“Nunca me había hecho esa pregunta. Pero si ahora pienso en la posibilidad de volver a nacer y ser la mamá de mi mamá, respondo que sí me gustaría, porque quisiera que ella hubiese tenido una mejor vida, más oportunidades de realizarse, crecer y amarse como mujer.
Mi mamá se casó y tuvo a mi hermano mayor a los 17 años, en una época sin mayores oportunidades para las mujeres. Por ello su vida transcurrió como dueña de casa y mamá, aguantando maltratos, siempre postergándose y convirtiéndose en una persona más bien funcional, rígida y estricta, que buscaba que sus hijos se realizaran profesionalmente para no repetir su misma historia.
Entonces, si pudiéramos cambiar los roles, le regalaría sin duda la posibilidad de estudiar, de elegir su propio camino y lograr su independencia, pero sobre todo quisiera que se valore, cuide, respete, que se ame y se sienta mujer.
Repetiría su cariño, entrega y lealtad incondicional”.