La historia de amistad entre Vera y Alejandra -quien prefiere no dar sus nombres reales- comenzó en 2008 y terminó en 2014. Se conocieron en una entrevista de trabajo y desde entonces no se separaron. “Éramos como hermanas. Fue de esas amistades intensas que más se parecía a una relación amorosa. Todos nuestros fines de semanas los pasábamos juntas, saliendo o quedándose en casa a tomar té. Nos reíamos y adoptamos neologismos para nombrar ciertas cosas, casi como una forma de ser. Manejábamos copias de llaves de nuestras casas, tazones regalones, chaquetas favoritas. Conocíamos detalles y secretos de la vida familiar de cada una.” Cuando Alejandra decidió irse a vivir a Argentina, Vera la siguió junto a su hijo, pero con la llegada a Buenos Aires las cosas empezaron a decaer. “Nada fue como lo había esperado. A veces le pedía que se quedara con mi hijo para poder ir a la Universidad y ella optó por cobrarme. Yo lo entendí porque estaba sin trabajo, sin embargo, se quedaba muchos fines de semana con nosotros, deprimida sin querer hacer nada, suponiendo que yo estaba ahí para hacer todo sin reclamar. Fue ahí recién que me sentí utilizada en la amistad”. Luego de que Alejandra se emparejara, comenzaron a distanciarse y la relación se volvió tensa. En una visita que Vera hizo a Chile, Alejandra le envió un mail desconociendo su amistad y “terminando” con ella. “Nunca más hablamos. Yo me sentí mucho tiempo como desajustada, confusa, y con mucha pena. Fue una pérdida para mí muy dolorosa. Pero después fui entendiendo que a veces hay amistades en la vida que también se quiebran y se terminan sin que una entienda muy bien el por qué.”
Ya sea por celos, por traiciones, por tomar caminos distintos, por diferencias irreconciliables o simplemente porque se acabó el amor, las relaciones de amistad también terminan, y romper una amistad puede doler tanto como terminar un gran amor. Culturalmente solemos decir que “los amores pasan y las amigas permanecen”, pero, ¿realmente es tan así? Según un estudio de la Universidad Aalto de Finlandia y la Universidad de Oxford en Inglaterra, el ritmo de crecimiento de las amistades tiene su punto álgido a los 25 años. A partir de esa edad los amigos y la intensidad comienzan a disminuir, ya que las personas tienden a quedarse y cuidar sus lazos más importantes. Eso quiere decir que muchas amistades terminarán o quedarán en el camino durante la vida. Para Helga Delgado, psicóloga clínica de Grupo Asocia, a nivel cultural existe un modo preestablecido sobre cómo funcionan las relaciones de pareja, donde el inicio y el término es mucho más claro, sin embargo, en el caso de las relaciones de amistad ese limite es difuso, y por lo tanto, se forma esta idea de que las relaciones de amistad son para toda la vida. “Pero la amistad puede ir variando en el tiempo, cambiando, transformándose o incluso terminarse”.
Valeria Luna, una de las creadoras junto a María José Castro del podcast “Las amikas” – del cual también se publicó un libro -, sabe bien de términos de amistad. En su experiencia personal ya ha tenido dos quiebres definitivos de vínculos que tras desilusionarla decidió cortar. “Con las amigas también se pueden terminar. No porque conozcas a alguien desde muy chico estás obligado a aguantarle todo. No hay que sentirse mal por sacar a alguien de tu vida que te hace sentir mal”. Para Valeria, la amistad siempre ha significado un espacio seguro, pero afirma que enaltecer el concepto de amistad es exigirle demasiado a ese vínculo. “Hay ciertas exigencias sociales en las relaciones de amistad, de ser incondicionales, de aguantar de todo, de estar ahí siempre.” Valeria considera las relaciones de amistad algo más fluido que las de pareja, donde puede haber una necesidad de terminar oficialmente o también simplemente “dejar de verse un tiempo y retomar la amistad después”. Algo en lo que Helga coincide: “la amistad puede ir transformándose y cambiando, y eso también depende de cómo en cada amistad en particular se puede ir elaborando esos cambios y diferencias respecto del inicio”.
En el cine, en las series y en la literatura existen muchas representaciones de amistades intensas que son historias de amor. Un ejemplo actual es el libro de la escritora Elena Ferrante, “La amiga estupenda”. En esta trilogía, la autora desarrolla la amistad entre Lila y Lénu; quizás una de las amistades menos idealizadas y más reales de la literatura. Lealtad, afecto y admiración mezclado con competencia, envidia y dependencia. Contradicciones y complejidades de dos mujeres que se crian juntas en el mismo barrio de Napoles, que comparten la pobreza, la violencia y las dificultades de género de la época, que envejecerán juntas pero que a lo largo de los años también se odiarán, se distanciarán y terminarán por una necesidad de crecimiento e individuación de cada una. Quiebres que no estarán exentos de culpas, por la historia que las une y el estrecho vínculo que forjaron. “El vínculo de amistad supone una preocupación conjunta, un acompañamiento, cierto compromiso mutuo, puede llegar a ser más estable y duradero incluso que una relación de pareja”, dice Helga. Por lo mismo, agrega, la dificultad para darle término puede llegar a generar mucha culpa. “En esta idea preconcebida de que en las pareja sí y las de amistad no, a veces cuesta soltar a un amigo, asumir que la relación ya se terminó, pero esa dificultad para soltar ese vínculo, puede generar culpa o mantener relaciones en las que ya no querríamos estar.”
Lo importante, agrega Helga, es asumir que todo término o lejanía conllevará siempre un duelo, y hay que aprender a validarlo. “El hecho de que la amistad tenga un término más difuso o no definido, puede dejar en suspenso la elaboración o el “duelo”. Pero hay que saber que en todo término de relación obviamente habrá una pérdida. A cada uno nos afecta de forma diferente y según los significados atribuidos a eso que se pierde. Así también depende de qué tanto cada uno puede asumir las pérdidas y separaciones, de cómo y porqué haya sido ese término de relación, cómo vamos a vivirlo y enfrentarlo y por tanto, que tan culpables o no nos sentiremos”.