Paula 1109. Sábado 24 de noviembre 2012.
En la última década ha aumentado la conciencia social respecto al problema de las mujeres que son maltratadas por sus parejas, pero una consecuencia de esta violencia ha quedado fuera de la atención de las políticas públicas: la situación de los niños que a diario son testigos del maltrato del padre hacia la madre.
El sicólogo chileno Raúl Lizana, radicado hace 20 años en España, máster en sicopatología y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, escribió el primer libro a nivel hispanoamericano dedicado a este tema, A mí también me duele. Niños y niñas víctimas de la violencia de género en la pareja (Editorial Gedisa, 2012), basado en su propia experiencia clínica e investigaciones. Como sicoterapeuta, Lizana comenzó hace 18 años atendiendo a hombres maltratadores. Un tiempo después trabajó en terapias para mujeres que sufrían maltrato. Fue entonces que notó lo preocupadas que ellas estaban por el bienestar de sus hijos y por cómo toda la situación de violencia los afectaba también a ellos. Parecía lógico y, sin embargo, no era algo en lo que él mismo o sus colegas hubieran reparado lo suficiente. Lizana comenzó entonces a desarrollar programas terapéuticos para estos niños y para sus madres, se especializó como investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona en el tema de niños víctimas de violencia de género en la pareja y lleva 8 años capacitando a equipos profesionales. En esta entrevista cuenta cuáles son esos efectos devastadores y aún poco conocidos de esta violencia en los niños.
¿Por qué te centraste en este tipo específico de violencia?
Porque la violencia de género, que es la que ejercen los hombres hacia las mujeres en la relación de pareja es la más común y grave que tenemos, junto con el maltrato infantil. La última encuesta de Sernam de 2008 habla de 35,7% de mujeres que han vivido violencia en Chile. Y las últimas víctimas que estamos viendo en este camino son los niños y niñas que estaban invisibilizados. A todos nos ha pasado un poco, parece que es normal haber visto violencia entre nuestros padres y pensar que no tiene consecuencias. Lo que sabemos ahora es que las tiene, y graves.
¿Cómo esa violencia afecta a los niños si no es un maltrato directo contra ellos?
Los niños no entienden lo que está sucediendo. Se trata de las dos personas que más quieren en el mundo y que representan su seguridad. Este maltrato del padre hacia su madre les produce una ansiedad y terror intenso porque, además, en Chile 32,6% de las mujeres maltratadas son víctimas de violencia física, sexual y sicológica al mismo tiempo, según esa misma encuesta de Sernam. Los niños son testigos de daño físico, e incluso de las posibilidades de muerte de su madre. Ellos no saben hasta dónde va a llegar la violencia, muchas veces no lo saben ni las mujeres.
¿Qué consecuencias les causa esto?
Los afecta en casi todos los ámbitos de su vida. Tenemos niños con ansiedad, estrés post traumático y fobias. Síntomas depresivos, aislamiento social y dificultad para establecer relaciones cercanas. Pueden tender a la introversión o a ser violentos, porque aprenden que las relaciones son algo donde uno puede salir lastimado. También problemas de aprendizaje y rendimiento escolar. Aprenden valores abusivos y valores sexistas, porque el papá es quien define lo que se hace en la casa y es válido usar la violencia. También tienen problemas en su salud física. La mitad de ellos son maltratados también por el padre y un número de niños muere. Cinco en España el año pasado. En Chile fue ron 12. En el ámbito sexual también hay daño, muchos niños tienen que vivir el abuso sexual del padre hacia la madre. Otras consecuencias son económicas. Los maltratadores empobrecen a las mujeres, les privan de recursos para controlarlas y los niños no pueden acceder a cosas básicas. Además, los más pequeños postergan el aprender a caminar, a comer solos, a ir al baño, porque en vez de estar preocupados de crecer, están preocupados de sobrevivir.
En tu experiencia, ¿cuáles son los actos de violencia que ocurren con más frecuencia delante de los hijos?
Los niños presencian todo tipo de violencia. Entre 75 y 85% de los niños han visto un episodio en directo de violencia física. De golpes y daños a la madre. Y el resto la han escuchado detrás de la puerta, porque la madre, para protegerlos, los ha llevado a una habitación o a un lugar donde puedan estar tranquilos. Pero no significa que estén a salvo, significa que han escuchado la violencia y han sufrido, además, con la ambivalencia de saber que están maltratando a su madre. Ellos piensan: "¿Qué hago? ¿Trato de ayudar a mamá? Si me meto, también me pueden hacer daño a mí. Pero si no la ayudo, me quedo con una culpa terrible".
Esa ambivalencia, ¿aumenta a medida que el niño crece?
Fíjate que es más grave cuando los niños son muy pequeños, o cuando ya son bastante más grandes. Cuando eres muy pequeñito, antes de los 4 años, estás todo el tiempo al lado de mamá y, cuando ella es agredida, es más fácil que te afecte directamente. Cuando estás entre los 4 y 12 años, tienes un poco más de independencia y te vas moviendo para protegerte. Y, cuando ya eres más grande, es más fuerte el impulso de intervenir. Por querer parar o enfrentar al padre, algunos niños salen lastimados.
¿Cómo se las arreglan los hijos para protegerse de lo que sucede a su alrededor?
Adoptan roles que casi siempre tienen que ver con sobrevivir a la violencia del padre. Algunos niños, entonces, pueden ser confidentes del padre. El padre los hace partícipes de los insultos a la madre, les habla mal de ella y les transmite una explicación de su propia violencia que los desculpabiliza a ellos y culpa a la madre. Es fácil que los niños adopten un rol de ser ayudantes del maltrato, o incluso reemplazantes. Cuando el padre no está, los hijos pueden cumplir funciones de control hacia la madre. Son obligados a informar adónde va la madre, o cuánto tiempo tarda en volver.
¿Los padres les traspasan esa violencia a los hijos?
Lamentablemente los niños van repitiendo lo que ven y sus padres son la principal fuente de aprendizaje de cómo relacionarse con la gente. Sabemos que hay un porcentaje de entre 30 y 40% de niños y niñas que van a repetir esto. Niños que van a maltratar a sus parejas y niñas que vivirán relaciones en las cuales serán maltratadas.
¿Cuáles son los otros roles que toman los niños?
Confidentes de la madre. Cuando el padre maltrata a la madre, los niños van a cuidar a la mamá. La atienden, consuelan, escuchan. Desde muy pequeñitos, ¿eh? Niños que, incluso, aún no aprenden a hablar, van y se ponen al lado de la mamá después de un episodio violento para cuidarla y acompañarla. Son acompañantes en el dolor. También hay niños que cuidan a sus hermanos y otras tareas domésticas, para aliviar el trabajo de la mamá cuando está mal. Otro rol, quizás el más difícil, es el de los niños que hacen de árbitros o de mediadores. Cuando ven que viene la violencia, tratan de detener a papá, o tratan de que mamá no siga hablando, para que papá no se enoje más y no la violente. En el fondo, son niños que se transforman en cuidadores. Es el mundo al revés, en vez de comportarte como niño, tienes que estar cuidando a tu padre para que no maltrate a tu madre y a tu madre después de que la maltratan para ayudarla a recuperarse. Son tareas que no corresponden a niños.
Y es un rol riesgoso para niños.
Pueden terminar ellos maltratados. En las peleas dicen "papá no sigas, cálmate. Hagamos otra cosa, hablemos de otra cosa". Tratan de distraer. Hay niños, incluso, que rompen cosas o gritan, para que la atención se desvíe hacia ellos y la mamá no resulte lastimada. Pocas veces resulta, los maltratadores finalmente tienen el control de la situación y generalmente termina esto en violencia hacia la madre y a veces también hacia los niños.
Los derechos del padre
¿De qué manera las mamás tratan de proteger a los niños de esta violencia?
Ellas están en una situación de la que cuesta mucho salir, dañadas y atrapadas por un hombre que las ha amenazado con un montón de represalias. La energía que les queda la usan para cuidar a los hijos lo mejor que puedan. Si va a venir violencia sobre los niños, se ponen entremedio y reciben ellas la paliza. Conocen el ciclo del hombre y cuando saben que esa noche las van a maltratar, se planifican para dejar a los hijos protegidos en alguna pieza, o llevarlos adonde una vecina. Ellas se esfuerzan mucho por seguir siendo buenas mamás y darles a los niños una vida más luminosa, para compensar todo lo malo del padre.
¿Y funciona?
No mucho, pero lo que sí logran es que la violencia más brutal no llegue a los niños. Sin estas madres que se ponen como escudo, los daños de estos niños serían muchísimo más graves. Entonces, claro, reciben mucho más daño ellas. Otra cosa que hacen las mamás es resguardar la imagen del padre para que el niño no lo odie. Cuando sucede el episodio de violencia le quitan importancia, dicen que ha sido un mal momento del padre. Ellas se sacrifican por el bien del niño, porque a nuestra sociedad le importa muchísimo que los niños se vayan a quedar sin padre. Lo cierto es que entre tener un padre que está haciendo un daño profundo, grave, traumático y no tenerlo, es mejor no tenerlo. Y este es el problema que tenemos con las visitas de los padres violentos cuando se han separado de las madres.
¿Cuál es el problema con el régimen de visitas del padre?
Cuando una mujer logra separarse finalmente de este señor, lo que pasa es que se dictamina por vía judicial que los hijos se pueden quedar con la madre, pero tienen que ver al padre obligatoriamente. El problema es que se piensa que el niño ya está protegido porque la madre se ha separado del padre. Lo que no hace nadie es evaluar si este padre maltratador es capaz de tener contacto con el niño sin seguir dañándolo. Esto nadie lo pregunta, las visitas se dan por hecho. Entonces, los niños van obligados a las visitas y se encuentran solos con el maltratador. El trauma por ver como maltrataban a la madre, se vuelve a recrudecer con las visitas. Los niños se encuentran con un padre que puede ser negligente, que puede maltratarlos también y manipularlos.
¿Pero no existen medidas de protección en los juzgados de familia en que hay prohibición de acercarse?
En los juzgados dicen "la violencia era solo contra la pareja, pero como padre siempre ha sido muy bueno". ¿Cómo se puede ser buen padre si uno está aterrorizando a sus hijos? Los días antes de la visita los niños están con dolor de barriga, de cabeza, están haciendo síntomas nerviosos porque tienen miedo.
Aquí en Chile hay agrupaciones de papás que hablan del síndrome de alienación parental y dicen que su ex pareja no los deja ver a sus hijos como venganza. ¿Qué dices de esto?
Yo creo que eso puede suceder en situaciones particulares, pero no es algo frecuente que las mujeres hagan estas cosas. Lo que más veo yo es que los hombres ejercen violencia sobre las mujeres y los niños no quieren ver a sus padres, porque les tienen miedo. Para empatar las cosas hace años en Estados Unidos un señor inventó este síndrome de alienación parental, que no tiene ninguna validez científica, para poder decir que las mujeres están locas o que ponen a los niños en contra de los padres. En los tribunales, los hombres aparecen mucho más preservados porque no han sido maltratados. Esto es lo que se llama la doble fachada, el hombre hacia fuera parece una persona muy comprensiva, inteligente, que habla muy bien, no nos calza con que sea un maltratador. En cambio la mujer llega después de muchos daños, en su discurso parece enojada, desgastada. Pensamos que es mala mamá, que es una mujer despechada, que quiere aprovecharse.
¿Los niños que se han tratado con terapias logran recuperarse?
Los niños pueden recuperarse de la violencia y la madre también. El problema es que no tenemos un contexto de protección adecuado. Junto con las madres, los terapeutas hacemos lo posible para hacer más seguros los ambientes para los niños, pero si siguen teniendo estas visitas obligadas del padre, pues vamos reparando lo que se sigue dañando, porque la sociedad no los protege.
¿Hay pocas posibilidades, entonces, de recuperar la relación con el padre?
Se puede reparar. Pero necesitamos que el padre haga un proceso de revisión de su violencia. No podemos obligar al niño que se acerque a alguien que es inseguro para él. Sabemos que los hombres que maltratan a sus parejas perjudican el desarrollo de los niños y estamos dando la lucha para que se exija a los hombres maltratadores pasar por un proceso si es que quieren ejercer una paternidad responsable.