Paula 1183. Sábado 26 de septiembre de 2015.
En la X Bienal de Mercosur –del 23 de octubre al 6 de diciembre en Porto Alegre– el arte nacional tendrá una presencia inédita. Bajo la curaduría de Ramón Castillo, se desplegará el trabajo de 37 autores chilenos que van desde el siglo XIX hasta la actualidad. Sorprende el capítulo que reúne, por primera vez, a los artistas abstractos geométricos: geniales desconocidos que realizaron silenciosamente su trabajo entre las décadas del 50 y del 80.
"Mensajes de una nueva América" es el utópico y grandilocuente título con el que el curador general de la décima bienal de Mercosur, el brasileño Gaudencio Fidelis, ha bautizado a esta versión. Centrado absolutamente en Latinoamérica, el proyecto, que se inaugura en octubre en la ciudad de Porto Alegre, Brasil, ofrece un consistente panorama del arte regional, mostrando el proceso de construcción de la escena artística, lo que implica relanzar obras históricas que resultan claves en el armado de un relato propio, sólido y diferenciado. "No podemos sumergirnos en una tendencia internacional de exposiciones que se han vuelto demasiado excéntricas", señala Fidelis, intentando salvarse de la avalancha de ferias y bienales de arte que bombardean el mundo con propuestas que, muchas veces, se disuelven en una confusión de imágenes y discursos. Quizás Latinoamérica pueda emitir un mensaje con sentido si se hace cargo de su propia voz, es la apuesta de esta bienal.
J. Smith Rodríguez, 1982.
El proyecto es ambicioso: son siete grandes exhibiciones, 700 obras, 402 artistas y 21 países participantes. Las muestras exploran la identidad local en obras que atañen a la biografía, al cuerpo y al territorio, entre otros tópicos. Para orquestar esta empresa, el curador general llamó a un asistente y a cuatro curadores adjuntos, entre los cuales se eligió al chileno Ramón Castillo. Ex curador del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile, actual director de la Escuela de Arte de la Universidad Diego Portales y candidato a doctor en Historia del Arte, Castillo se tomó muy en serio el encargo y armó una versión, rica y compleja, de la historia del arte chileno. Su envío incluye a 37 artistas y 70 obras, repartidos entre las distintas exhibiciones que tiene el evento. Es, por lejos, la entrega más integradora que ha ofrecido el arte chileno en una bienal.
La X bienal recupera el valor de las obras históricas, y le otorga consistencia a la producción actual del arte
La propuesta de Castillo se dispara a partir de una relectura de la obra El mito de Sísifo, del pintor Pedro Lira, realizada en 1893, y que pertenece a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. La pintura reproduce el mito griego que condena a Sísifo a arrastrar una piedra hasta la cima de una montaña pero que, antes de llegar, vuelve a rodar hacia abajo, lo que lo obliga a repetir, una y otra vez, el titánico esfuerzo. Pero el artista decimonónico instala esta frustrante escena sobre el valle de Santiago. "Mirado desde hoy, el cuadro se convierte en un comentario muy ácido sobre la relación que Chile tiene con su historia, especialmente en el plano del arte. Estamos acostumbrados a borrar el pasado y eso nos obliga a partir siempre de cero", comenta Ramón Castillo. A tono con los aires utópicos de esta bienal, el curador manifiesta el deseo de revertir el mito: pensar que sí es posible que la piedra llegue a la cima y que, desde ahí, se construya un presente y un futuro para el arte chileno. Su envío recupera voces perdidas y las hace hablar con nueva energía en el contexto actual. "Se trata de explorar las diferentes suertes que corren los mensajes que nunca llegan, que llegan atrasados o que llegarán en un futuro", explica.
Una de sus operaciones más relevantes será mostrar el movimiento de arte geométrico en Chile, que no ha sido visibilizado. Se trata de 18 artistas que entre las décadas del 50 y del 80 trabajaron en la línea del geometrismo abstracto y que hasta hoy son prácticamente desconocidos, a excepción de nombres como Matilde Pérez, Mario Carreño o Ramón Vergara Grez. La exposición monta un contexto autónomo dentro del envío, y se descubre como un sorprendente eslabón perdido en la historia del arte chileno. Obras como las de James Smith y Carlos Ortúzar emocionan por su profunda honestidad y su sentido de experimentación.
Como curador adjunto de la X Bienal de Mercosur, Ramón Castillo –actual director de la Escuela de Arte de la Universidad Diego Portales– realizará un completo envío de arte chileno con perspectiva histórica.
La muestra de los geométricos confirma que hace más de medio siglo había artistas muy sólidos en el país que compartían un lenguaje y también dialogaban con autores internacionales de esa tendencia (como Josef Albers, quien visitó Chile en los cincuenta). Eran hijos de la posguerra, estaban comprometidos y pensaban, genuinamente, que el arte podía cambiar el mundo. Sin embargo, sus obras no fueron leídas, recibidas ni comprendidas, algunas ni siquiera salieron de sus talleres y terminaron arrumbadas en las bodegas de sus familiares. "Una serie de eventos desafortunados hizo que estos trabajos fueran silenciados", dice Castillo. "No había instituciones que se hicieran cargo y los mostraran. Estaban solos".
Carlos Ortúzar,1978.