Productos veganos
La venta de la cosmética vegana -donde no se usan ingredientes de origen animal ni derivados de ellos, como miel, leche y colágeno- va a tener un crecimiento anual del 6% durante el período 2019-2023, lo que equivale a 4,76 mil millones de dólares, según los resultados de un reporte publicado en junio por la plataforma de investigación de mercado Technavio. Según explican, esto se debe principalmente a dos factores. El primero está relacionado con la progresiva concientización sobre el testeo en animales para la investigación en cosmética, y el segundo con la noción de que este tipo de productos tiene menos impacto ambiental que aquellos donde se utilizan animales.
La participación de Chile en este aumento del consumo de productos veganos será, sin duda, importante. Según el mismo estudio, Sudamérica es el tercer mercado con mayor proyección de aumento de ventas, mientras que desde la ONG nacional Te Protejo explican que, a nivel latinoamericano, los chilenos gastan alrededor de 400 mil pesos al año en cosmética, siendo superado en la región solo por Brasil, cuya población es 11 veces más grande.
Es importante aclarar que si un producto es vegano no equivale a que sea cruelty free, pero en cambio si es cruelty free siempre será vegano. Dicho esto, cuando Te Protejo nació en 2012 solo había 20 marcas en Chile certificadas por no ocupar animales en el desarrollo de sus productos, mientras que ahora hay más de 160, lo que equivale a un aumento del 900%.
la Cosmética sustentable y el impacto ambiental. El auge de la cosmética vegana va de la mano con el uso sostenible de recursos biológicos, la conservación de la biodiversidad y el abastecimiento de materias primas respetuosas con el medioambiente. Marcas como Natura y The Body Shop cuentan con informes de sustentabilidad anuales, donde dan cuenta del origen de sus productos. Esto incluye datos como: el efecto de la extracción de las materias primas en la comunidad, la creación de biopuentes (franjas de terreno regeneradas que ayudan a especies amenazadas o en peligro a reconectar, reproducirse y prosperar), disminución del uso del agua y la extirpación respetuosa de productos con el objetivo de no agotarlos.
Se la misma forma en la que hace algunos años surgió el slow fashion como respuesta a la ropa desechable, hoy para el consumidor es cada vez más importante que los procesos en los que se recogen y venden los productos cosméticos tengan el menor impacto posible en el medioambiente. En Chile, los consumidores que buscan marcas y productos que se alineen a esta filosofía van en aumento.
Tanto el año pasado como este, el estudio de tendencias de EuroMonitor arrojó que el comprador detective -aquel que es escéptico y que investiga sobre los procesos productivos- está dentro de las 10 principales tendencias de consumo. El mismo estudio clasifica a estos compradores como "sobrevivientes de la recesión, recientes traidores del materialismo, que van de la generación X a la Z, pero se toman en serio las causas en las que creen".
Personalización de la cosmética
El año pasado fue el de la personalización del maquillaje. Si una marca lanzaba una línea de bases que no considerara una amplia gama de tonos, se convertía en el foco de la crítica de miles de personas a través de redes sociales. Incluso Lancôme cuenta en Europa y Asia con una máquina que puede preparar una base de maquillaje a medida para el tono de piel de la clienta en la misma tienda, en pocos minutos. Este año, en tanto, es la dermocosmética la que busca posicionarse como un ítem lo más específico posible.
Lo más cercano a esto fue la incorporación, en los últimos cinco años, de ciertos activos específicos a los productos, como probióticos, vitamina C y ácido hialurónico, pero ahora la personalización podrá ser aun más específica para cada comprador. Los fabricantes de productos químicos BASF -que cuentan con presencia en Chile, donde trabajan con distintas empresas de cosmética nacionales- anunciaron este año una alianza con la firma francesa B2B Cosmetics, con el objetivo de comercializar una máquina que permita hacer productos como serums o cremas a partir de cápsulas con activos específicos. En la misma línea, SkinLab trajo a Chile Mask Machine, un dispositivo capaz de crear mascarillas faciales usando frutas y verduras, dependiendo de las distintas necesidades de cada piel.