Paula 1222. Sábado 25 de marzo de 2017. Especial Moda.

A casi dos horas de Cusco, siguiendo el camino que lleva a Machu Picchu, se llega a Yucay, un pueblo en el corazón del Valle Sagrado, tierra elegida por los emperadores incas como lugar de descanso. Los inmensos cerros que se vienen encima, y el silencio que solo lo interrumpen los pájaros y el viento, siguen argumentando dicha elección. Ahí, justo frente a una plaza, que los lugareños llaman Manco Segundo, hay una casona blanca colonial de 1900, con un gigantesco jardín enmarcado por un muro de piedra incaico. En su fachada se lee "Chio Lecca Fashion School" y es imposible no detenerse a mirar para intentar entender qué hace una escuela de moda en este lugar.

<strong>"Elegimos este lugar para que los alumnos se desconecten de la tecnología, de las referencias a las que están acostumbrados, y se conecten con la naturaleza.  El objetivo es que puedan crear desde otro plano, que encuentren otro tipo de inspiración", dice Rocío Lecca, fundadora de Chio Lecca Fashion School.</strong>

Es el último día de febrero y está amaneciendo. Pauliña Hanca Condori (32) y Hermitaña Huana Sana (47) arman una pequeña fogata en el jardín de 7 mil metros cuadrados que al fondo cuenta con un corral con alpacas, ovejas y vicuñas. Ambas visten unas polleras y chaquetas repletas de coloridos ribetes bordados y bajo sus sombreros de tela, de los que cuelgan unas tiras amarillas, se asoman sus cabelleras negras en forma de trenzas. Desde que tienen uso de razón visten como "la ñusta", explican. Así llaman en quechua a las princesas del imperio inca. Ambas llegaron hasta aquí después de dos horas de viaje en bus desde Písac, donde viven en una comunidad llamada Amaru, conformada por 200 familias que se dedican a la agricultura, a la ganadería y a la artesanía textil. Como todas las mujeres de Amaru, Pauliña y Hermitaña son artesanas textiles expertas en la urdimbre y tramado de fibras de camélidos; herederas de técnicas de tejido de origen precolombino de los paracas, los nazcas, chancay e incas. Junto a las artesanas de Chinchero, Ollantaytambo, Paucartambo, entre otras localidades, son las creadoras de los mantos, chullos (gorro de la lana típico andino), alfombras, carteras, cinturones y cuanta artesanía se encuentra en las ferias de Cusco y otras zonas de Perú.

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Pauliña (32) y Hermitaña (47), artesanas del Valle Sagrado, son profesoras del programa Ethical Fashion para estudiantes de moda.

Pauliña (32) y Hermitaña (47), artesanas del Valle Sagrado, son profesoras del programa Ethical Fashion para estudiantes de moda.[/caption]

Pauliña y Hermitaña son de las pocas en su comunidad que hablan español, lo aprendieron hace unos años cuando empezaron a comercializar sus tejidos entre los turistas. "Nos llaman las tejedoras poderosas. Desde muy pequeñas nuestras abuelas y madres nos enseñan las técnicas del tejido ancestral y eso es lo que sabemos hacer y podemos entregar al mundo", cuenta Pauliña mientras prepara vasijas y utensilios para dar una clase de esquilado, lavado, cernido, cardado e hilado de la lana. Hermitaña asiente mientras en la huerta del lugar recolecta hojas, piedras, flores y raíces para el curso de teñido natural de la lana.

<strong>"Nunca imaginamos que enseñaríamos nuestras técnicas a gente de afuera. Dicen que esto es para que algún día nuestros conocimientos lleguen a las pasarelas del mundo. Sueño con eso", dice una de las artesanas y profesoras de este centro</strong><em>.</em>

Estas dos mujeres son parte del staff de cinco docentes –dos diseñadores de vestuario, una argentina y un colombiano, y un peruano experto en textiles– que enseñan en el programa Ethical Fashion que se imparte en esta casa-hospedaje llamada The Creativity Lodge que abrió sus puertas en 2016. Se trata de la quinta sede de la escuela de moda Chio Lecca, una de las más respetadas de Perú, con cerca de 1500 alumnos. El programa es un vivencial de 5 días dirigido a estudiantes de moda extranjeros que quieran aprender la visión y técnica del trabajo artesanal textil. Así, hasta este recóndito lugar, llegan grupos de hasta 12 alumnos de universidades argentinas, ecuatorianas y colombianas, y escuelas como la Parsons de Nueva York, la Central Saint Martins de Londres, y la Marangoni de Milán, dispuestos a vivir una experiencia totalmente distinta a las que ofrece cualquier escuela de moda en el mundo, donde no hay televisión, ni computadores y el uso del wi-fi es restringido. "Elegimos este lugar para que los alumnos se desconecten de la tecnología, de las referencias a las que están acostumbrados, y se conecten con la naturaleza. El objetivo es que puedan crear desde otro plano, que encuentren otro tipo de inspiración", dice Rocío Lecca, fundadora de Chio Lecca Fashion School y reconocida diseñadora peruana. Tras su paso por la Escuela Marangoni, de Milán, abrió, hace 29 años, su propia escuela de moda y hace un año este programa único en Latinoamérica.

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La jornada comienza todos días a las 7 de la mañana con dos clases teóricas sobre moda ética y sustentabilidad. Se explica, por ejemplo, la relación amigable que puede establecerse con el medio ambiente cuando se trabaja solo con insumos y procesos naturales y cómo emplearlos en la industria. Se enseña cómo poder incorporar al artesano en la cadena de valor de una prenda vanguardista. A las artesanas se las presenta como posibles socias en caso de que como creativos las requieran para una colección o colaboración. A partir del segundo día, todo ocurre al aire libre, donde Pauliña y Hermitaña lideran la escena.

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Son las 10 de la mañana y un grupo de 7 estudiantes extranjeros está frente a un corral con dos alpacas, dos chivos, una vicuña y dos ovejas –a la negra la llaman Dolce, a la blanca Gabbana–. Las artesanas esquilan a los animales para obtener la materia prima con la que trabajarán durante el día. Cada una toma a un alumno de la mano para que las acompañen en el proceso. El profesor experto en textiles apoya entregando datos como que "la vicuña es la fibra más fina del mundo y el 98% de la población de vicuña está en Perú", entre varios otros antecedentes que avalan la calidad de los textiles peruanos. Luego, todos se trasladan a una de las cuatro cabañas con techo de paja y paredes de telas que hay en el jardín para comenzar el proceso del lavado de la lana. "Hacemos una espuma con la quínoa que funciona como detergente natural", dice Pauliña. Su voz se acopla a la del traductor para los de habla inglesa. Terminado el lavado (el secado dura dos días), las artesanas explican los pasos siguientes: cernido, cardado, hilado con rueca y torsión de la lana. Corrigen uno a uno a los alumnos en este proceso que para nadie resulta fácil. Llegado el día del teñido, todos recorren el jardín y la huerta para recolectar los insumos recomendados por las artesanas: "chilca para obtener verdes, el fruto de la tara para azules y celestes, la barba de las rocas para  naranjas, maíz morado para tonos morados, esta flor rara que ven aquí la usamos para el amarillo más fosforescente", va relatando Pauliña. Los oyentes toman nota y en la fogata, haciendo uso de grandes ollas de greda, ponen a hervir sus lanas para darles color.

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<strong>El programa Ethical Fashion busca que los alumnos conozcan el trabajo de las artesanas en profundidad, por eso comienzan desde cero. Desde el esquilado de los camélidos para obtener la lana pasando por todo el proceso hasta la creación del tejido. </strong>

Llega el día de crear los primeros pedazos de tela. Los estudiantes se dan cuenta de que las artesanas no usan medidas tradicionales, sino que les bastan sus manos para calcular las dimensiones de los tejidos que hacen con telar de cintura y de pedal. Trabajan intuitivamente, sin usar bocetos ni moldes. Hasta los diseños iconográficos nacen espontáneamente. Es en este momento cuando se entiende realmente que para aprender de Pauliña y Hermitaña, hay que estar junto a ellas, mirar y seguir sus pasos. "Nunca imaginamos que enseñaríamos nuestras técnicas a gente de afuera. Dicen que esto es para que algún día nuestros conocimientos lleguen a las pasarelas del mundo. Sueño con eso", dice Pauliña, quien lleva un año perfeccionando su español y capacitándose para poder traspasar cada vez mejor lo que sabe. "El objetivo es que lo que aquí se enseña se fusione con los conocimientos avanzados de los creativos que nos visitan y que nazca una pieza única que hable del encuentro de estos dos mundos", explica Gianfranco Castillo, gerente general e hijo de Rocío Lecca. "No queremos que la prenda peruana solo se vincule al clásico tejido artesanal con el tumi o la llama. Queremos una fusión entre artesanía y moda de vanguardia y que en sus colecciones los diseñadores muestren Perú en sus textiles, en sus colores, en sus técnicas".

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En noviembre de 2016, 11 docentes de varias universidades fueron invitados al programa Ethical Fashion. Carol Morgan, profesora del curso Fashion Communication de Central Saint Martins, de Londres, fue uno de ellos y compartió con revista Paula que el intercambio le permitió "darse cuenta de que hay otra agenda, un estilo de vida alternativo al que nuestros estudiantes, al menos en Europa, no tienen acceso o ni se imaginan que existe. Además, el programa está completamente sintonizado con lo que pasa hoy con la moda, cuestionada por su sobreexplotación de personas y recursos".

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Rocío Lecca y su equipo apuntan a que The Creativity Lodge se convierta en un núcleo generador de moda peruana para el mundo. "No se trata solo de que el peruano genere moda peruana, sino también de que los diseñadores extranjeros lo hagan. La idea es que trabajen con nuestros artesanos, rescaten nuestra identidad y la exporten. No podemos permitir que todo este conocimiento se pierda y sea devorado por la industria. Los peruanos hacíamos mejores textiles antes de cocinar rico. Así como la gastronomía peruana logró ser reconocida y hacerse un lugar en el mapa mundial, hoy es el turno de la moda", dice Lecca. ·

El programa Ethical Fashion cuesta US$ 790. Incluye alojamiento por 5 noches en The Creativity Lodge, traslados desde y hacia Cusco, alimentación, materiales de trabajo y un diploma de participación. En las horas libres, se hacen talleres de cerámica andina y de cocina autóctona, y hay sesiones de reiki y yoga todos los días, entre otras actividades gratuitas. www.thecreativitylodge.com