Los libros de Paola Volpato
La actriz asegura que tuvo una infancia nerd y fue una asidua visitante de la biblioteca de su colegio. En su casa jugaba a hacer fichas, carné de socios y los timbres de devolución de los libros, cual bibliotecaria. Aquí, sus inolvidables.
Paula 1224. Sábado 22 de abril de 2017. Especial Madres.
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Cormac McCarthy
Lo compré en un viaje familiar a Buenos Aires, en 2008. Nunca una historia me había conmovido tanto. Lo lloré de inicio a fin con lágrimas poco educadas. Me causó una profunda reflexión sobre la resiliencia de nuestra especie. La máquina que echamos a andar por sobrevivir. Sería tanto más fácil dejar que la muerte nos lleve, pero insistimos, peleamos como animales feroces, supurantes de adrenalina y cortisol, y vamos de nuevo. Gas sarín en Siria matando decenas de civiles, eso es La Carretera".
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Jacob y Wilhelm Grimm
"Nada de Disney o de cuentos infantiles con final feliz había en la biblioteca de mi casa. Perdí la cuenta de cuántas veces leí este libro, a los 8 años, aterrada con la idea de que afuera existiera un mundo tan cruel e inhóspito. Niños que comían pan de ceniza y cerveza agria o que se mutilaban los dedos para abrir portones. Compré hace unos años una reedición igual a la de mi infancia: con ilustraciones de Arthur Rackham, hojas de papel amarillo y tapa dura color burdeo. Qué placer".
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Elena Ferrante
"Viví en Roma entre los 2 y los 3 años. Aprendí el italiano escuchándolo y luego en la Scuola Italiana, donde estudié. Es mi segunda lengua, y hasta los 12 años toda la música que escuchaba era en italiano. Leer este libro el año pasado me hizo reencontrarme con modismos del dialecto veneciano que hablaba mi nonna: fue una lectura que me remitió a mi niñez. A los días de terminarlo encargué los otros tres volúmenes de la saga por Amazon. Me los devoré".
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Julio Cortázar
Tenía 15 cuando leí Autopista del sol y Cortázar rompió mi estructura. Escribía en argentino con palabras en francés, mientras en mi cabeza sonaba jazz. Luego me topé con Rayuela y me hizo eco: entendí que era el momento de descubrirme, emborracharme y rebelarme y, si tenía suerte, encontrarme a mi Maga (el personaje del libro). Soñaba con perderme en las calles de París y fumar en buhardillas hediondas a moho como las de Rayuela. Entonces yo vivía una adolescencia compleja en plena dictadura, en la que me sentía una vieja chica que no encajaba".
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Rodrigo Lira
"Un amigo músico me prestó la primera edición póstuma del 84 y me pidió leer, junto a su grupo de amigos músicos, este poema en La Batuta. Al tiempo descubrí que ese libro pertenecía a un amigo actor del que estaba enamorada, Felipe Castro, hoy mi marido".
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