1 editorial que encontré en el archivo de Edwards Bello en la Biblioteca Nacional
Es del semanario Cronista, de 1910. Dice: "Nos sorprenderá el centenario con una ciudad colapsada y contaminada (debido a las heces de los caballos). Con serios problemas de locomoción en sus atestados carros de sangre, que no cubren toda la demanda de la población. Con un río Mapocho que no aporta nada a la ciudad más que mal olor y peligro. Un centro urbano donde el ruido de las ruedas de acero sobre los adoquines día y noche, impide el sueño de los habitantes…".
2 reflexiones sobre mi ciudad
1. Las gaviotas del Mapocho me intrigaron durante años. Una vez leí que el hombre siempre migra con sus perros, sus gatos, sus ratones y sus gaviotas. Las seguí. Llegan al amanecer, pasan al Mercado y suben hasta el desagüe del canal San Carlos. Por la tarde regresan. ¿Al mar? No, pero casi. Recorren todo el Mapocho. Salen por La Farfana, pasan Padre Hurtado, vuelan hasta salir del Valle de Santiago y van bajando a sus nidos en las islas donde el Mapocho se une al Maipo.
2. El aporte de Santiago al consuelo de la humanidad son los cafés con piernas. Para disfrutarlos hay que ir con corbata, con los pantalones bolsudos, los zapatos echando chispas, azorado, agotado y ojalá después de perder una apuesta en el hipódromo. El mismo público de los paddocks va y viene de los cafés. Apuestas que se ganan, se pierden con las chicas. Y cuando se gana con las chicas, se pierde con los caballos… Dicen, yo no sé.
6 cosas de Santiago que podría extrañar
1. La gente que silba en la calle o esas mucamas que cantan felices en la mañana al hacer las camas de un motel.
2. El mendigo de Eliodoro Yáñez con Pedro de Valdivia, que llega a trabajar en auto y da consejos a la ventanilla, y que jamás voy a denunciar.
3. Los boy scouts que se juntan el domingo en la Plaza de Armas y terminan mirando a los viejos que juegan ajedrez.
4. El clásico hombre canario del PreUnic de Alameda con Estado. Es irresistible asomarse por su ojo y gritarle: ¡¡cágate de calor!!
5. El Condorito número 1, donde el pajarraco siempre cesante vivía en un cité de Santiago, fumaba como condenado y el rayado decía: "muera el roto Quezada".
6. El cartel de champagne Valdivieso de Bustamante con Rancagua, en Providencia. Estalla el corcho, cae la champaña burbujeante en unas copas y se enciende la frase: "¿Y hoy, por qué no?"