En 1987 Carmen Ibáñez fue escogida como la animadora del Festival de Viña del Mar. 'La regalona', apodo que recibió por un comercial de TV, incluso apareció en la foto de la portada de la revista Vea junto a Antonio Vodanovic, como la pareja que subiría a la Quinta Vergara. Pero algo pasó. A última hora la mujer que luego sería diputada por Valparaíso tuvo que conformarse con ser jurado internacional y cedió su puesto a Pamela Hodar.
Testigo de ese festival en el que Gustavo Cerati aterrizó con Soda Stereo, desatando la sodamanía, fue María Luisa Godoy. Tenía 7 años y acompañó a su mamá, que en la primera fila del jurado compartió las noches con Luis Dimas, Fernando Alarcón, Maitén Montenegro y otras celebridades de la época.
31 años después la hija podría reivindicar a la madre. La animadora del Muy buenos días es la candidata número uno a convertirse en la próxima conductora de Viña junto a Martín Cárcamo. Su gran año en el matinal de TVN -que va cuarto en el promedio general de rating matutino, pero con un alza sostenida desde enero- la hizo ascender al Olimpo de la pantalla chica y está ahí, a pasos de suceder a Carola de Moras y animar el certamen más importante de Latinoamérica, hoy en manos del Canal 13 y TVN.
Pero sin anuncio oficial aún, la Mari es cauta y rigurosa: "Yo soy de hechos consumados, no hago ciencia ficción. No me ilusiono con las cosas. Soy de esas personas que no cuentan sus proyectos para que resulten".
En Wikipedia al menos ya figuras como la animadora de Viña 2019-2022.
No te creo, jajajá.
Pese a que hoy no estás confirmada, ¿qué te pasó cuando te convertiste en candidata para ser la próxima animadora de Viña?
O sea, obvio que es un honor. Estoy agradecida de que salga mi nombre. Es un reconocimiento para quienes trabajamos en los medios y nos sacamos la mugre. El Festival además siempre fue importante en mi casa. Me acuerdo cuando acompañé a mi mamá el '87, aunque yo era muy chica tengo recuerdos como cuando la anunciaron y su decepción cuando la bajaron. Pero lo pasó bien de jurado. Salíamos del Hotel O'Higgins, y la gente aplaudía. Cuando ella vio mi nombre como candidata a animadora me dijo "¿te imaginas que llegaras a animar Viña, que algo que no pudo hacer la madre lo haga la hija?". Fue divertido. Hay una conexión bonita.
Pausa. La compañera matinal de Cristián Sánchez, casada con el abogado Ignacio Rivadeneira y mamá de tres hijas, vuelve sobre su ensalada de pollo pesto en el café Roasters de Apoquindo. Es un día heladísimo en Santiago y su voz se proyecta en el local de Escuela Militar. Tiene algo teatral. Sus carcajadas son poderosas y sus gestos genuinos. Parece que siempre está como en el living de su casa.
"Mira, en general no me hago expectativas y no me gusta que se hagan expectativas conmigo", explica para recalcar que aún no es la animadora de Viña 2019. "Hasta que no pasen los hechos no celebro. Mi personalidad es bien intensa y efervescente. Antes me ilusionaba y me daba muchos chancacazos. No sufría, porque soy positiva. Pero a través de los años entendí que nunca hay que dar nada por sentado hasta que de verdad pase".
¿Pero alguna vez soñaste con animar Viña?
¿Muy honestamente? No. Obviamente es un sueño para cualquier animador, pero no lo imaginé. Quizás porque mi carrera la forjé como periodista no lo pensé; pero si llega será increíble, un honor y un desafío.
Ya, pero ¿qué te parecería animarlo con Martín Cárcamo?
No conozco mayormente a Martín, pero lo admiro mucho, es talentoso y creo que se merece todo el rato ser el animador de Viña. Además tiene un encanto especial que el animador sea viñamarino.
Experiencia en festivales tienes: animaste Olmué, Dichato y Talca.
Sí. Talca es como Lollapalooza, son 150 mil personas. Tengo mucho cariño por Olmué, porque fue mi primer festival (2011), llevaba un año animando. Además estaba recién pololeando con mi marido. Fue todo especial. Lo pasé tan bien. Me encanta la adrenalina de los festivales, me encantan esos nervios.
¿Cómo te ha tratado el público de festivales?
Maravillosamente. En Talca se dio algo especial. En comerciales me gusta contar chistes. El año pasado terminó el festival y se quedó un grupo grande de gente pidiéndome chistes. Siempre me gustó contarlos, mis papás son buenos para la talla. Además tengo buena memoria y cuando trabajé en Coliseo romano (Mega) me aprendí muchos. Después en la Radio Pudahuel me mandaban al chat esos chistes inolvidables. Pero te advierto que son bien subidos de tono. También me gustan los chistes fomes.
¿En Viña te animarías a contarle uno al 'monstruo'?
¿Estái loco? Si mis chistes son sin censura.
Sigamos haciendo ficción: ¿tienes un clóset que aguante Viña?
Es que me da pudor seguir especulando con Viña. Pero, mira, más allá de Viña, me he ido quedando con un vestido de cada festival, que serán un bonito recuerdo para mis hijas. Pero no son vestidos fáciles de poner en la vida. No voy a ir a un matrimonio con uno, sería muy siútica; la sobrevestida.
Los expertos en moda suelen piropear tus looks más roqueros.
Yo me visto de forma bien espontánea. Me gustan las cosas simples, no recargadas. Y cosas roqueras como los pantalones de cuero. Creo que en la simpleza es más difícil caerse. Nunca fui trapera. Pero entendí que parte de esta pega es vestirse bien. Porque tú representas a un equipo.
Perdona la majadería, pero ¿cuál ha sido tu animadora favorita de Viña?
Elegiría a Tonka Tomicic y Paulina Nin. Las dos fueron extraordinarias. La Tonka es espontánea, femenina, estilosa, me encantó su dúo con Sergio Lagos. Y la Paulina Nin fue la primera en dar el paso a la igualdad, fue la primera en decir "no soy un adorno, vengo a animar de igual a igual ". Y eso fue muy importante para una época mucho más machista.
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Ousadia, vestido[/caption]
En 2016 cancelaron tu programa Por ti, por malos resultados, hoy ya sumas casi un año y medio en el matinal de TVN con un alza de rating y convertida en el rostro femenino mejor evaluado del canal: ¿lo tomas como una revancha?
Siento que parte del crecimiento de cualquier carrera radica en victorias y fracasos. Es importante tenerlos. Uno es responsable de lo bueno y lo malo. Pero soy una optimista empedernida, inquebrantable: para mí lo mejor siempre está por venir. Soy muy positiva. Ha sido un muy buen año y estoy agradecida del canal, de mi equipo y del productor ejecutivo (Pablo Manríquez). Quizás era más fácil apostar por alguien consagrado que decir "crezcamos con ella".
El público es rudo con los animadores: ¿te metes mucho a redes sociales (@marigodoyibanez en instagram) para ver qué dicen de ti?
A veces pueden ser 500 personas que atacan y sientes que el mundo se te viene encima. Me gusta que me critiquen y tomo nota cuando es con respeto. Y también entiendo que muchas veces canalizan una rabia que tiene otros motivos. O sea, hemos visto que en redes sociales le han pegado a gente que está enferma. Entonces no hago mucho eco. Te diría que la TV es más dura, cuando a veces parece que da lo mismo el esfuerzo y corazón que pongas o lo bien que te esté yendo, porque igual te pueden sacar. Le pasó a la Kathy Salosny en Mega.
¿Cómo manejas tus opiniones en pantalla?
Es difícil hacer matinales porque estás cinco horas y media al aire. Es mucho para no meter la pata. Entre más conoces a tus compañeros más te sientes como en el living de tu casa y tiras frases desafortunadas. A veces uno habla tonteras o se le sale algo incoherente. Es difícil ser criterioso en tantas horas.
¿Qué sentiste cuando Patricia Maldonado te criticó por amamantar en pantalla y luego se organizó una 'tetada' a tu favor?
Creo que no hay nada más lindo y natural que dar papa. Cuando yo asumí el matinal puse como condición llevar a mi guagua y tener un lugar habilitado para dar papa libre demanda. Si los niños tienen un buen apego van a ser adultos más felices, seguros y con relaciones más sanas. Una empresa que garantice que las mujeres puedan dar papa libre demanda será una empresa amada por sus trabajadores.
Hace poco dijiste que los animadores tenían sueldos muy altos en TV.
Sí. Obviamente la gente tiene un sueldo de acuerdo a lo que genera, pero creo que esta industria se va a tener que reajustar y los sueldos de los animadores van a bajar. Y como los trabajos son en equipo, la torta tiene que repartirse mejor.
Tú, que vienes de una familia conservadora...
No, mi familia es bien liberal, yo soy más conservadora que mi familia. Mi papá fue muy liberal, nació el año 22 y era muy feminista; mi mamá, muy liberal, lo que pasa es que soy formada de manera más tradicional en cuanto a colegio, pero vengo de una familia liberal. Mi papá fue casi el único de su grupo de amigos que se separó. Me inculcó que tenía que sacar una carrera que me hiciera feliz, que tenía que trabajar. Que no fuera mantenida.
¿Te defines como feminista?
Me parece que las estudiantes y las mujeres que marchan están dando una tremenda lucha y estoy agradecida. Yo tengo tres niñitas y quiero que vivan en un mundo mejor, que tengan las mismas oportunidades, derechos y deberes que los hombres.
¿Cómo se manifiesta en ti el feminismo de tu papá?
En que soy trabajadora. Desde chica me gustó trabajar y buscar independencia. Aperraba en las pegas aunque lo pasara mal. Cuando hice política para Mega trabajaba 15 horas diarias; el primer periodo de Bachelet significaba giras regionales de jueves a sábado.
Siempre has tenido ese gen de reportera.
Me encanta. Tengo pasión por las noticias, me gusta mi carrera. Pido salir a la calle. Tener contacto con la gente.
Como en abril, cuando en un despacho en directo el presidente Piñera te acusó de cometer dos errores y tú le contestaste "yo no le cuento los suyos".
Jajajá. Eso fue reacción de reportero, es una respuesta típica mía.
¿Sufriste acoso en el mundo de la televisión alguna vez?
A mí no me ha tocado algo como acoso, aunque creo que todas las mujeres hemos tenido situaciones incómodas, muchas.
Tus papás y tu hermano fueron parlamentarios, ¿alguna vez ingresarás a la política?
Me viene en el ADN. Mi tata Ibáñez era masón radical, amigo de Allende; la familia de mi papá está llena de políticos. El ADN de mi familia es muy patriota y de amor por el servicio público. A mi papá cuando era parlamentario le pagaban un peso, de verdad. Me preocupa el desprestigio de la política. Pero hoy no me gustaría entrar en ese mundo.
¿Si te digo Catemu, qué se te viene a la cabeza?
Mi niñez. La naturaleza y los animales. Crecí en Catemu... aún existe esa casa. Crecí ordeñando vacas, andando a caballo, subiendo cerros, bañándome en el río. Amo el campo. Les daba la papa a los corderos en mamadera, hacía muñecas con los choclos. Es una infancia que me encantaría dársela a mis niñitas.
¿A qué le temes?
Hay dos momentos en que empecé a tener miedo: cuando fui mamá, porque uno se enfrenta a una fragilidad que no conocía, a una vulnerabilidad que no existía. Y no a la vejez, pero sí a la invalidez. Después de haber vivido con mi papá sus últimos 7 años, si bien él me enseñó a morir y me mostró un lado muy bonito y digno de empezar a apagarse, lo vi sufrir, sin decírmelo, con la invalidez. Me da miedo ser un cacho.
¿No sientes que como mujer tienes que cumplir en demasiados frentes?
Sí. Pero soy privilegiada, hago lo que me gusta. Me siento como cualquier chilena que se levanta a la 5 a.m. y tiene que preocuparse de los niños y la casa, pero yo más encima tengo ayuda, tendría que ser muy mal agradecida para reclamar. La parte que me aburre de mi pega es estar arreglada. Es una tontera, pero no sabes la felicidad que me da en vacaciones que no me peinen, no me maquillen. No tener que hacerme las uñas... y comérmelas si quiero. Es muy tonto pero descanso en eso.
Tú eres una mujer de fe, de misas de domingo. ¿Te alejaste de la Iglesia?
Me duele mucho lo que ha pasado. Me duele aunque mi fe es independiente de la Iglesia. La Iglesia está llena de humanos y por tanto de imperfecciones y personas que pueden cometer delitos. Pero no me he alejado porque también entiendo que la Iglesia es Juan Carlos Cruz (víctima y denunciante de Karadima) y no solo el sacerdote que cometió el delito y que encubrió abusos. La Iglesia también es de ese cura que ha dado su vida por los más pobres.
¿Cómo lo pasas como columnista del diario La Cuarta?
Me encanta. Es un privilegio llegar a toda la gente. En la primera columna anticipé los temas que me interesan: feminismo, adultos mayores, los niños, la Iglesia. Y cerré con un chiste fome. ¿Te lo cuento? Iba pasando por la calle y una señora me dice "¿me ayuda?, se me perdió mi hija". Yo le digo "claro, ¿cómo se llama su hija?. "Esperanza", contesta. Y le digo "imposible, porque la esperanza es lo último que se pierde". Jajajá. Es demasiado fome, por eso es demasiado bueno.
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Max Mara, top; Ousadia, pantalón[/caption]