Paula.cl

Confieso: he tenido más de 120 citas a ciegas. Llevo casi 20 años separado y al parecer soy del tipo "buen partido" porque todo el tiempo me llaman amigos, amigas, compañeras de curso, de pega, primas, tías, conocidas, generalmente mujeres que conocen a una recién separada y quieren "colocarla"… y yo: ¡acepto encantado!

Me gusta. Es un privilegio poder salir con diferentes mujeres, además de una  gran oportunidad para salirme del pequeño círculo social profesional o familiar donde podría encontrar a la mujer que he estado buscando incansablemente durante tantos años. Porque ojo, yo no uso Tinder, ni otros sitios de citas: los encuentro decepcionantes, son demasiado obvios y dirigidos solo a que dos personas se encuentren y tengan sexo saltándose la etapa de la conquista y la seducción. Que es la mejor parte.

Así, de tanto ensayo y error, he desarrollado una especie de manual de la cita a ciega. Para partir hay dos reglas claves.

1- La cita tiene que ser recomendada por una mujer u hombre que considere con un mínimo de criterio de selección y que conozca mis gustos, mañas, obsesiones e intereses.

2- La "citada" debe ser previamente avisada y estar a la espera de mi llamado. Si no es así, no me interesa. Ya no me banco toda esa lata introductoria de que tu amiga me habló de ti y me dijo que te llamara, y un largo etcétera. No. Cuando yo llamo, no quiero decir quién soy, de donde salí, ni quién me habló de ella. Esa es pega del presentador o presentadora.

Luego:

3- La primera llamada es clave. Me indica muchas cosas. En primer lugar mido el entusiasmo en su tono de voz y en la disponibilidad que tenga de salir durante los siguientes días. Si plantea dificultades para los días viernes o sábado, pero ofrece otras opciones, no hay problema (todos tenemos eventos, niños, compromisos varios). El hecho de que plantee una fecha alternativa es signo de interés y también de iniciativa. Si escucho algo como: "este fin de semana es imposible, pero hablemos en la semana", no la vuelvo a llamar. Ese "hablemos" implicará que te chuteen del martes para el viernes, pero aun así, por confirmar, lo que por cierto no sucederá y ella reiterará el día viernes la frase anterior: "hablemos en la semana". Ambigüedad que tiene una sola razón: está ocupada en una relación que está débil en sus inicios o términos y está mirando otras alternativas, sin decisión.

4- Creo firmemente en los jueves o viernes. Son los mejores días porque dejan el sábado para intentar una salida inmediata si se da el flechazo o bien, permite el eventual almuerzo del domingo si es que ella está sin los niños ese fin de semana.

5- La conversación no debe ser muy larga. No soy un gran conversador telefónico y creo que puede ser un poco "latero" contarle por teléfono mi vida a alguien que no conozco. La primera conversación, ni tan corta ni tan larga. Canchero, simpático, sin presionar con que la cita a ciegas será de una gran trascendencia. Averiguar qué hace, dónde trabaja, por dónde es amiga de mi prima… y ya está. Compárteme tu dirección y: ¡hasta el viernes!

6- Nada de mandarle mensajes por Whatsapp después de esa primera conversación con emoticones o frases divertidas. Cuando me mandan esas latas, me desmotivo totalmente. Pienso que la mina se va a sobre producir, que nadie la ha invitado hace siglos y que se hiperventiló y que por lo tanto es mala, es loca, o ambas.

7- No creo mayormente en las fotos que publican en Facebook. Son las mejores fotos que jamás en la vida volvieron a tener, aquellas que representan menos edad, menos canas, menos kilos, menos arrugas… Es más, no veo ninguna foto en internet porque sé que sólo me decepcionaré con el envase real.

8- Me gusta partir ese viernes, realmente "a ciegas". Al pasarla a buscar, generalmente me piden que las llame cuando esté afuera para que los niños no vean al "Señor cita a ciegas" y eso lo acepto y comprendo. Me parece muy imprudente que me hagan pasar, me presenten a los niños que, por supuesto, me mirarán con un poco de aprehensión. Sin embargo, la presencia de los niños implicaría también que la "mina" entrega una señal potente de que cree que la cita derivará en algo más serio. No sé si me gusta el mensaje...

9- La conversación en el auto es siempre un poquito "dura" o algo forzada, llena de frases comunes porque voy manejando y esa conversación sólo sirve para romper el hielo.

10- Jamás le he preguntado a ninguna de mis "citas" a dónde quiere ir a comer. ¡No se me pasa por la cabeza! Demostraría un nivel de gran improvisación, inseguridad, indecisión, etc. Reservo el día antes y llegamos puntualmente. Más de alguna amiga mía –impulsada por mí a aceptar alguna cita a ciegas – se ha decepcionado del pretendiente inmediatamente debido a ese pequeño detalle: no tener reserva confirmada en la primera salida.

11- A veces me he visto en la necesidad de improvisar. He llegado a buscar a una súper recomendada nueva cita y resulta que habían pasado años desde que mi amiga presentadora la había visto por última vez. Durante ese tiempo la mujer en cuestión se había devorado todo y tenía un sobrepeso brutal. Frente a esa sorpresa mayúscula, un solo destino es posible: el sushi. Efectivamente, en los restaurantes japoneses es todo bien iluminado (nada de romanticismo), todo bastante rápido, no hay mantel ni pan, rara vez hay postres, lo que hace que la tortura dure poco. Con algo de suerte, antes de una hora, se emprende el viaje de vuelta a su casa. Entre medio, y muy discretamente por Whatsapp, puteo a la presentadora que me clavó con tamaño "cacho" mientras espero que nadie me haya visto en el restaurant japonés. Luego, ya de vuelta en su casa, jurar que lo pasamos regio, increíble y "te llamaré en la semana"…

12- Pero a pesar de lo anterior, he tenido bastante suerte. No han sido tantas las citas tiradas a la basura. Normalmente lo paso bien. Por lo general, la invito a comer a algún restaurant tranquilo, en donde se pueda conversar y comer rico. Generalmente repito el mismo restaurant en diferentes citas. Siempre pienso que el metre o los mozos deben pensar muy mal de mí, cuando en un mes aparezco por su restaurant con tres mujeres diferentes. Por supuesto que más de una vez me saludaron por mi nombre, como "habitué" y me sentí un poco incómodo. Ello porque se supone que uno no anda de cita en cita y aunque lo haga, no debe decirlo.

13- Soy un gran entrevistador, voy indagando en la vida de mi potencial futura polola de manera organizada y sistemática. Voy al grano, no desaprovecho el escaso tiempo disponible en hablar del vino que estamos tomando o del tiempo. Le pregunto por su quiebre matrimonial, de su ex marido, sus pololos, hijos, etc. Intento acordarme inmediatamente del nombre de sus hijos – eso parece importarles-, el trabajo, sus intereses, su familia, sus viajes, etc. No tolero ese tipo de conversación demasiado liviana ni tampoco la tan común costumbre chilena de buscar amigos o conocidos comunes o "¿ubicai a Pancho Sultano?... ¿No? ¿Y a la Tere Mengano?... ¿Tampoco?". Contesto siempre que no, para no persistir por esa vía, aunque sí los conozca.

14- Debo decir que me fijo en TODO, ¡soy fatal!. No se me pasan por alto los detalles. Me importan muchísimo las manos – no sé por qué tanto-, si me mira a los ojos o si se distrae constantemente. Los zapatos son muy importantes. Hablan del gusto al igual que su vestido y los colores que eligió. Si lleva una cartera "de marca" la encuentro pretensiosa, si lleva una de lana, la encuentro demasiado hippie. En realidad yo mismo ¡soy un cacho! Demasiado fijado, exigente. De política no hablo, la evito, no porque no me interese, si no porque no vale la pena para el objeto de la primera cita, ni para que me guste o me deje de gustar la mujer que tengo al frente. Eso sí, me interesa que tenga opinión, que sea informada, culta y con mucho sentido del humor. Me fijo también en qué tipo de preguntas me hace ella, porque revelan cuáles son sus intereses.

15- No pretendo que la primera cita termine en la cama. Soy un conquistador al cual le gusta la seducción, el sutil y exquisito camino hacia su eros. Encamarse a la primera no es el objetivo; lo que pretendo es gozar también el trayecto hacia su dormitorio.

16- La mejor cita a ciegas es aquella en que ambos nos reímos, ello garantizará que la historia continúe…