A pocos días de terminar el año, Javiera (25) recuerda uno de los momentos más significativos de su 2022: renunciar a su primer trabajo como periodista. Una decisión que -relata- no fue fácil, pero en la que se conjugaron varios factores que la hicieron decidirse, entre ellos, la falta de referentes que la guiaran en lo laboral y la pérdida de sentido en sus quehaceres diarios.
“Tenía la necesidad de escapar. Un tiempo estuve obsesionada con la idea de irme a vivir afuera de Chile y ser nómade digital. Ahora que lo pienso, no era tanto por un interés genuino, sino para cambiar este estilo de vida que estaba llevando”, dice y puntualiza: “Yo creo que algo que me hizo darme cuenta fue que empecé a sentir que mi vida empezaba antes de las 9 a.m y después de las 6 p.m, que era en los momentos donde no estaba trabajando”.
Después de mucho masticar la idea y luego de una conversación con sus padres, en junio, Javiera renunció. “Fue un instinto de supervivencia. Muchos me decían que estaba siendo valiente al dejar todo sin tener otro trabajo en mente, pero en realidad lo estaba pasando tan mal que sabía que ese era el camino correcto”, cuenta y reflexiona: “Creo que esto fue un hito en mi 2022 y en mi vida también, porque aprendí a escuchar mi guata. A veces, uno sabe que las cosas andan mal, pero igual te autoengañas. Ahora que estoy en un mejor ambiente laboral me doy cuenta que hacer eso, no vale la pena”.
Habitualmente, ponerse metas y fijar propósitos suele ser una buena forma de partir el calendario: dejar de fumar, hacer deporte, comenzar a ahorrar, leer más. Sin embargo, -y contraria a la filosofía social que privilegia al sacrificio- el hecho de renunciar, desistir y querer dejar atrás -ya sea trabajos o vínculos-; también puede ser un deseo clave al momento de enfrentar un nuevo año.
Y es que, tal como dice la consultora en toma de decisiones y autora del libro Quit: The Power of Knowing When to Walk Away (publicado a principios de octubre); Annie Duke, el hecho de renunciar, lejos de ser un fracaso, nos permite alcanzar más rápidamente nuestros objetivos. Es decir, nos ayuda a tomar acción cuando las cosas toman una dirección que no nos acomoda. “Cada vez que iniciamos algo, estamos tomando esa decisión en condiciones inciertas. ¿Qué tanto sabemos en realidad cuando aceptamos un empleo? ¿Qué nos va a parecer el entorno de ese lugar de trabajo? No lo sabemos. La opción de desistir es lo que nos permite hacer algo al respecto”, manifiesta en una entrevista con The New York Times.
Sin embargo, Duke explica que aún existe una mirada social que privilegia la resistencia versus el abandono. “Si consideramos los aforismos que hay acerca de desistir ante algo, nos encontramos con cosas como ‘los ganadores nunca se rinden’ o ‘quienes se rinden nunca ganan’. Incluso cuando las personas persisten en circunstancias muy peligrosas, se convierten en los héroes de la historia”, explica.
A pesar de ello, y sobre todo post pandemia, han surgido movimientos que han hecho tambalear esta idea. Probablemente, el más masivo a nivel mundial ha sido la Gran Renuncia, un concepto que se creó para dar cuenta de las altas tasas de abandono laboral, sobre todo en países desarrollados. En Estados Unidos, por ejemplo, se estimó que alrededor de 47 millones de personas dejaron sus trabajos en 2021, marcando así un hito en los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales del país.
Según la psicóloga y académica de la Universidad Diego Portales, Alejandra Rossi, este tipo de movimientos han permitido dar pie a nuevos entendimientos respecto a lo que implica renunciar. “Históricamente, se ha dado mucho valor al trabajo estable, contrato, jornada completa. Salir de esa lógica cuesta, pero eso ha ido cambiando desde los millennials en adelante, que han despertado y privilegiado aspectos como el bienestar. Si bien puede que con ellos la idea de renunciar se haga más fácil, siempre va a existir un choque con los valores que generaciones anteriores atribuyen a elementos como la estabilidad. Por ejemplo, si crecí en una familia donde el dinero tenía valor simbólico, dejar atrás un trabajo que genere buenos ingresos, puede ser una decisión difícil”.
Sin embargo, dice la especialista, cuando las personas ya se dan cuenta que es necesario hacer un cambio; el hecho de repensar y reconceptualizar la renuncia como punto de partida puede ser relevante, sobre todo ad portas de un nuevo año. “Después de ser conscientes de la situación, es clave entender que es necesario contar con una red de apoyo para no quedarnos solos y solas. Eso en todo ámbito. El sistema cultural y social en el que vivimos nos ha inculcado que todo depende de uno, y eso es así hasta un cierto punto, pero la mayoría de las acciones son colectivas. Así, si termino una relación de pareja y tengo un buen grupo de contención, eso me hará más llevadero el proceso”.
Si todo acto de renuncia requiere de un grado de valentía, ¿Cómo plantearse esto como objetivo 2023 sin caer en un círculo ansioso? Nuria Pedrals, psicóloga y coordinadora del Programa de Bienestar y Liderazgo de la Facultad de Medicina UC, explica que -primero que todo- hay que entender que la renuncia puede ser un momento de autocuidado y encuentro con las necesidades de uno mismo. Con eso en mente, las personas se pueden hacer una serie de preguntas. “Hay que pensar: ¿Por qué estoy haciendo lo que hago? ¿Cuáles son mis motivaciones? ¿Qué podría incorporar en mi vida para mejorar mi bienestar y felicidad? ¿Qué falta en mi existencia para reforzar esos aspectos? Hay cosas que son súper sencillas y que pueden ir desde alimentarse mejor a ser más disciplinados en el cotidiano o aprender cosas nuevas. Si empezamos a reflexionar desde ahí, podemos ir renunciando y dejando atrás las cosas que obstaculizan ese progreso”, concluye.