Hace siete años que Luz Briceño (31) trabaja en cada una de las piezas de La Joya, marca de indumentaria femenina que creó en 2005 mientras estudiaba Patronaje en Barcelona, –en la Escuela Superior de Diseño y Moda Felicidad Duce y en la Escola de la Dona– como si fuera un tesoro. Su labor ha dado frutos: en 2006 ganó el premio por lograr las mejores ventas de ModaFad, espacio del Barcelona Fashion Week de jóvenes talentos emergentes; ha exportado a Alemania, Italia y Portugal; fue la única latinoamericana en presentar su colección en la Semana de la Moda de Shanghai en 2009; y sus diseños han sido publicados en las ediciones latinoamericanas de Vogue y Cosmopolitan. En marzo del próximo año expondrá en la feria Rooms Link, en Tokio, junto a la orfebre Chantal Bernsau, las marcas Carmen Eva, Pilpil y Zapatera, y la diseñadora textil Alejandra von Baer.
Un camino exitoso y muy propio ya que, a diferencia de otros diseñadores jóvenes que se han instalado en los circuitos de los barrios Italia y Lastarria, Briceño optó por tener su tienda en Alonso de Córdova.
Miembro del directorio de la recientemente creada Asociación de Diseñadores de Moda de Chile, agrupación gremial que busca desarrollar y promover el diseño de autor en nuestro país y el exterior, Luz Briceño dio el salto y se convirtió en una marca. Con prendas de líneas simples, su apuesta apunta a un segmento de lujo. "Mi trabajo es contemporáneo, sofisticado y con un estilo orientado a mujeres que tengan una sensibilidad en cuanto al corte y al diseño. No solo apunto a un segmento chileno. Creo que cualquier mujer que tiene cultura de moda identifica mis diseños", asegura.
En el reciente encuentro de moda Viste Stgo presentaste tu última colección primavera-verano 2013, inspirada en las nadadoras de las Olimpiadas de 1936. ¿Qué te interesó de esa época?
Creo que ese fue el momento en que las mujeres comenzaron a tener una actitud y un espacio más relevante en la sociedad. Quería mostrar en mis diseños esa evolución de la mujer. El concepto también abarca las piscinas, el agua, los reflejos y los colores, lo que me permitió trabajar de una manera simple y elegante los cortes, que es lo que sé hacer mejor. La colección tiene una estética holgada y envolvente, de telas con mucho movimiento. La mujer contemporánea no necesita mostrar su cuerpo con ropa ajustada. Un cuadrado de una tela noble puede ser mucho más elegante y sofisticado.
¿De qué manera tus estudios en España han determinado tu trabajo?
Es fundamental perfeccionarse afuera. Hice cursos de Patronaje, Corte y Confección y, gracias a eso, mi ropa tiene un buen calce. Debes estudiar toda la vida si quieres ser una buena profesional de la moda. Además, es importante viajar constantemente. La moda es parte de una sociedad en movimiento. Y eso solo lo ves cuando viajas.
¿Cómo es la mujer para la que diseñas?
Una mujer que le interesa el diseño, la arquitectura, la cultura. Es más bien cosmopolita. Quienes me compran son las mismas mujeres que se van de viaje y pueden comprarse algo de marca afuera. Decidí instalarme en Alonso de Córdova porque allí están las mujeres que tienen recursos para comprar lo que hago, que no es barato, ya que trabajo con buenos materiales. Para mí, la moda es una especie de mercado de lujo.
¿Cómo has visto en estos años el proceso de las mujeres chilenas y su relación con la moda?
Es bien impresionante. La gente se está preocupando, le interesa la moda. Lo importante, como les digo a mis clientas, es que si andas bien vestida te vas a sentir segura de ti misma y vas a poder vender lo que tú haces. Finalmente, además de ser uno mismo, tienes que crear una imagen que vaya contigo. Lo importante es tener un estilo.
¿Y cuál es el estilo de las chilenas?
Son mujeres más bien clásicas, pero si uno les ofrece una opción más contemporánea están muy abiertas a experimentar.
Consumo Nacional
¿Qué te parecen los circuitos alternativos de diseño emergente en Chile?
Espacios como Hall Central son perfectos para que los diseñadores chilenos analicen el primer proceso de la moda: ver si sus productos se venden, conocer al público objetivo y qué está comprando, identificar la competencia si es que la hay, etc. Es un canal de aprendizaje con un costo no tan alto.
¿Cómo ves la calidad de los diseñadores?
Es débil y se debe a dos factores fundamentales: la demanda que tienen es baja, por lo tanto cuesta importar buenas telas, ya que te piden un mínimo. Y se ha explotado poco el consumo nacional. Los chilenos privilegian las marcas internacionales, más que el diseño de autor chileno. Es un círculo vicioso.
La Asociación de Diseñadores de Moda de Chile, de la que eres parte, busca regular esto. ¿Cómo ves el camino para que exista apoyo a nivel país?
Esta asociación tiene como objetivo crear una imagen de marca del diseño de moda en Chile. Además, nuestra idea es difundir el consumo de moda chilena y crear un espacio donde los diseñadores de autor se encuentren, compartan ideas y reduzcan costos. El objetivo es profesionalizar el mercado y, por esto, para entrar a la Asociación hay que cumplir ciertos requisitos, como tener iniciación de actividades, un mínimo de tres colecciones y estar inserto en la industria de moda chilena.