1 maña que este gobierno no ha podido superar

1. El hacer nuevas versiones de cuanta cosa se les ocurre. Logos, chaquetas, transmisiones televisivas y –lo que más me preocupa– un intento por crear un nuevo sándwich republicano: el Piñera. ¡Larga vida al Barros Luco!

1 emblema de la cocina nacional

1. La empanada de pino, al horno o frita. Son, simplemente, únicas. Yo podría comerlas a diario.

3 panoramas comestibles en Santiago y alrededores

1. Ir un domingo a comprar cachureos a Franklin y almorzar en alguna de sus picadas. Si se anda en la onda exótica, se puede ir al Lai Thai. Si el trasnoche de sábado aún nos retumba en la cabeza, optar por los mariscos y pescados del Piscis Australis. Y si el vitrineo nos dejó hambrientos, La Picá de Jaime y sus sándwiches de pulpa de chancho son la solución.

2. Agarrar el auto y partir a los Buenos Aires de Paine a comer una de sus parrilladas, generosas en embutidos y ubres, y saborear su clásico pisco sour "Jumbo". De vuelta a Santiago, rematar con unas empanadas de pera y charqui del peaje de Angostura.

3. Escaparse al Cajón del Maipo y almorzar en la trattoría Calypso o La Petite France. Comprar dátiles, queso de cabra y pistachos a la orilla del camino y –si es temporada– un cabrito y asarlo por ahí. De vuelta en Santiago, tomar once en el Café Vienés. Solo así, el viaje estará completo.

2 flaquitas de la farándula a las que les hace falta pegarse un patache como Dios manda

1. Catalina Pulido, que en cada entrevista cuenta que está sanita (y flaquita) a punta de unas dietas a base de puras fomedades. La llevaría al campo, a comer cazuela de pava y ensalada de apio.

2. María José Prieto, porque con tanto yoga se puso muy fibrosa, casi tiesa. Me encantaría invitarla a comer unas papas con mote, para ayudarla a recuperar algunas bellas curvas que perdió.

2 ministros que, sospecho, son buenos para la cuchara

1. El ministro de Salud, Jaime Mañalich. Aunque ha sido precursor de la dieta francesa que tanto gusta a los políticos, su silueta lo delata.

2. El ministro de Obras Públicas, Hernán de Solminihac. Por su cara rosadita y porque con tanto viaje que le toca, seguro que come de lo lindo.