Tener un contexto familiar con distintas historias, personalidades, experiencias y edades, es una riqueza para este núcleo que se alimenta y crece por lo que entrega y recibe. Y es que tanto en la antigüedad como en la actualidad, se ha hablado del rol de los abuelos para los nietos, una figura que hoy día más que nunca se hace relevante, sobre todo por la necesidad de ayuda para cuidar a los hijos. Así, vamos volviendo a la idea de tribu, esa donde niños y niñas eran cuidados por todos quienes pertenecían a ella.

Es importante como padres y madres recibir ayuda para el cuidado de los hijos e hijas en esta época donde el trabajo es mucho y el tiempo es escaso. Si a esto sumamos la cantidad de actividades que tienen los niños, es casi imposible no solicitar ayuda a nuestros propios padres y madres. Sin embargo, hay algo de la presencia de los abuelos que hace más relevante su impacto en la vida de los nietos que simplemente ayudar a cuidarlos y trasladarlos.

Según la antropóloga Valentina Stella, en las comunidades originarias, los mayores ocupaban un rol de suma importancia. Y no por los años en sí, sino porque fue durante esos años que tallaron la sabiduría que perdura en ellos y que es volcada a las generaciones venideras. Para la autora, lejos de las debilidades y la carga que supone la edad en el sistema social actual, eran quienes acompañaban las luchas, guiaban las ceremonias y otorgaban los consejos que les daba la autoridad de una palabra basada en la experiencia. Su rol era central no sólo para su familia, sino para toda la comunidad que requería de su mirada y sabiduría.

Las personas mayores a lo largo de su vida han vivido experiencias que les han entregado aprendizajes, y por ende, capacidad para poder evaluar y reflexionar sobre las situaciones no solo con conocimiento, sino con una mirada y perspectiva de las cosas mucho más amplia que permite ponderar el real peso e intensidad de los hechos. Mirar a los abuelos y abuelas conversar, reír, discutir, jugar y compartir con sus nietos y nietas es un cuadro en donde las vivencias de generaciones distintas se traspasan y complementan. Generalmente, en ese encuentro se crea un vínculo de amor en que no los separa ninguna diferencia de pensamiento. Cuando los abuelos/as son mirados con ternura, admiración y amor, pueden convertirse en una fuente de contención, autoestima y protección para sus nietos. Las palabras, consejos, historias y miradas muchas veces incluso son consideradas con mayor complacencia, apertura y tolerancia que la de los propios padres y madres.

Cuando un nieto se acerca a sus abuelos para decirle algo o para intercambiar una caricia, quienes miran alrededor ven ternura, solidaridad, empatía y cariño; en el reflejo de un acto de generosidad que humaniza y dignifica. Me encanta ver cuando las guaguas y niños/as pequeños abrazan, tocan las caras de sus abuelos o juegan con ellos, dos generaciones que aunque separadas por muchos años y con un lenguaje distinto se entienden en el idioma que inconscientemente crean.

No es solo positivo el impacto que los abuelos y abuelas generan al estar presentes en la vida de los nietos, sino también es al revés. La energía, creatividad y espontaneidad de los más jóvenes permite que los abuelos puedan incorporarse e integrarse al mundo que rodea a las nuevas generaciones, sintiéndose parte de esta tribu y no excluidos por su edad. En el intercambio de estos dos mundos ambos con sus experiencias y etapa del ciclo vital se entregan vida. Quienes hemos tenido la experiencia de admirar y querer profundamente a nuestros abuelos sabemos que su presencia marca nuestra historia y decisiones.

Nuestra relación con nuestros padres y madres no necesariamente tendrá que ser la misma que nuestros hijos e hijas tengan con ellos como abuelos. Propiciemos y motivemos a nuestros hijos a invertir y darse el tiempo para conectarse y vincularse afectivamente con sus abuelos y abuelas. Démosle a estas dos generaciones la oportunidad de conectarse con la sabiduría de la experiencia y la energía de la vida como se hacía en las antiguas tribus. Es acá donde se puede aprender a valorar y adquirir una mirada de la vejez como fuente de riqueza espiritual que va mucho más allá de la concepción contemporánea basada en la mirada utilitaria de la personas.

Josefina Montiel es psicóloga clínica. Instagram: @ps.josemontiel