María Jesús Acuña, médica y especialista en Ginecología Oncológica, sobre el Cáncer Cervicouterino: “Cualquiera de nosotras está en riesgo, por eso es necesario que trabajemos en prevención”
Cuando comenzaron a llegar a Chile los primeros test de Virus del Papiloma Humano (VPH), para probarlos, en distintos hospitales del país se los ofrecieron a las funcionarias. Fue esa la razón por la cual la doctora María Jesús Acuña, como la ginecóloga a cargo del área oncológica del Hospital Juan Noe Crevani Arica y Clínica San José Arica, se lo hizo a una de las enfermeras. El resultado: tenía el tipo de virus más agresivo. Eso las llevó a examinarla con mayor profundidad y detectaron una lesión preinvasora y un cáncer microscópico que media 3 milímetros. “Ella venía con su prueba de Papanicolaou (conocido como PAP) negativo, así que finalmente este test, que se hizo un poco al azar, le salvó la vida”, cuenta. Dice que esa experiencia fue también la que la convenció de la importancia de hablar de prevención, de que se de a conocer este tipo de exámenes, en conjunto con todas las otras medidas que aportan a prevenir la enfermedad. “Cuando ves un caso como este, piensas que el esfuerzo que haces a diario porque las mujeres se controlen, vale la pena. Por esa mujer, ya vale la pena”, afirma.
Desde entonces tomó la “bandera de la prevención” como una de sus causas, y dedica muchas horas de su día a conversar de esto con sus pacientes.
¿Por qué es grave que las mujeres dejen de controlarse?
Porque lamentablemente el cáncer cervicouterino o del cuello del útero es super silencioso y asintomático hasta sus etapas más tardías, entonces, a diferencia de otros cánceres, como el de útero propiamente tal, donde el endometrio sangra, el cáncer de cuello del útero no tiene síntomas visibles y tarda muchos años en desarrollarse. Entonces, desde que tenemos una lesión preinvasora, que son las que nosotros tratamos de detectar, hasta tener un cáncer en etapa avanzada, es decir un tumor, pasan muchos años y es muy asintomático.
Si una mujer no va a su control, no se hace test de VPH, ni el PAP, puede tener a un enemigo silencioso creciendo dentro y no saber. De hecho, de todas las pacientes que tenemos con cáncer de cuello de útero, más o menos un tercio nunca se ha hecho exámenes y otro tercio tiene su examen atrasado. Son mujeres que si se hubiesen controlado, podríamos haber prevenido ese cáncer.
Las cifras de cáncer de mama y las campañas de prevención están muy socializadas en el país. En cambio con el cáncer de cuello de útero, no ocurre lo mismo…
El cáncer de mama por supuesto que tiene una mayor frecuencia; 1 de cada 8 mujeres va a tener cáncer de mama, pero hay mucha prevención, está socializado, las mujeres saben sobre la mamografía, existe el mes de prevención del cáncer de mama. Pero en el cáncer cervicouterino, no existe todo esto debido a que es un cáncer que está relacionado a una infección que se adquiere a través de actividad sexual, y por lo tanto es un cáncer que nos obliga a hablar de sexo y de educación sexual en un país como el nuestro donde el sexo sigue siendo un tabú.
Tiene el estigma de la vergüenza. Cuando una mujer dice “tuve un cáncer de mama” la gente piensa qué mala suerte, es algo que toca, como parte de la genética; pero cuando una mujer dice “tuve un cáncer de cuello del útero”, está el estigma de la promiscuidad, las personas creen que se lo contagia por tener muchas parejas sexuales o también por “ser cornuda”. Por eso, una de nuestras tareas es “desvergonzar” este cáncer, que a las mujeres no les de vergüenza decir que lo tuvieron y puedan hablar, para apoyar a otras e informar también.
¿A qué edad se da con mayor frecuencia ?
Para eso hay que entender la historia natural de la enfermedad; cómo adquirimos la infección y cómo llegamos a desarrollar cáncer.
Las personas adquieren la infección por el VPH super jóvenes. Los estudios dicen que es dentro del primer año posterior al inicio de la actividad sexual. Pero son muy pocas las personas que van a tener un tumor porque en la mayoría, el sistema inmune es capaz de eliminar el virus, de hecho el 80% de la población sexualmente activa ha tenido contacto con el VPH y no más del 10% de esas personas tienen lesiones pre invasoras.
Además es un virus lento. Las personas se infectan en la década de los 20 años, y recién diez años después uno puede comenzar a ver lesiones preinvasoras. Por eso el PAP comienza a tomarse a los 25 y el test a los 30. Lo más frecuente, la edad promedio en que encontramos lesiones en las pacientes, es entre los 30 y 40 años. Es una enfermedad lenta, toma 10 a 15 años entre la infección y la lesión.
¿Quiénes son más propensas a desarrollar cáncer?
Las pacientes que tienen enfermedades que alteran el sistema inmune, ejemplo las mujeres viviendo con VIH; las mujeres fumadoras también, de hecho hay una investigación de un chileno que determinó que el virus se desarrolla mucho más en pacientes fumadoras; y también en pacientes que tienen otro tipo de infección de transmisión sexual.
Pero puede enfermarse cualquiera…
Por supuesto. Por eso hay que hacerse los exámenes.
¿Cuáles son esos exámenes?
Uno de ellos es el test de VPH. Cuando partió el tamizaje con este test, el slogan era “conoce tu riesgo”, porque la información que entrega este examen es si tuve contacto con el virus y con qué tipo de virus (hay unos que son de mayor riesgo como el 16 y el 18, que son los que generan cáncer). Puede ser que en el momento en que se toma el test no exista una lesión, pero si esa mujer tiene un tipo de virus de riesgo, tiene mayor probabilidades de desarrollar un cáncer que el resto de la población.
¿Y qué se hace con esa información?
Depende del virus. Si tienes el más agresivo que es el 16, te derivan inmediatamente al ginecólogo oncólogo porque hay que observar; se hace una colposcopía que es como como el PAP, pero se examina con un microscopio y se toma una biopsia si se encuentra algo sospechoso. Las mujeres que tienen ese tipo de virus, 1 de cada 4 tiene riesgo de desarrollar en un plazo de observación de tres años, una lesión pre cancerosa del cuello del útero.
Son pacientes a las que hay que hacer un seguimiento . Al final se trata de información que antes no teníamos. Eso les digo a aquellas que se angustian cuando les sale esto en el test.
El PAP es un examen que ve solamente células, que tiene cien años de antigüedad y que tiene una tasa de falsos negativos de un 20%. Hay muchas pacientes que vienen con el PAP negativo, pero tienen VPH 16 positivo y esas pacientes en el pasado se hubiesen ido a su casa tranquilas.
Ahora se les examina en profundidad para saber si hay lesión, si hay lesión se trata y si no, se mantiene en observación y se repite el test con mayor frecuencia.
¿Cómo es el tratamiento si hay lesión?
Es un procedimiento sencillo, casi ambulatorio y con él evitamos tener un cáncer. Para mí es un salto cuántico que exista el test, porque le da la oportunidad a esas mujeres que venían y decían: “yo me hacía el PAP cada 3 años como corresponde, nunca me salté ninguno, y ahora tengo un cáncer”. Ahora tenemos esta otra herramienta.
¿Hace cuánto que existe el test?
En Chile lo tenemos disponible hace poco, en el servicio público recién desde el 2019. Lo que pasa es que cuando íbamos a partir con el tamizaje, llegó la pandemia que jodió todo porque los recursos se fueron para eso. Ahora retomamos, y además se logró que el test tuviese código Fonasa que también ayuda porque antes hacerse el exámen era caro, costaba entre 50 y 70 mil pesos. Ahora como tiene código se puede reembolsar en Fonasa e Isapre.
¿Cómo opera la vacuna en todo esto?
Todo suma: el test, el PAP y también la vacuna. Está desde el 2014 en el programa nacional de inmunizaciones y se partió vacunando solo niñas. Desde el 2019 se agregaron niños y se vacunan en 4º y 5º básico. La vacuna se hace con una tecnología que es como el virus, no es virus, en el fondo le “dice” a nuestro sistema inmune que cuando encuentre el virus lo elimine. Por eso se hace a esa edad, porque el virus se adquiere a temprana edad y lo ideal es vacunar antes de eso.
Australia que es uno de los primeros países que partió vacunando primero, y ellos ya casi no tienen cáncer cervicouterino porque tienen a casi toda su población vacunada .
¿Cómo podemos llegar a eso en Chile?
De varias maneras. Con la vacuna, por supuesto. Pero mientras con la prevención y la detección temprana, y para eso, es necesario que se hable de este virus y de esta enfermedad. Si el 80% de la población sexualmente activa ha estado en contacto con el virus, nos puede tocar a cualquiera; cualquiera de nosotras está en riesgo, sin ser una promiscua. Terminar con ese estigma nos va a permitir que las mujeres se atrevan a hablar, que la información se conozca y que de esa manera salvemos más vidas.
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