La ansiedad, en un grado moderado, es un estado propio de los seres humanos y está ampliamente relacionado con el sentido de supervivencia. Es una respuesta adaptativa al medio frente a una situación de amenaza que ha acompañado a la especie humana desde sus orígenes, por eso se considera ancestral y de carácter evolutivo. En pequeñas dosis, es un síntoma positivo y necesario para reaccionar rápidamente a eventos amenazantes o importantes, ya que nos mantiene alerta y preparados para la acción. Nos pone a salvo.
Se puede manifestar a través de:
- Mareos, sudoración, taquicardia, vértigo, sequedad de boca.
- Tensión muscular, dolores de cabeza por tensión, temblores.
- Hiper reacción, preocupación excesiva, nerviosismo.
- Pensamientos catastróficos recurrentes.
1 millón de chilenos sufre ansiedad, según estudio de la Organización Mundial de la Salud.
¿Cuándo la ansiedad se vuelve un problema?
Si la ansiedad deja de ser una respuesta funcional o adaptativa, y se intensifica y vuelve crónica, es decir, que permanece por un tiempo considerable -por meses, por ejemplo- paralizando, bloqueando y afectando de forma significativa nuestra vida cotidiana y todas sus esferas a nivel subjetivo, social y laboral, estaremos frente a una patología que convendrá abordar con un tratamiento psicológo y/o psiquiátrico.
El psicólogo de la Universidad Católica, Valerio Mege, recomienda ir hablando y expresando lo que nos pasa, lo que sentimos, para así ir poniéndolo en perspectiva. "Hay que pensar que la ansiedad es como una bola de energía que hay que ir liberando y trabajando. Si uno se queda encerrado recibiendo un bombardeo de información, lo único que va a lograr es que la ansiedad aumente", dice.
Ansiedad controlada
- Hacer deporte o alguna actividad física no solo ayuda en momentos de crisis, sino que también puede ayudar a prevenirla.
- Respirar. "La ansiedad tiene un ritmo de respiración agitado y cortado, lo que va creando una hiper oxigenación y un circuito ansioso, entonces si uno se hace consciente de eso y se focaliza en respirar más pausado y profundo, la ansiedad irá bajando", explica el psicólogo Valerio Mege.
- Desfocalizarse de las temáticas ansiógenas. En términos emocionales y psicológicos, uno puede desfocalizarse de la realidad, es decir, realizar otra actividad para salir del estado de ansiedad; es una defensa disociativa que, en grados normales, es necesaria para sobrevivir. Escuchar música, salir a pasear, leer o conversar de otra cosa puede ayudar.
- Tomar perspectiva. Hablar de la situación que te pone ansioso, ver cómo te afecta particularmente y de esa manera darle perspectiva. Eso se logra hablando con otra persona que te escuche atentamente y sin prejuicios.
- Estar en grupo también ayuda a bajar la ansiedad, siempre y cuando ese grupo esté en un estado de calma o distensión.
- Recurrir a experiencias pasadas. "En distintos momentos de la vida hemos sufrido algún tipo de crisis de ansiedad, y de alguna u otra forma lo hemos resuelto, entonces, apelar a los recursos propios del pasado y a la memoria emotiva, ayuda mucho a bajar los niveles de ansiedad", dice el especialista.
- Ponerse en acción. Hay personas que disminuyen su ansiedad si ven que pueden hacer algo útil para solucionar el problema que estamos viviendo, saliendo de una posición pasiva a una activa.
Ansiedad colectiva
Según la psicología evolutiva, al ser seres sociales tendemos a imitar la actitud de un grupo. "Uno puede ir al supermercado súper tranquilo, pero si al llegar ve que hay miles de personas comprando, que hay carabineros por todas partes y que hay un ambiente de tensión y alteración, es probable que inconscientemente el organismo se ponga en alerta al igual que el de los demás, y sin darnos cuenta entremos en el mismo estado que todos. A la inversa, si se logra racionalizar y poner en perspectiva, la ansiedad colectiva irá bajando", dice el psicólogo Valerio Mege.