Paula 1154. Sábado 16 de agosto de 2014.
El peluquero y chamán Francisco Llancaqueo acaba de relanzar en Nueva York su libro De lo bueno mucho. Autobiografía de un mapuche resiliente, donde relata cómo un niño pobre, gay, mapuche y discriminado se convirtió en uno de los estilistas más valorados de Chile. En este recuento reflexiona sobre la capacidad de reinventarse por dentro y por fuera.
3 cosas que es necesario recortar (además del pelo) para mantener la cabeza ligera y sana
1. Los pensamientos negativos. Enferman el alma y el cuerpo.
2. El ego para hacerlo cada vez más pequeño.
3. La permanente necesidad humana de que las cosas sucedan a nuestro aire y no como deben ser para nuestra evolución.
3 maneras en que escribir mi autobiografía me ayudó a dejar el pasado atrás
1. Pude comunicarme con el perdón hacia personas que dificultaron el desarrollo normal de mi vida.
2. Viví la compasión, que es entender que todos actuamos de acuerdo a lo aprendido en nuestra propia experiencia humana.
3. Al poner en orden las piezas de nuestra vida es cuando el milagro se manifiesta, dando paso al amor por nosotros mismos. Se expande la conciencia hasta poder pararnos en nuestra propia grandeza.
4 oficios en que he trabajado y lo que aprendí en cada uno
1. Encerador de pisos. Enfocarse hace que el resultado fuera óptimo.
2. Pegador de carteles en sitios públicos. Me enseñó a trabajar en equipo en post de un mismo objetivo.
3. Bordador. Es como una meditación pero con hilos y agujas.
4. Peluquero. Me ha enseñado hartas cosas: a estar conmigo mismo y desde ese espacio vivir mi oficio. A que el acto de cortarse el pelo es mágico y saca lo que ya no debe permanecer. A escuchar, contener y sostener.
4 zancadillas que uno se hace y que impiden intentar algo nuevo
1. Enfocarse en el miedo porque paraliza.
2. La chicharra mental que confunde y debilita.
3. Decirse: "Mañana lo hago". El mañana no existe. Aquí y ahora.
4. Quedarse dormido y no llegar.
3 experiencias infantiles que me enseñaron a ser un "mapuche resiliente"
1. El cartón en los hoyos de mis zapatos para protegerme del calor extremo de los veranos, que quemaba las plantas de mis pies de niño.
2. Las ganas de no ser nunca más descalificado por ser diferente como ocurría en mi niñez, cuando mis amigos del barrio me dejaban fuera de los cumpleaños.
3. Tomar conciencia de que sin estudios y trabajo nunca podría quebrar el círculo de la pobreza.