No estaba en sus planes ser actriz. Lo que sí tenía claro era que lo suyo era comunicar. Por eso, apenas salió del colegio La Fontaine –y casi por intuición– se matriculó en el Duoc para estudiar Actuación. No tenía presiones de nadie y, si no le gustaba, simplemente se cambiaba de carrera. Pero apenas experimentó las primeras clases de expresión corporal sintió una mezcla de coherencia y seguridad: "Supe de inmediato que el teatro era lo mío", dice la actriz, ad portas de cumplir 30 años, quien no tiene ningún atado ni crisis con acercarse a las temidas tres décadas.
Sabiendo que la carrera que había elegido tenía mucho de dulce y agraz, estaba dispuesta a bancarse los gajes del oficio. Pero la suerte la acompañó de inmediato. Recién egresada, con 23 años, mandó currículo a los canales de televisión, a ver si algo salía. Justo en Canal 13 necesitaban a una actriz muy blanca y muy rubia para Don Amor, donde debía interpretar a una mujer que se enamoraba perdidamente de un negro puertorriqueño. Ganaba así su primer rol –de cuatro– en una teleserie, género en el que se ha mantenido. Por estos días se la puede ver en La Doña, de Chilevisión, interpretando a la sobrina de la Quintrala.
No solo ha estado en la televisión. También se la vio en la pantalla grande en 2009 con la película Weekend, del director Joaquín Mora y en 2011 con Baby shower, de Pablo Illanes. Actuar en ese formato le gustó tanto que quedó con las ganas de incursionar más en el cine. Aunque sin planes concretos todavía, espera ser parte de la ascendente escena cinéfila nacional. "Ahora el cine se ha desplegado en muchas temáticas, logrando nominaciones y premios a nivel internacional, lo que denota la cantidad de nuevos talentos que existen".
Tanto su vida profesional como íntima la comparte con sus amigas. Junto a cinco actrices, entre ellas Fernanda Urrejola y Andrea García-Huidobro, fundó la compañía Nuestra, con la que han escrito, actuado y dirigido dos obras bien evaluadas por la crítica: Patio, en 2009 y Temporada baja el año pasado. Con otras amigas arrienda un departamento en Providencia. "Convivir y trabajar con tus amigas es un desafío. Aprendes a aceptar, a sacarte las mañas, a compartir. Se ponen a prueba tus neuras y logras funcionar como un equipo", reflexiona.
Aunque es santiaguina, la vida de Sofía ha sido itinerante: vivió en Talca, Antofagasta y Llanquihue antes de instalarse, a los 12 años, en la capital nuevamente. Es la segunda de cuatro hermanos y tiene sangre de artista: es prima directa de la cantante Sofía Oportot y de la actriz Antonia Zegers.
Sabe que la actuación es un rubro impredecible, en el que un día estás híper visible y, al otro, puedes desaparecer. Por eso Sofía agradece poder trabajar en la tele: es una pega estable que le permite ahorrar para la casa propia.
Se siente privilegiada y agradecida por lo que tiene, sin embargo su vida no ha estado exenta de episodios que la han marcado. El primero, fue la separación de sus padres cuando ella tenía 8 años. Por una cuestión económica la familia decidió que Sofía y su hermana mayor vivieran con su papá. Fue con él con quien vivió hasta que se fue de casa.
Con su padre forjó una estrecha relación que en 2006 le puso una dura prueba. Él se enfermó del hígado y tuvo que ser trasplantado. "Fue muy potente. Te cambian todas tus prioridades. Me di cuenta que la salud y vivir cercano al amor es lo más importante". Este episodio la hace hoy ser una acérrima defensora de la donación de órganos: "Pese a la ley de donante universal, la última palabra la siguen teniendo los familiares y, por lo general, es negativa. Hay mucha desinformación, la gente cree que te dejan morir y no es así. Es mejor apoyarse en el lado de que estás dando vida", afirma.
Mujer de convicciones
Cuatro meses recorriendo Europa en el año antepasado y casi dos en Bali y Tailandia, de donde viene recién llegando. Para Sofía, viajar es uno de sus grandes placeres. Le gusta hacerlo sola, conocerse, ponerse a prueba, desconectarse. Hace más de un año que canceló el internet de su celular para estar en el presente. "Miraba cómo en los restoranes hay parejas que no conversan porque cada uno está chateando con el celular. Me parece lo peor".
Es ese mismo espíritu aventurero que la llevó a comprarse hace 8 años una scooter en la que se moviliza para todos lados. Sin embargo, con tanto viaje, no se cuestiona vivir en otro país. "Lo que sí me cuestiono es mi estilo de vida. Cuando me voy de viaje al sur a visitar a amigos, me doy cuenta de la calidad de vida que se vive en otros lugares. Me pregunto: "¿Es esta la vida que quiero?". Allá veo a gente que vive con tanto menos estrés social, sin ambiciones, ni la tensión de acumular cosas materiales. Y me doy cuenta que estoy viviendo en el sistema que tantas veces critico, pero no tengo la valentía para agarrar mis cosas e irme", reflexiona.
Para Sofía, el problema pasa por la falta de oportunidades en otros lados del país. "Odio el centralismo. No podría hacer mi pega en otro lado, porque lamentablemente todo está concentrado en Santiago". Crítica frente a la sociedad, una de las cosas que más deplora es la brecha social. Y cree que para manifestarlo es un deber tener que votar. Así lo hizo apenas cumplió 18.
Asimismo, le molesta que Chile no sea un país laico. "Estamos bajo esta gran techumbre católica, que nos limita como sociedad a ser más igualitaria. Es esto mismo lo que provoca que a la hora de legislar los temas se tornen más valóricos que políticos. Algo que no pasa en Argentina, por ejemplo, con el matrimonio gay".
La televisión y yo
Casi seis años inserta en la televisión, Sofía sabe que es un mundo de constante renovación y que en cualquier minuto pueden no llamarla. Para su suerte, ya está preparando la próxima nocturna de Chilevisión, al mando de Vicente Sabatini, el mismo director que la convocó para incorporarse al área dramática del canal con Manuel Rodríguez, primero, y con La Doña, después.
Consciente de que gran parte de esa renovación se debe a la aparición constante de nuevos talentos, no niega que la belleza es una carta segura de entrada. "La televisión es estética. Es rudo, pero es así. Tengo amigas muy talentosas pero que no encajan con los cánones de belleza que exige el medio. Lo más probable es que si yo no tuviese el aspecto que tengo, no habría sido tan fácil. Por eso, me concentro lo mejor posible para que mi desempeño hable por sí solo".
Aunque fascinada con su trabajo, Sofía tiene claro que a la televisión de hoy le falta más contenido: "Los formatos son expeditos y los productos que se emiten están hechos para que la gente 'vea pero no vea', que no digiera, que sea por inercia. Es como darle comida rápida, en lugar de un pavo a la plancha. Si está acostumbrada a lo primero, obvio que cuando quieras darle lo segundo no le va a gustar", dice.