Paula 1104. Sábado 15 de septiembre 2012.

La diseñadora francesa, preferida entre las productoras de moda, mira hacia Estados Unidos para recrear sus raíces en prendas delicadas y sutilmente sexys, de espíritu urbano y rockero.

Isabel Marant es de esas marcas que uno no elige, simplemente la eligen a uno a fuerza de colarse por la retina desde todos los canales por donde transita la moda. Y este año, la marca francesa se ha encargado de hacerse visible, y de las formas más inesperadas.

En su breve paso por Chile –invitadas por Ripley y Paula a Ropero Paula– las estilistas del momento, Anda

& Masha, no podían ocultar su fascinación por la marca: la citaban en cada entrevista y lucían sus creaciones como pequeños logros o hazañas de guerra. La línea de zapatillas creadas por la diseñadora francesa tienen a la web revolucionada a tal extremo que las copias low cost tienen sitios de dedicación exclusiva a su venta, y las amantes de la imitación no trepidan en invertir sus monedas en las infames versiones que se pueden encontrar, además, en varias cadenas de fast fashion. La ropa de Isabel Marant es la que les gusta a quienes simplemente les gusta la ropa; las amantes de la prenda tan solo por lo que la prenda es; su materialidad, su forma, un olor definitivo a calle, a rock y a noche de ciudad. Es la marca entre cuya fanaticada se encuentran prácticamente todas las verdaderas obreras de la moda: las productoras o estilistas, y modelos. Y ese es mucho logro.

Temporada tras temporada, Marant, quien se declara abiertamente admiradora de los Estados Unidos, busca en las raíces norteamericanas la inspiración que adornará sus colecciones. A veces es la estética de ciertas tribus nativas, otras el lenguaje urbano del denim, el cowboy, los accesorios femeninos; los masculinos, la sofisticación relajada neoyorquina, etc. Todo junto crea un look que suele describirse como muy parisino, pero que en realidad no lo es tanto, y que ha sido ampliamente puntualizado como "la ropa que las jóvenes quieren vestir". Ropa que entabla el diálogo entre el cuerpo y el sujeto más añorado, aquel que logra crear una indescriptible noción de lo sexy, sin mostrar nada.