Héctor Hugh Munro nació en Bengala, en 1870. Se crió con una tías abuelas en Devon. A los 23 años partió a Mandalay, Birmania, como policía militar, pero la malaria lo forzó a regresar y buscar otro camino, que fue el de escritor. En 1900 eligió Saki como su nombre de guerra y, a partir de 1903, combinó el ejercicio del periodismo con la escritura de cuentos que, serie tras serie llegaron a formar un corpus formidable que supera las 800 páginas, aunque Saki murió joven: se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial y perdió la vida en el Somme, en noviembre de 1916.
A Chile acaban de llegar sus cuentos completos, que por primera vez aparecen en español. Saki cultivó, sobre todo, la sátira y el humor negro, hasta convertirse, según muchos de sus lectores, en el mejor humorista en lengua inglesa, juicio probablemente exagerado; pero no hay duda de que se trata de un notable cuentista, que retrató su época con singular agudeza y una insólita libertad en materia de convicciones morales, que no políticas: era conservador y patriota, aunque despreciaba casi todo lo demás. Su misoginia y su antisemitismo no fueron obstáculo para su triunfo, y su homosexualidad (tabú para la época; Saki alcanzó a ser testigo del caso de Oscar Wilde) se mantuvo cuidadosamente oculta. Aunque es posible rastrear todos esos rasgos en su narrativa, permanece sobre todo la mirada iconoclasta y profundamente subversiva de un conservador que no le tenía miedo a las palabras ni a las buenas historias.
→ Editorial Alpha Decay, Barcelona, 2006. 818 páginas.