“Un viaje de amor propio y transformación para lograr la vida que mereces” dice la tapa del best seller El poder de quererte de la Psicóloga, Life Coach y experta en Imagen Personal, María Paz Blanco. Un libro que la ha mantenido durante más de 11 semanas en el ranking de los más leídos y que, en solo tres meses, ya va en su quinta edición. “Sabía que le iba a ir bien porque el cariño, el tiempo y la dedicación que le puse a este libro no se la he puesto a ningún otro proyecto en mi vida. Lo escribí cien por ciento yo, en un notebook de 13 pulgadas, sentada en mi cama, a ratos en mi oficina, mientras los niños dormían, hice de las noches mis mañanas, a pura honestidad y corazón. Es imposible que un trabajo tan honesto y desde el alma, no tenga sus frutos”, dice María Paz mientras reflexiona sobre su éxito.
La inspiración también fue clave. “Tenía la necesidad de devolverle la mano a la vida, porque me siento bendecida. Tendemos a creer que la vida es un derecho, cuando la verdad es una bendición. Para mí mis hijos son el mejor regalo que Dios me ha dado y Santi sin duda es muy especial, ya que su condición médica es única: es el primer caso en el mundo reportado con su variante no identificada en un gen. Para mí eso no es casualidad, tiene que significar algo y trascender”, afirma. María Paz se refiere al nacimiento de su tercer hijo, Santiago, en 2017. Un embarazo y parto normales, que a los pocos meses de nacido la llevó a vivir una de las etapas más difíciles de su vida. “Vino a romper todos los esquemas porque los pronósticos fueron brutales; me dijeron que me tenía que preparar porque mi hijo ni siquiera iba a poder caminar. Cuando sabes que tu hijo viene con una discapacidad, es como un duelo de las expectativas y te abre a un camino incierto dificil de atravesar”, confiesa.
El periodo inicial después de la noticia lo pasó “encerrada”. María Paz había trabajado en el mundo corporativo muchos años, en recursos humanos, y años antes del nacimiento de su hijo había tomado la decisión de independizarse pues veía que la preocupación por la imagen personal se tendía a asociar mucho con la moda o con un área más frívola y superficial, pero no desde la psicología, el autoestima y la seguridad. Desarrolló un método que luego patentó, el Método Aplicado a la Psicología de Imagen Personal (MAPIP), con el que pretendía romper el prejuicio de que preocuparnos de la imagen es algo trivial, pues ella tenía la certeza de que cuando las personas trabajan en su imagen, están más seguras, se desempeñan mejor, están más contentas y entran en un círculo virtuoso de autocuidado y de enfrentar la vida con una actitud más positiva.
Estaba en eso cuando llegó el pronóstico de su hijo. “Decidí parar ya que no me sentía en condiciones de apoyar a nadie cuando con suerte me sostenía a mí misma. Hice un trabajo personal, tuve mi propia coach, y tuve que aplicar todos mis conocimientos conmigo misma, al mismo tiempo que tenía que sacar adelante a mi hijo y no descuidar y darles toda la atención a los otros dos que en ese entonces tenían 2 y 4 años”, cuenta. “De una manera consciente, decidí transitar el dolor y tuve que aprender a vivir con la incertidumbre en su máxima expresión, que es difícil porque todos buscamos certezas, sobre todo cuando se trata de un hijo. Aprendí entonces a dejar de vivir con expectativas, a dejar de esperar, de vivir desde la carencia. Yo antes nunca me había detenido de manera tan deliberada a mirar dentro de mí. Descubrí esta pena y decidí sacar lo mejor de mí en esto. Ahí apareció esta nueva etapa en mi vida y este libro es reflejo de eso”, agrega.
¿Cómo se une esta vivencia personal con ‘El poder de quererse’?
Después de este proceso me sentí bendecida, quise compartir con otras personas mis propios aprendizajes; acompañar a otras mujeres en sus momentos desafiantes y sin duda una herramienta fundamental para ello es el amor propio, ya que es la base de todo.
¿Un poder?
Sí, por eso elegí ese título. Siempre tuve la idea de un título que reflejara a cabalidad lo que iba a haber dentro, y tenía muchas ideas. Sabía que iba a ser un libro poderoso, porque en cierta forma invita a mirar dentro de ti, como lo hice yo, lo cual me hizo poner en práctica todos los conceptos que se encuentran en este libro. Por tanto, no hablo sólo desde la teoría, sino que desde la propia experiencia y ese relato por supuesto es distinto.
Creo que todo viaje al interior tiene mucho poder, y el quererse en sí, es algo muy poderoso también. Pero la gracia del libro es que rompe el esquema del clásico amor propio que estamos acostumbrados a ver y a escuchar, que es un amor propio más indulgente, condescendiente, que se tiende a ver a veces más desde las sensaciones y los estímulos. Yo hablo de un concepto más real, permanente, que refleja un estado del ser.
¿A qué te refieres, específicamente?
A ese típico post que uno encuentra en redes sociales y que dice “Rutina de amor propio: ponte dos pepinos en los ojos, ten una rica rutina de skincare, medita, lee un libro y tómate una copa de espumante”. Y sí, éstas efectivamente son prácticas que te invitan a conectar contigo misma, pero desde una arista del placer temporal, de la recompensa, desde el “shot de dopamina”, la hormona del placer, no desde el interior. Si bien, efectivamente son espacios de autocuidado muy válidos, corresponden a una mínima parte de lo que es el real concepto de amor propio. Una definición sesgada e incompleta si nos quedamos solo en eso. Como un parche curita, que te puede ayudar en el momento, pero no te va a aliviar la herida, porque para sanarla es necesario curarla.
¿Por qué es tan importante quererse?
El quererse es el cimiento básico para poder tener buenas relaciones con los demás, pero sobre todo contigo misma; para saber poner límites, para cuidarte y desarrollarte, para asumir los obstáculos de la vida desde una perspectiva constructiva, para entender que los errores no son fracasos, sino son parte de la vida y las mejores lecciones, para cambiar la culpa por la responsabilidad y, sobre todo, para transformarte y crecer.
Por eso es tan poderoso. Pero también es un viaje que, como te invita a mirar dentro, hay que tener coraje, valentía, porque te desafía, te cuestiona, te invita a conocer y reconocer lo que no quieres conocer de ti. Y no basta sólo con identificarlo, sino que la clave es aceptarlo y trabajar en ello, para luego superarte, ser tu versión más elevada, sacar lo mejor de ti. Todo parte con el autoconocimiento. Conocerse es prioritario y fundamental ya que uno nunca puede amar aquello que no conoce y no acepta.
En una sociedad como la nuestra, donde las mujeres se enfrentan a una serie de estereotipos difíciles de cumplir respecto de cómo se deben ver, cómo se deben comportar, entre otras cosas, ¿qué tan fácil es quererse? ¿Cómo se logra?
Lo primero es dejar de poner tanta atención afuera y empezar a poner atención adentro. Si nos pasamos todo el tiempo mirando hacia fuera, somos más vulnerables a la comparación y si tu amor propio y autoestima no son sólidas, es muy probable que te sientas poco suficiente, creas que algo te falta o que no está bien contigo misma. De ahí que trabajar estos conceptos es muy importante. No se trata de estar o no de moda, sino que son cimientos para la vida. Sin duda seríamos una sociedad muy distinta si tuviéramos educación emocional en los colegios y trabajáramos nuestro amor propio desde la infancia hasta la enseñanza media.
¿Cuál es la clave al poner atención dentro nuestro?
En esa conexión con nosotras mismas, pocas veces las mujeres somos capaces de reconocer nuestras virtudes y talentos, somos mejores para reconocer nuestros defectos. Vemos aquello que nos falta, lo que no nos gusta. Tenemos que dejar atrás esta mentalidad crítica y el diálogo interno negativo que nada bueno conllevan.
Es importante conocer nuestra sombra, pero también nuestra luz. Cuando empiezas a reconocer tus virtudes, empiezas a sentirte merecedora, te conectas con tu poder creador y desde ahí empiezas a fortalecer tu interior. Por tanto, lo que empieza a pasar afuera cobra menos importancia ya que te nutres de ti, te identificas como la fuente de todo aquello que buscas afuera y empiezas a crear una relación positiva, de confianza y amor contigo misma, donde te escuchas, valoras tu intuición y la opinión externa es sólo eso, una opinión.
En el libro hablas del sufrimiento como un regalo ¿Crees que siempre debemos tomarnos el sufrimiento así, o a veces también es válido sufrir sin pretender obtener aprendizajes de esa experiencia?
En la vida hay miles de cosas que están fuera de nuestro control, es súper soberbio pensar que lo podemos controlar todo. Entendiendo que los dolores, los desafíos y las situaciones que la vida te presenta muchas veces no están en tu poder, sino que llegan de manera inesperada, la actitud con que las enfrentas es lo único que siempre puedes elegir. Ante la lluvia puedes quejarte, culpar al señor del clima, buscar un lugar donde refugiarte, usar un paraguas o bien mojarte. Tú siempre decides.
Hay una frase que dice que el sufrimiento es opcional, yo más bien creo que no se trata de una opción, sino del significado que le das, ya que el sufrimiento sin sentido, duele mucho más. La invitación jamás es a negar el sufrimiento, ahí caemos en el positivismo tóxico que es muy dañino. Pero tampoco hay que quedarse pegada en la emoción displacentera y entrar en un estado de melancolía, porque ahí uno puede caer en una depresión, es la antesala. Al final si te das cuenta, todo se trata de los equilibrios. Si llegó a tu vida esta situación dolorosa, deja de preguntarte ¿por qué?, porque esa pregunta te transforma en espectadora, te posiciona en un rol de víctima; en cambio cuando te conectas con el ¿para qué?, empiezas a ver el propósito, el sentido, la trascendencia y de ahí vienen las lecciones, el aprendizaje, el crecimiento y la transformación.
¿Y qué pasa cuando el sufrimiento no viene solo de un episodio doloroso, de una crisis o de una situación desafiante, sino que te toca vivir en un entorno hostil que no te da tregua y por tanto la felicidad se ve como algo lejano?
Cuando se habla de felicidad, hay que romper el mito de que la felicidad es alegría o ausencia de dolor y de problemas. Lo tendemos a ver como sinónimos, por ejemplo nos ganamos un premio y decimos ‘estoy feliz’, lo cual es muy habitual. No obstante, si nos quedamos con esa idea, los problemas no serían compatibles con la felicidad. Es importante entender que la felicidad trasciende de lo que está pasando afuera y tiene que ver con lo que está pasando adentro y con esto refuerzo la importancia de los significados que le damos a las cosas. Uno sí puede ser muy feliz con problemas, el desafío es aprender a ser feliz con esos problemas. Hay familias que están en condiciones súper hostiles y a pesar de eso las ves con alegría e ilusión de vivir, de ver y reconocer las bendiciones que hay en su vida, lo que se conecta mucho con la gratitud.
¿Crees que todos deberíamos agradecer la vida que nos tocó?
La gratitud es muy bonita porque es una maravillosa práctica que te permite conectar con el presente. Te invita a dejar de dar por sentado todo lo hermoso que tienes: tenemos un techo donde vivir o dos piernas para caminar, inteligencia para pensar, voz para expresar tus ideas... Son cosas que parecen obvias, pero no lo son tanto, porque en el minuto en que dejas de tenerlas, las valoras. Hay que romper el esquema de la felicidad como ‘los cinco pasos para ser feliz’. Al final, la felicidad consiste en cómo yo, con mis problemas, mi mochila, mis dolores, le doy un significado y logro ver todas las bendiciones que tengo en mi vida y agradezco por ellas. Definitivamente tu biografía no te determina y siempre puedes dar los pasos para convertirte en esa mujer que realmente quieres llegar a ser.
Conectar con la gratitud ¿te desconecta de las emociones “negativas”?
Totalmente. Cuando estás en un estado de gratitud, eso no te permite estar en un estado de carencia o de disconformidad. Es como que te dijera que estés sentada cuando estás parada, no se puede al mismo tiempo. La gratitud te invita a conectar con lo lindo de la vida, y lo mejor de todo es que es gratis. Tampoco se necesitan grandes conocimientos ni virtudes, la gratitud es absolutamente transversal, está al alcance de todos, activa las neuronas de la felicidad que son mejor que cualquier fármaco. Pero es importante saber que hay que entrenarla ya que venimos por nuestra genética con el “sesgo de negatividad” que nos lleva a prestar más atención a las amenazas por un tema de supervivencia. Y eso es precisamente lo que hice yo. La gratitud me permitió conectarme con lo que sí tenía, apreciarlo y valorarlo, y eso me permitió salir del pesimismo, la tristeza y transformó el dolor.
Esto y mucho más es lo que pretendo transmitir a todas las personas que lean mi libro, que no es una autobiografía, pero sí mi propio camino; una metodología con mucho de psicología, neurociencia y espiritualidad, que descubrí y elegí para transitar mi proceso. Por eso muchas se sienten identificadas, porque estos pasos que describo en el libro, cuando asumes el real compromiso de interiorizar y trabajar en estos conceptos, te transforman la vida.