Sábado. 10:30 AM. En un salón del estadio del Banco Estado, en Las Condes, hay 50 personas que saltan, giran y estiran sus brazos al ritmo de una canción cuyo estribillo es mueve-mueve. Un mexicano joven y gordito los alienta: "Prueben la flexibilidad", dice. Luego, la música cambia. Suena un tecno y la concurrencia se ordena en cuatro hileras imitando los movimientos del mexicano que, con los pies separados y las manos a los costados, flecta las rodillas simula empujar algo contra el suelo. "Ésta es la estabilidad", dice. La música cambia de nuevo, se vuelve enérgica. Todos lanzan combos al aire. El mexicano explica que esos movimientos tienen que ver con la determinación. Al final suena una canción romántica, todos abren los brazos y el mexicano dice: "Ésta es la apertura".
Los ejercicios son una actividad de coaching ontológico, la versión más extendida en Chile de coaching, método que busca desarrollar en las personas procesos de aprendizaje y transformación personal para alcanzar metas. Todas estas personas –entre las que hay ingenieros, abogados y sicólogos– son parte del ACP 2009, el programa de formación de coaches profesionales de Newfield Network, la consultora y escuela de coaching ontológica más antigua de Santiago. El ACP de este año tiene 165 alumnos, de los cuales 70 son extranjeros, y cada uno ha pagado casi 4 millones de pesos por ocho meses de una formación teórica y vivencial.
La idea de los movimientos que realizan los alumnos –cada uno con una etiqueta con su nombre pegada al pecho– es que identifiquen en qué disposición corporal se sienten más cómodos, lo que parece revelarles información importante para el aprendizaje que están viviendo. Un aprendizaje, que es, eminentemente, experiencial. "Para ser coach tienes que haber pasado por el coaching. No puedes ofrecerle a otro transformar su vida si no has hecho antes algo contigo", dice Liliana Bernal, directora del programa de ACP de Newfield Network.
Traducido del inglés, coaching significa entrenamiento y es una disciplina emergente: desde hace 20 años se aplica en organizaciones y personas para que mejoren sus competencias y sean más eficientes en su vida profesional y personal. En Chile, Movistar, Chilectra, BancoEstado y laboratorios Andrómaco son algunas de las empresas que han recurrido al coaching para potenciar el liderazgo de sus ejecutivos, mejorar la comunicación y el clima laboral y aumentar la productividad. Lo mismo han hecho reparticiones públicas como Codelco, Sercotec y el Registro Civil. Hasta la presidenta Michelle Bachelet convocó a Julio Olalla –uno de los maestros nacionales en la materia–, para que motivara a su equipo de ministros, subsecretarios e intendentes justo antes de comenzar su gobierno.
¿Hasta dónde te ayudó a llegar?
"El coaching es un proceso de acompañamiento, en el que un coach ayuda a su cliente a descubrir, aclarar y alinearse con lo que quiere lograr. Un coach es una suerte de amigo más sofisticado", señala Raúl Pacheco, ex director del capítulo chileno de la International Coaching Federation, ICF, asociación gremial de coaches profesionales que tiene 10.000 miembros en todo el mundo, incluidos 110 chilenos.
En términos rigurosos ser coach es una profesión, con una formación formal, certificación y código de ética. "Ésas son credenciales de seriedad, porque en el mercado hay todo tipo de prácticas de desarrollo personal o empresarial que se hacen llamar coaching sin serlo", agrega Pacheco.
Marty Brito, diseñadora que se formó como coach en Alemania, explica cómo funciona un proceso de coaching. "La primera pregunta que los coaches hacemos a nuestros clientes es ¿a dónde quieres que te ayude a llegar? Luego, revisamos dónde han puesto mentalmente el tope, qué creencias o interpretaciones limitantes tienen. La idea no es cambiar el mundo, basta con cambiar la mirada para que las cosas sucedan", dice Marty, que todos los años les hace coaching a los alumnos que salen de cuarto medio del colegio alemán de Concepción y dirige un taller llamado Cambiar mi vida.
La escuela de Santiago
Hay distintas escuelas de coaching en el mundo, cada una con su ideología y sus gurús. El coaching norteamericano, por ejemplo, es eminentemente pragmático, mientras que el europeo tiene influencias de la sicología humanista y la fenomenología. Y el ontológico, o sudamericano, tiene una base filosófica y sus líderes son dos chilenos: el abogado Julio Olalla y el doctor en Filosofía, Rafael Echeverría, autor del libro Ontología del lenguaje, en cuyo pensamiento se basa esta escuela. Por esta razón, Chile es considerado la meca del coaching ontológico y en los círculos de iniciados se habla de "la escuela de Santiago". Olalla y Echeverría fundaron juntos la consultora Newfield a fines de los años ochenta. Con el tiempo se separaron en dos oficinas: Newfield Network y Newfield Consulting, que dirigen Olalla y Echeverría respectivamente. Entre los dos han formado alrededor de 3.000 coaches y asesoran a las dos universidades que han abierto diplomas de coaching en los últimos cuatro años: la Adolfo Ibáñez y la Del Desarrollo.
En términos simples, la ontología del lenguaje en la que se basa el coaching chileno se centra en la comunicación como un fenómeno capaz de crear realidades. Según el pensamiento de Echeverría –que recoge postulados del chileno Fernando Flores y de filósofos como Nietzsche y Buber–, las conversaciones pueden transformar a las personas, a sus relaciones y a su mirada del mundo. Aunque se centra en el lenguaje, también considera al cuerpo y las emociones como dos dimensiones más de la comunicación y trabaja sobre estos tres ejes para llevar a cabo la transformación personal. "Hoy no bastaque las personas tengan expertise académica para alcanzar el éxito profesional y la felicidad personal. Los nuevos líderes necesitan desarrollar habilidades emocionales y relacionales. Para esos aprendizajes, el coaching ontológico es muy útil" asegura Rafael Echeverría a Paula, en un breve paso por Chile, ya que pasa la mayor parte del tiempo atendiendo a clientes en el extranjero y dando conferencias.
Respecto a la similitud del coaching con las técnicas de autoayuda, Echeverría enfatiza que no se trata de una disciplina de este tipo. "El mundo de la autoayuda está plagado de charlatanería, superficialidad, esoterismo y la influencia del pensamiento New Age. La propuesta de la ontología del lenguaje, en la que se basa el coaching ontológico, busca una nueva interpretación del fenómeno humano y se apoya en la filosofía y las ciencias", dice.
La secreta charla del gurú
Cuatro días después de los ejercicios en el estadio BancoEstado, los alumnos del ACP 2009 parten al hotel Conference Town, en Viña, donde pasarán tres intensos días. Julio Olalla estará ahí. A lo largo del programa de formación, las tres conferencias que dicta este gurú del coaching constituyen el hito más esperado por los alumnos. "Las personas florecen en su presencia", dice Liliana Bernal, de Newfield Network. Para esas ocasiones los 70 alumnos extranjeros inscritos en el programa viajan hasta Chile. El resto del tiempo funcionan en grupos de estudio en sus respectivos países bajo la guía de un coach supervisor.
La comunicadora social peruana Nery Nina (26) es una de las alumnas extranjeras: vive en Tacna y viajó 32 horas en bus para asistir a la conferencia. Nery invirtió los ahorros de cuatro años –que había juntado para una maestría en Gerencia Social– en este programa de coaching. Hasta ahora, no se arrepiente. "Ha sido una de las experiencias más potentes que he vivido", dice. Pedimos permiso para asistir a la conferencia de Olalla en Viña y verlo de cerca, en acción. Pero no hubo caso. "Hay que cuidar el proceso de los alumnos", explican, y dejan el asunto en el misterio.
Semanas después, de vuelta en Tacna, Nery Nina entrega luces de lo vivido en esa intrigante conferencia. "Para mí, fue un remezón. El último día Julio habló de la cosmología y de cómo la familia en que nacemos influye en la manera en que vemos el mundo. Julio me invitó a salir adelante y a contarles a todos de dónde venía. Les dije que vengo de una familia aimara muy humilde y que mis padres hicieron grandes esfuerzos por educarme. Julio, al lado mío y con su infinito amor, me hizo mirar qué me pasaba con eso. Vi que sentía rabia y pena por haberme tenido que privar de cosas que otros tenían tan fácilmente, como cursos de inglés o de computación. De alguna forma culpaba a mis padres por eso. Decir ante toda esa gente lo que había callado tanto tiempo fue liberador y pude hacer las paces con mis padres: en vez de reprocharles todas las carencias, cuando volví a Perú les di las gracias", dice. Nery salió de la conferencia empoderada y con el sentimiento de que en sus compañeros y su líder había encontrado una segunda familia. La familia coaching.
De empleada a empresaria
Paulina Peñaloza, agricultora, MBA y socia de Chileangourmet hizo el ACP en 2001. "Yo era gerente general de una revista de management y me tincó aprender de coaching, pensé que me serviría en mi trabajo. Me inscribí sin tener idea a lo que iba. Yo vengo de una formación académica dura y, cuando me vi bailando en medio del salón de un hotel, estuve a punto de retirarme. Pero me contuve y decidí quedarme a ver qué pasaba". Ahora lo califica como "un proceso precioso de crecimiento personal y espiritual". Considera que adquirió herramientas concretas para su vida profesional y que aprendió cosas que, según ella, no se enseñan en ninguna parte, como tener empatía y saber escuchar. "Cambié mi forma de relacionarme, que se volvió más amorosa a todo nivel. Y empecé a preguntarme qué quería hacer con mi vida; lo que estoy haciendo ahora tiene que ver con eso", dice. En 2006 Paulina comenzó un emprendimiento con su marido: Chileangourmet, donde elabora y exporta productos nativos prémium y que le valió, en 2007, el premio a la mujer empresaria que entrega Corfo.
Susana Carey, ingeniera comercial y directora ejecutiva de ComunidadMujer, comparte la visión de Paulina Peñaloza. Ella siguió el mismo programa de formación de coaches y pudo darle un giro a su carrera. "Yo trabajaba en el área de finanzas de una empresa multinacional. Tenía una carrera exitosa, pero no me satisfacía. El coaching me sirvió para cuestionarme qué quería hacer, me ayudó a definir un norte y a creérmela. Empecé a dar los pasos para conseguir lo que quería: trabajar con personas y poner al centro al factor humano", dice. En ComunidadMujer, Susana impulsa el programa Mentores, que potencia liderazgos y emprendimientos femeninos.
Después de titularse de coach ontológico, el ingeniero Alex Visic, le dio una vuelta original a sus conocimientos: ahora dicta el taller Reinventa tu vida laboral, donde ayuda a personas comunes a adquirir habilidades de liderazgo y emprendimiento. Con su experiencia anterior como gerente comercial de Schindler y director de la incubadora de emprendimientos universitarios en la Universidad de Chile, en el taller revisa cómo los participantes ejercen el liderazgo en su vida. Analiza la manera en que se comunican y organizan, si saben pedir ayuda y ser creativos. "Ellos me traen una idea de lo que quieren hacer –montar un negocio, cambiar de giro, encontrar trabajo–, y yo les digo si realmente me puedo comprometer a ayudarlos a concretarlo en las 8 semanas que dura el taller", dice. Alex ayudó a una azafata, después de 20 años volando, a dejar los aviones y abrir una tienda de ropa, a una sicóloga recién titulada a encontrar el trabajo que quería y a una pareja formada por un arquitecta y un biólogo a cambiar de giro y abrir una empresa de diseños decorativos infantiles.
Cuando algo sale mal
"El coaching es para personas sanas. Si un coach advierte que su cliente tiene algún desorden, como una depresión, debe recomendarle que busque ayuda sicológica o siquiátrica y concluir el proceso", dice Paul Andwanter, presidente de la Asociación Chilena de Coaching. Simón Rider, sicólogo y coach ontológico, opina parecido: "Difícilmente un coach que no tenga una formación básica en sicopatología o siquiatría podrá distinguir cuándo está frente a un trastorno".
Los miembros del directorio del colegio de sicólogos dicen no conocer el coaching a cabalidad como para opinar al respecto. Sin embargo, hay sicólogos que tienen reparos, como Alejandra Rodríguez, que tiene una paciente bipolar que sufrió un desorden serio durante un curso de coaching. "Luego de inscribirse en el programa de formación de coaches ACP, mi paciente vivió un proceso de cambios demasiado intensos que terminó con un episodio sicótico: se sentía omnipotente. Hubo que internarla en una clínica siquiátrica para estabilizarla. El programa no tiene un proceso riguroso de selección para discernir quiénes están preparados para vivir la experiencia que propone y trata de resolver en pocos meses procesos que en sicología toman años. Eso no lo resiste cualquiera", concluye.
Simón Rider agrega que hay casos en que el trabajo simultáneo de coaching con una terapia puede resultar complementario y enriquecedor. Pero señala que en todo programa de coaching existe un riesgo. "Es una disciplina reciente e inmadura, y existe una explosión de coaches y escuelas, algunas con visiones fundamentalistas que reniegan de las heridas o patologías. Trabajar así me parece peligroso", advierte.