerada con la excusa de que “no hay presupuesto todavía”. A cambio, como una forma de retribución, te ofrecen la “gran oportunidad” de exponer o promocionar tu trabajo, o bien te prometen la posibilidad más adelante de un trabajo remunerado. Es tentador aceptarlo, sobre todo para quienes están iniciándose o intentando hacerse un nombre en un medio, y puede que en algunos casos resulte o valga la pena. Pero ojo, estos clientes o empresas que sí tienen recursos pueden pasarse la vida buscando principiantes para no invertir debidamente en un equipo creativo. En algún punto hay que poner un límite; el trabajo creativo tiene un valor, saber cobrar es importante y saber pagar -sobre todo en empresas con fines de lucro que pueden hacerlo- es un respeto mínimo.

Decirte que “Son una gran familia” para exigirte más de la cuenta.

Alza la bandera cuando un jefe hable de su empresa como “una gran familia”, o pide trabajadores “con la camiseta puesta”. De por sí no está mal, puede tener buenas intenciones e incluso puedes toparte con la sorpresa de que sea cierto y te sientas en familia; pero eso lo decide cada uno. Las familias también pueden ser tóxicas, y cuando una empresa se presenta como un sistema familiar y comienza a pasar límites laborales con exigencias que van más allá de las competencias u horarios: alerta roja. Es importante tantear bien qué supuestas lealtades se esperan específicamente al ser “miembro” de esa familia. ¿Acaso horas extras no remuneradas? ¿Exigencias laborales más allá de tus competencias? Para la psicóloga laboral Andrea Puelma, este tipo de liderazgo corresponde a una idea más antigua, “antes se ocupaba mucho esto de que tienes que darlo todo a la empresa. Ya no es así, y creo que exigir tener que estar disponible todo el tiempo es una red flag importante. Hoy los tiempos apuntan a la flexibilidad y la calidad de vida”.

No recibir nunca ni un buenos días, ni un por favor, ni un gracias.

Los modales y las formas nunca pasarán de moda. Es normal que vivamos urgencias, momentos de estrés, tensiones en lo equipos de trabajo, o quizás se dé un trato más informal entre compañeros, pero siempre la comunicación debe ser en base al respeto, partiendo por uno mismo. A la larga, cuando dejas de recibir un trato amable y respetuoso, -un mínimo “Hola, cómo estás- el ambiente laboral se vuelve frío, impersonal y distante. Y pasamos demasiado tiempo en el trabajo como para relacionarnos así. Para Andrea, esto más que de la empresa en general puede ser de la persona en particular. “Si las personas líderes no se preocupan del clima laboral entonces el resto de los trabajadores tampoco se preocuparán. Hoy no están los tiempos para aceptar ese tipo de tratos”. En casos más extremos, si hay derechamente gritos, malas palabras, humillaciones, es mejor HUIR.

Que los jefes hablen mal o hagan bromas de mal gusto sobre algún empleado/a o ex empleado/a no presente.

EXTRA RED FLAG: ese próximo empleado o ex empleado podrías ser tú. Aquí también hay que agregar cualquier tipo de comentario homofóbico o racista en el ambiente laboral. Gabriel Ebensperger cuenta, por ejemplo, de un trabajo donde le pedían rehacer la producción de fotos porque la modelo parecía “marimacho” o se veía muy morena: BANDERA ROJA.

Que no sean claros con la información sobre el puesto: ni las funciones, ni condiciones, ni contrato.

Siempre va a ser mejor tener todo claro y respaldado antes de firmar o aceptar cualquier acuerdo laboral; especificar las funciones, las condiciones laborales y siempre firmar un documento de respaldo. Aunque parezca algo mínimo, lamentablemente en la realidad no siempre se da, y por necesidad terminamos accediendo a tratos ambiguos y poco claros por miedo a quedarnos sin trabajo. En Chile, según el INE, aproximadamente 2 millones 600 mil personas tienen un empleo informal; ya nos podemos imaginar cuánto abuso puede haber en aquellos que no tienen la oportunidad de regular sus contratos. Por lo mismo, es la primera bandera roja que nos invita a preguntar y aclarar todas las dudas antes de dar el sí.

Bombardearte de mensajes a toda hora o desaparecer sin contestar.

Nada peor que una comunicación errática, ambigua y caótica; mensajes que te llegan por whatsapp y por correo, un jefe que te dice una cosa y otro algo distinto, te exigen a horas no adecuadas, y te piden cambios fuera de plazo. O por el contrario, el temido ghosting laboral: que pasen días o semanas sin que te contesten alguna información. Así cualquiera se vuelve loco. “La comunicación caótica en el mundo freelance es común” dice Gabriel Ebensperger. “Te piden trabajos a último minuto, y como son clientes que uno quiere cuidar, terminas aceptando tiempos muy apurados y mal pagados”. Para Andrea, esto muchas veces tiene que ver con un tema de liderazgo y no necesariamente de la empresa: “Hay jefes que son súper despelotados, no tienen estructuras, no están alineados a la estrategia, o no bajan la información a tiempo. Es dificil darse cuenta de esto antes de entrar a un trabajo, pero si ya estamos en esa situación podemos siempre conversar con ese jefe o bien escalar a quién está más arriba para mejorarlo”.

Darte un feedback poco claro del tipo “es que no me gustó”.

Está bien, no te gustó, pero específicamente ¿Por qué? No eres adivino ni estudiaste para entender el gusto personal de una persona en especifico. Los trabajos deben tener pautas claras y los feedback siempre pueden explicarse con fundamentos y de manera acertiva para darte la oportunidad de ir aprendiendo lo que se espera.

Presencialidad por sobre productividad.

Tienes poca flexibilidad laboral para ir al doctor o a buscar a tu hijo y te ponen mala cara cuando te vas a la hora porque aún existe esa idea de que entre más tarde te vayas, mejor trabajador eres. “Ya no están los tiempos, las personas tienen salud, familia y vida personal”, dice Andrea Puelma: pregúntate si realmente te están haciendo “calentar asiento” porque sí.

Preguntarte por tu maternidad (u otros temas personales) en la entrevista de trabajo.

Suele ocurrir en temas de género, dice Andrea, quien además cuenta una anécdota personal con uno de sus primeros trabajos: “Me preguntaron si yo tenía nana puertas adentro para cuidar a mis hijos. Fue una Red flag que debí haber visto en su minuto antes de tomar la decisión de entrar a la empresa. Luego, trabajando allí, me di cuenta de que la cultura de la empresa se decía familiar pero no lo era. La líder exigía estar full en la pega así que las mujeres que eran madres éramos “un cacho”. Debí darme cuenta en un principio que si había alguien que me estaba preguntando si tenía quién cuidara a mis niños en la noche, era porque me iban a pedir quedarme en la noche. Hay que tener mucho ojo cuando te hacen estas preguntas personales que no corresponden, solo deberían hacerte preguntas relacionadas al cargo”.

Sentir angustia cuando te levantas a trabajar

Si a estas alturas ya se te pasaron todas las banderas, que no se te pase la más importante; si puedes elegir, siempre prioriza tu salud mental.

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