Enterarse del diagnóstico de un cáncer de mama, iniciar el tratamiento, padecer los dolores físicos y emocionales, ansiar que todo termine, recuperarse. Y ¿luego qué? Aunque la fantasía al terminar la enfermedad es el alivio y la recuperación de la vida normal, muchas mujeres experimentan lo contrario; ansiedad e incertidumbre, incluso estrés postraumático. No saben por dónde retomar sus vidas, las inseguriza dejar de estar cerca del equipo médico, no se reconocen a sí mismas emocional y físicamente y sobre todo, les da pánico volver a caer en la enfermedad. La psicooncóloga Daniela Rojas, Presidenta de la Asociación de Psicooncología de Chile y Directora Ejecutiva de la Corporación Cáncer de Mama Yo Mujer, aclara ciertos aspectos sobre esta importante etapa y da algunas luces sobre cómo abordarla.

¿Cómo están enfrentando las mujeres la etapa posterior a un tratamiento por cáncer de mama?

Me parece importante primero visibilizar que frente al número creciente de supervivientes de cáncer de mama se ha generado un grupo de millones de mujeres alrededor del mundo que han tenido que lidiar con secuelas no solo emocionales, sino físicas que tienen la enfermedad y los tratamientos. El término del tratamiento es una etapa que se anhela mucho, pero presenta muchos desafíos que no se abordan integralmente como quisiéramos, y que pueden transformarse en problemáticas que son importantes de intervenir. Hay efectos que tienen que ver con fatiga, dificultad en la esfera de la sexualidad (entre el 40 y el 90% tiene alternaciones en este ámbito) el miedo al abandono de la pareja, al rechazo por los cambios del cuerpo, desórdenes cognitivos como dificultades en la concentración y memoria, entre otros. Retomar la vida laboral, por ejemplo, está acompañado del miedo a ser lo eficiente que eras antes, sobre todo si no estoy al 100% de mi capacidad, también saber cómo te va a recibir la gente, por la licencia muy extendida, lo cual genera mucha culpa en las mujeres. Pero el gran temor es a que el cáncer regrese. Es de hecho una de las consecuencias más prevalente y menos abordadas.

¿Cómo se manifiesta ese temor en específico?

Una de las manifestaciones más importantes es la angustia que experimentan cuando las pacientes se enfrentan al examen de detención periódico, las primeras mamografías o eco después de haberte tratado. Esta ansiedad que se denomina ansiedad de exploración o frente al escaneo es una respuesta muy común, que puede ir desde una angustia ligera hasta franco pánico. Se estima que un 20 a un 40% de las personas que han sobrevivido a un cáncer necesitan ayuda psicológica para lidiar con esta etapa posterior al tratamiento, porque afecta la calidad de vida de los pacientes. Si bien es normal, los síntomas pueden ser muy fuertes; problemas de sueño, taquicardia, dificultad para respirar, entre otros. Además de estar irritable, enojada, hiperalerta a síntomas, se tiende a asociar a la enfermedad algo parecido al estrés postraumático.

¿Cómo suelen reaccionar los familiares, amigos o cercanos en este periodo?

Como es una etapa que muchos deseamos y esperamos como familiares y cercanos, se vivencia una brecha o distancia entre la expectativas del entorno afectivo y la vivencia de la paciente. Efectivamente la familia te ve bien, sana, todos están contentos, pero tú no te sientes al 100%, estás lidiando aún con la carga emocional y el impacto físico; es como una locomotora que se pega un frenazo y se vienen todos los vagones encima. Además, dejas de estar tan cerca del equipo tratante y eso da una sensación de desprotección, el no tener tratamiento te hace sentir insegura. Ahí se provoca una brecha en que tus seres queridos esperan que te veas como 0 kilometro pero tú te sientes en rodaje todavía. Siempre digo que necesitamos andar con cartelito de “recién ajustado” como los autos porque todavía necesitamos un ritmo distinto, con conversaciones reflexivas al tema, explorando miedos. Nos es llegar y volver.

¿Cómo podemos apoyar esa etapa?

Como familiares y cercanos siempre va a ser la recomendación que se abran los canales de comunicación para favorecer la expresión emocional con las mujeres que acaban de finalizar sus tratamientos. Esto es contrario a lo que hace nuestra sociedad, que es acallar el sufrimiento, tratar de subir el ánimo, evitar las conversaciones dolorosas que tienen que ver con el sufrimiento, enfermedad, miedo a la muerte. Hablar de los temores, no presionar a las pacientes a que sean las mismas de antes tan rápidamente, poder conversar nuestros miedos y aprensiones comunes, compartirlas en el fondo y también motivar la petición de ayuda porque puede ser muy incapacitante el tema.

¿Y a las afectadas, qué les recomiendas?

Lo primero, una recomendación que puede sonar de perogrullo, es expresar el temor, sino tiene un efecto de nieve donde van aumentando las fantasías catastróficas y eso puede terminar en mucho mayor ansiedad y angustia. Si uno sabe conversar los temores con alguien que sepa contener esa conversación y ojalá con tu equipo tratante, se pueden derribar muchos mitos que están asentados y se puede además anticipar escenarios ansiógenos. Es esperable que el temor esté presente, sobre todo los primeros meses, frente a los exámenes y en fechas claves. La pérdida de la salud es un duelo, por lo tanto se comporta como otros duelos, como cuando perdemos a un ser querido. Entonces para fechas importantes, navidad, 18, cumpleaños o cuando se cumple un año de haber sido diagnosticada, es probable que estés mas sensible y te afecte más todo. Eso debería ir disminuyendo con el tiempo, aunque probablemente no del todo, pero debiera ir bajando. Si no baja y se hace más intenso e interfiere con la vida y la capacidad de proyectarse y de disfrutar el día a día, hay que consultar.