Luis Gnecco pide un lugar no tan caluroso para reunirnos. Difícil. Son las 6 de la tarde y la temperatura en Santiago hace que el cemento irradie el calor de una estufa, sumado al sol inclemente que aletarga el cuerpo y la cabeza. Y ahí se asoma Luis Gnecco. Está más delgado y anda con una camisa blanca de lino, semi transpirada. Viene del teatro donde está presentando Casa de muñecas, con Amparo Noguera y Claudia di Girolamo, entre otros actores. Habla pausado, mirando a los ojos. Dice que está contento y que se siente afortunado, con la misma cadencia con que asegura que mandaría al carajo su pasaporte chileno.

2011 fue un gran año. Su año. Fue a Buenos Aires con la obra Las heridas del viento, por la que recibió excelentes críticas; los medios internacionales celebraron su papel de sicópata destemplado en la serie Prófugos, transmitida por HBO y cerró filmando NO, la película protagonizada por el actor mexicano Gael García Bernal. Una película que tiene que ver con su propia vida: inolvidable su rostro como parte de la mítica campaña del No, en 1988. "Ha sido un año más tranquilo, más relajado", resume observando un vaso de cerveza a medio servir.

Define relajado.

No sé, como que me he dejado llevar por la vida, ¿cachái? Antes siempre vivía pensando: "Después de esta pega qué viene". Angustiado. Bueno, este año he experimentado muchos momentos de alegría. Solo, con mi mujer, en mi casa, con mis hijos, con los amigos, en la pega… en fin.

¿De dónde vienes?

¿A qué te refieres?

Cómo es tu familia, cómo fue tu infancia.

Vengo de una familia normal, de clase media, que vivía en La Reina. Tengo una hermana directa y dos medias hermanas. Mi familia me ama y yo a ella, pero no tengo buena relación. Soy un muy mal pariente.

Ya, pero, ¿mandas regalos de cumpleaños?

No.

¿Llamas para la Navidad?

No.

Bien mal pariente eres.

Pésimo. No sé por qué me quieren. Y la verdad es que los amo, mucho, pero no sé cómo explicarlo. Es como una cosa de familia, de harto sentimiento, pero de poca demostración.

¿Cómo era tu papá?

Era vendedor viajero. Un tipo formado en la calle, rudo, hijo de inmigrantes. Todos mis tíos son italianos menos él, que nació llegando el barco. Por eso no tengo pasaporte italiano.

¿Y que vendía tu papá como vendedor viajero?

Ropa. Y cuando chico me llevaba de viaje. Mi mamá hoy tiene 82 años y mi viejo murió hace 15, cuando tenía 75. Mi viejo era muy vividor, y galán. Se crió en la calle. Era increíblemente sensible pero, por otro lado, era un bruto. Y mi madre, una secretaria eterna de gente con mucha plata. Ella siempre habla de "sus patrones", cosa que a mí me da una vergüenza insólita. Y le digo: "Mamá, son tus jefes".

¿Cómo fue tu infancia?

Híper protegida. La primera vez que salí a la calle tenía como 10 años. Mis padres se morían de susto de que me pasara algo. Mis hijos no me creen, pero yo nunca invité amigos para la casa. En cambio, tenía un gran mundo interior.

¿Eso era porque tus papás no te dejaban o porque no querías?

No sé. Cuando empecé a ir a fiestas me devolvía porque era un nerd tremendo. Sin embargo, me hice amigo del almacenero de la esquina, que se tiraba a todas las viejas mientras sus maridos salían. Mi viejo no me daba permiso para ir a viajes de estudios ni cosas por el estilo, pero me llevaba de viaje con él. Y esas sí que eran aventuras. Yo cachaba cómo los motes pasaban en bandeja, las minas y esas cosas. De hecho, a los 14 tuve mi primera experiencia sexual con una prostituta a la que las piernas le salían del cogote.

¿Y esa fue idea de tu papá? Así, ¿a la antigua?

Sí, él me llevó. Después me enteré que parece que ella era medio amante de mi papá también. Y también me enteré de que fue mi propia madre la que había instado a mi padre para que me la presentara. Heavy. No sé si me hizo muy bien.

¿Harías eso con tu hijo?

Jamás.

La biología, el teatro y los curas

¿Cuándo te despabilaste?

Tarde, cuando empecé a estudiar Biología, porque ahí me di cuenta de que era un gallo lleno de vida.

¿Y por qué Biología?

Me gustaba. De hecho, quedé en Medicina.

¿En qué colegio estudiaste?

En el Calasanz. Los curas eran muy rudos. Siento que tuve una muy buena educación en hartos sentidos, pero en términos humanos, no. Nos trataban pésimo, nos menospreciaban. Y, ahora, cuando mi hijo me dice "odio el colegio", yo le digo "tienes que ir". En circunstancias de que yo odié al colegio, a los curas, a la Iglesia Católica y a todos esos malnacidos.

¿Y qué pensabas cuando estudiabas Biología?

No pensaba mucho, estaba angustiado siempre. Me dedicaba a coquetear con las profesoras y con la secretaria del decano.

Te hizo clases Maturana…

Maturana, Varela y nunca entendí nada de lo que hablaban. Ahí me comencé a angustiar. Me sentí tonto, porque todos mis compañeros tenían unos coeficientes intelectuales increíbles y yo no. Un día llegué, estaba estudiando las toxinas de una alga y, con unos amigos, que ahora son millonarios y se dedican a mirar ballenas, estábamos medio borrachos y uno me dice: "¿Por qué no estudiái Teatro?". Y, medio deprimido fui. Hice un pequeño ejercicio, me aplaudieron y me dije a mí mismo: "Esto no me costó nada y saqué aplausos". Listo.

Estudiaste en la academia de Fernando González.

Y empecé a tener pega al tiro. Pero cuando empecé a estudiar Teatro, mi viejo me trató de maricón y todas esas cosas. Y cuando cachó que me iba bien, me apoyó y me dejó en libertad. Cresta, yo tengo serios rollos con este tema, con la relación con mi padre, a quien vi morir en vida. Cuando agonizaba no pude soportarlo. Fui a comprar cocaína para estar bien tieso en el minuto en que él se moría. No lo pude soportar.

¿Cómo fue?

Una larga agonía. Todo muy teatral. Además, nunca se supo de qué murió. Cuando mi viejo estaba agonizando alucinaba con que estaba en un bar y, cuando falleció, lo dieron vuelta y descubrieron que tenía un billete pegado en la espalda, para sobornar al mozo para que lo atendieran bien.

¿Y cómo es la onda con tu mamá?

Mi madre es súper demostrativa. Pero me cuesta la relación con ella. A pesar de haber tenido una vida protegida, un hogar calientito y recordar que me quedaba dormido escuchando música clásica. No sé. Tengo un tremendo rollo con eso.

Vas al siquiatra, lógico.

Desde que estudiaba Biología. Ahora estoy con un sicoanalista al que no cambiaría por nadie. Ha sido la mejor inversión de la vida. Creo que ya le he pagado un auto.

¿Y te angustias muy seguido?

Sí. De hecho estoy pensando que me puedo morir, porque me ha dolido mucho la cabeza últimamente. Yo creo que es la tensión. El otro día experimenté casi una crisis de pánico en una multitienda. Bueno, cualquiera puede experimentar una crisis de pánico en esos lugares.

Provocación

A partir de lo que me cuentas, ¿desde qué esquina ves el mundo?

Soy un tipo un poco descreído, un poco duro muchas veces, pero me siento inmensamente privilegiado, o sea, yo nací parado. He estado rodeado de amor toda mi vida.

Pero eres duro.

No soy fácil. Pero también soy ingenuo. Me entrego mucho.

Rara la mezcla: descreído e ingenuo.

Quiero creer… en realidad, es complementario. No sé.

¿Y corrosivo?

Corrosivo total. Soy explosivo, pero no violento. No conozco Italia, pero quiero ir. Creo que lloraría desde que me bajara del avión. Yo siento que este país es un país de gente sin sangre, entonces, si hablas fuerte todos se asustan, si dices una opinión todo se espantan. Cuando dije que iba a votar por Piñera saltó medio mundo diciéndome: "¿¡Cómo!?".

¿Cuántas veces te han preguntado si te arrepentiste de haber dicho eso?

Veinte veces, pero no es tan importante, no pasó nada. Fue una provocación, para decirle a la Concertación que dejaran de meternos el dedo en la boca. Que no volvieran a pensar en mí para ninguna campaña más. Necesitaba expresar eso. Obviamente, no tengo nada que ver con el mundo de Piñera, ni con él ni con los fachos aborrecibles que lo rodean.

¿Te gusta Chile?

No sé. Estoy muy cercano como para verlo con perspectiva. Pero creo que la clase política debiera renunciar en masa. Este país está en manos de unos mercachifles de pacotilla que recién se bajaron de la carreta y se subieron al auto. Por eso son mercachifles e ignorantes, y eso me duele. Este país a veces me duele. La señora que atropellaron, el niño al que le cortaron las piernas. Yo lloro con esas situaciones porque los niños me dan pena. El niño que se quedó sin piernas y caminó para la Teletón y atrás de él iba el guatón y todo ese circo que monta…

Ya, lloras. Te conmueves.

Sí. Eso me pasa con este país. Dejé de entenderlo hace rato y ya no tengo sentido del humor para mirarlo. Somos como huasos serios. Me hubiera hecho bien quedarme afuera. Tuve la oportunidad y no lo hice. En Nueva York o en Francia, pero me cagué de susto. Ahora, feliz sacaría pasaporte italiano y me metería este por el culo. Esta ciudad la encuentro fea, salvo cuando llueve. Ahora hay algo que me gusta de lo chileno, que es esa inocencia, esa bondad que me conmueve y me hace llorar a gritos. Pero esa diablura, esa malulez del shileno, eso de sacar la vuelta, la flojera, no la soporto.

El teatro ha sido tu gran refugio…

Yo podría hacer mi vida cotidiana arriba del escenario y que la gente asistiera. Me sacaría un moco, dormiría, leería, haría mi vida más íntima a vista del público. Ningún problema. He vivido grandes momentos arriba del escenario, he hecho de todo: obras de ultra avanzada, otras híper conservadoras, también chabacanas. He sacado risas y he hecho llorar.

Pero en la tele siempre has representado al chistoso.

La tele es un soporte tan chato que yo no voy a cambiar. Hay una anécdota de un director que estaba hablando con una directora de arte y ella se refirió a los colores kitsch, y él le respondió: "no quiero una kitchen, quiero una cocina". Hay mucho ignorante que apenas le suben el sueldo se compra una 4×4. Frente a eso he bajado el moño y si alguien me quiere dar el rol de cómico me da lo mismo. Paso ocho meses haciéndome el payaso, cobro el sueldo el día 15 y me voy para mi casa. No me corto las venas, porque sé lo que valgo.

Prófugos, no y un deseo oculto

Lo de Prófugos ha sido crucial, la crítica internacional ha sido estupenda. Leí algo así como que quedó demostrado que puedes ser como Adam Sandler y también Robert de Niro.

Estoy impresionado con toda la buena onda que me han tirado con la serie. No solo la crítica, también la gente, aunque mi personaje es perturbador. Un tipo muy oscuro, violento, partidario de la dictadura y admirador de Pinochet. Cuando pasó lo del homenaje a Krassnoff la gente me decía: "Anda al homenaje de tu general". Ahí no me gustó tanto la broma, pero es liberador hacer de malo, de sicópata.

Eres de los actores que cuando terminan un personaje tienen que limpiarse, dejarlo, abandonarlo….

No, esa es una mariconería. He visto actores que han capotado con la intensidad de sus personajes y a ellos les digo que no sean actores. Esto es un juego. Te lo digo yo, que ahora estoy haciendo Casa de muñecas con puros actorazos, y bajas de una escena intensa y nada, te ponís a huevear.

No eres un actor sufriente.

Los buenos actores no son sufrientes. Son serios, van, hacen su personaje, pero así como lo hacen, lo dejan de hacer.

Entonces tampoco crees en el personaje más querido.

No, eso es una chulería sin nombre.

Y ahora que fuiste el malo más malo, ¿es muy cursi decir que ha habido una inflexión en tu carrera?

No la he sentido porque creo que las propuestas que se vienen, al menos en la tele, son para comedia. Creo de verdad, y es fome que yo lo diga, pero le pego al cocido. No sé si soy mejor o peor que otros, pero le pego a la comedia, le pego al drama, soy un tipo bien dotado, con registros.

¿Y el recambio generacional en la tele?

Debería ser, pero es raro lo que pasa acá porque desechan a generaciones. Acá, buenos actores de entre 50 y 60 no hay muchos. ¿Por qué todo sucede entre los 25 y los 35 años? Ahí tienes a Vicente Sabatini que pone a una protagonista de 50 años: la raja. Tú ves cualquier casting argentino o brasileño y ahí está el mundo: el protagonista puede ser un gordo pelado. Acá los gordos pelados estamos destinados a ser cómicos.

Y a propósito de gordura, ¿te gustan las gorditas?

Me encantan. De hecho mi mujer todos los días me hace una pregunta que me encanta: "¿Estoy gorda?". Yo le digo: "Estás exquisita, mi amor, estupenda". Y si algún día estuviera gorda, igual me gustaría.

¿Tú tienes rollos con la gordura?

Me hubiera gustado ser un poco más flaco y paso haciendo dietas. La última fue la Dukan que espero retomar. Es que en este país conspira mucho ser gordo y pelado.

¿Te pones a llorar para los años nuevos?

No, pero la fiesta y el sandungueo me ponen mal. El año pasado fue maravilloso, lo pasamos con mi mujer y mis hijos en Brasil, vestidos de blanco mirando los fuegos artificiales, medios borrachitos, rico.

¿Y para este 2012?

Me quiero cuidar y darme tiempo para mi familia. Extraño cuando cerrábamos la puerta el viernes y no la abríamos hasta el domingo y nos encerrábamos a tirar, a ver tele, a comer pasta, a leer. Extraño mucho eso.

Pide un deseo.

Públicamente no pediría ninguno.