María Angélica Guzmán, gásfiter: una vida de resiliencia

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Lo dice sin dudarlo: “yo me siento súper realizada como mujer. Pese a las experiencias que he tenido, nunca he decaído”.

No han sido pocas esas experiencias. A sus 52 años, María Angélica Guzmán Morales ha tenido que lidiar con una serie de dificultades. Especialmente mientras estudiaba.

En 2016 tomó la decisión de tomar el curso de gasfitería domiciliaria que impartía ESVAL junto a la Universidad Católica de Valparaíso (UCV). Perteneció a la primera generación de mujeres tituladas en ese rubro, tradicionalmente masculino.

“Yo me fui por ese lado porque era algo que parece medio exclusivo de los hombres, pero no había limitante para que una mujer estudiara. Es más: las mujeres lo hicimos muy bien. A mí me encantó”, cuenta la también repostera y secretaria.

Estudiar ese curso no solo le abrió la puerta de hogares que necesitaban apoyo con algún “arreglito”: también le permitió unirse al Programa Jefas de Hogar de la Municipalidad de Viña del Mar y, así, empezar a estudiar en 2017 la carrera técnica en construcción en la UCV.

Casada, madre de tres hijos y abuela de tres nietos, María Angélica estudiaba de día y después se dedicaba a su trabajo y a su familia. Pero al empezar su tercer semestre, en 2018, todo eso cambió: “yo me quedé atrapada en las puertas traseras de una micro, me caí al suelo y rompí mi pierna derecha. Mi carrera se vio todo ese año mermada”.

Quedó postrada todo un semestre en cama. Después, empezó a usar una silla de ruedas y luego tuvo que aprender a caminar nuevamente. Hoy puede hacerlo apoyándose en un bastón.

Sus ganas de seguir estudiando seguían intactas. Postuló para continuar y le autorizaron, pero al iniciar marzo de 2019, su casa se incendió y nuevamente se vieron truncados sus sueños. O eso fue lo que María Angélica creyó.

“Yo pensé que no iba a poder seguir. Se supone que como dueña de casa yo tenía que hacer todo lo posible para recuperar el lugar donde vivía, y eso hice”, cuenta.

Al igual que la suya, varias casas alrededor se quemaron. María Angélica decidió tomar esa bandera de lucha, hacer un comité y luchar para que todos los afectados obtuvieran un subsidio.

Pensó que para ello tenía que abandonar de nuevo sus estudios. Pero su familia no la dejó: “me dijeron que si me quedaba tan poco para poder cumplir la meta de estudiar, tenía que seguir”, recuerda.

Al final, logró ambas cosas: el subsidio y titularse.

“Bendiciones”

“Gracias al apoyo de mi familia logré seguir estudiando. Y después de eso tuve muchas bendiciones. En 2020 recibí un subsidio del Estado para adquirir una vivienda propia. Y el 6 de agosto del año pasado logré titularme. ¡Ya tengo mi carrera!”, cuenta María Angélica, emocionada.

Actualmente, tras haber sacado su certificado de discapacidad, trabaja como secretaria en un colegio de Viña del Mar. En paralelo, cada vez que puede, sigue trabajando como gasfiter.

“Es muy curioso, porque muchas veces cuando llego a algún lugar que necesitan apoyo, piensan que llegará ‘el gasfiter’ y llego yo, ‘la gasfiter’. Pero he demostrado que puedo hacer mi trabajo muy bien, incluso mejor que muchos. En el colegio donde estoy trabajando también han necesitado algunos arreglitos, y ha sido muy bueno poder demostrarles que sí, soy la secretaria que ingresó por la ley de inclusión, pero que sé hacer mucho más que eso”, afirma. “Es una bendición, una gran bendición”, añade.

Confianza en el futuro

Hoy, María Angélica defiende que todos deberían capacitarse. En sus tiempos libres, lee mucho y busca siempre aprender algo nuevo.

“En el pasado, yo muchas veces trabajaba en ferias libres, trabajaba como asesora del hogar, hacía repostería, pero siempre con la limitante de que no tenía estudios. Ahora sí los tengo y logro trabajar imponiendo, mirando hacia el futuro. Yo digo que mi vida no dio un giro de 180 grados, sino de 1.000 grados, porque puedo acceder a la salud, mi hijo está en la universidad y apoyo al bienestar de mi familia y a la economía del hogar”, comenta.

Todo lo pasado le ha demostrado que es muy resiliente. “Nunca me he quedado en el suelo, he logrado darle brillo a mi vida y así también he podido apoyar a las personas a mi alrededor. He descubierto que yo también puedo ser un ejemplo para los demás”, concluye.

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