Hace algunas semanas, decenas de titulares alrededor del mundo se centraron en la revelación de Marie Kondo, también conocida como “la gurú del orden”. La japonesa que se hizo viral en el streaming y las redes sociales a través de la serie de Netflix ¡A ordenar con Marie Kondo!, admitió que, tras la llegada de su tercer hijo, ya no sigue su propio método: “Mi casa está desordenada”, confesó.

En seguida fueron cientos de mujeres las que compartieron la noticia acompañada de frases como: “todas somos Marie Kondo”, “ay, Marie Kondo, que todo lo que te pasaba era que tenías tiempo”, “bienvenida Marie a la realidad” o “Marie, tampoco se puede tener la casa ordenada con dos hijos… ¡ni con uno!”.

Al parecer el orden es un estrés constante para las mujeres, y especialmente para las madres. Sobrevivir al caos doméstico después de la maternidad no es fácil y, para muchas, una presión extra que recae sobre nuestros hombros.

Ocurre a diario: vas a una pieza a buscar algo, ves todos los juguetes tirados, los metes en los diversos contenedores que están ahí con ese objetivo –pero que el resto de los integrantes de la familia parecen ignorar–, recoges los platos y vasos que encuentras en medio del caos, los llevas a la cocina y ¡puf! El cajón de las galletas está abierto, un paquete a medio comer y todo lleno de migas. Te da rabia, pero lo ordenas igual. Te sirves un vaso de agua, vas al comedor para intentar trabajar, pero encuentras un par de juguetes tirados en el living. Dejas tu vaso de agua al lado del computador, tomas los juguetes, los llevas a la pieza y ¡sorpresa! La hija chica llevó un juguete en forma de tina llena de agua a la pieza y le puso jabón para bañar a sus muñecas. Ahora todo el suelo está mojado, mezclado con tierra, por supuesto. Así día tras día.

“Antes de ser mamá nunca fui maniática del orden, pero sí disfrutaba tener mi casa limpia. Era más fácil mantenerla así, ordenada, funcional, que la comida alcanzara, que rindiera, que no estuviera repartida por toda la casa. Pero después de ser mamá eso cambió. Los hijos crecen y es una locura, todo se desordena”, dijo en uno de nuestros artículos, la psicóloga perinatal Bárbara Wiedman. Y es que, son muchas las mujeres que optan –o no les queda otra– por no convertir el orden en prioridad, después de la llegada de los hijos.

Pero no es tan simple. Bárbara lo sabe por experiencia, pero también porque trabaja como psicóloga perinatal y ha podido observar cómo el desorden y el caos doméstico es un factor de estrés común entre las madres que asisten a su consulta. “El desorden nos altera totalmente, lo veo día a día con mis pacientes. Nos genera aún más caos mental”.

Uno de los factores que más incide en este colapso doméstico de las mujeres al convertirse en madres, es sin duda la escasa corresponsabilidad. En un país donde un 38% de los hombres confiesa destinar cero horas semanales a las labores domésticas, y un 57% cero horas también al cuidado de los hijos, las mujeres son las que enfrentan la crianza sin abandonar las tareas domésticas, todo a costa de su propia salud mental.

En dicho artículo expertas plantean que otro factor importante en el estrés que genera en las mujeres el desorden del hogar, son los altos estándares de autoexigencia y perfección en los que suelen caer con respecto al orden y la limpieza. Uno de los mandatos que se le exigen a las mujeres –y que siguen presentes de manera menos explícita que décadas atrás, a pesar de los avances del feminismo– determina que tener la casa limpia y ordenada es algo que corresponde a las mujeres. Socialmente la presión que se ejerce sobre las mujeres de tener la casa perfecta es mayor que a los hombres. Además, la exigencia de mantener un buen funcionamiento de la casa impacta en el autoconcepto que las mujeres tienen como madres. Es decir, miden con la vara del orden, la limpieza y la organización del hogar si son o no buenas madres.

Por eso, y a pesar de que para muchos la noticia de Marie Kondo pueda sonar trivial, la avalancha de comentarios dan cuenta de algo: y es que, las madres estamos agobiadas con las tareas domésticas; es necesario que se impongan nuevos mensajes sociales, que nos liberen de la culpa por no “ser perfectas”.

El objetivo debería ser que todas podamos llevar el caos con más calma; que aunque nuestras casas no estén tan ordenadas como quisiéramos, prefiramos una casa así que vivir desesperadas y angustiadas por mantener un orden ilusorio. Que soltemos el control y nos adaptemos al caos. Como hizo Marie Kondo, que ahora anima a todos a encontrar su propio ritmo y sus propias rutinas a través de pequeñas actividades diarias para traer paz y alegría a un nivel superior: “Ordenar es un proceso más profundo”, escribe ahora la japonesa. En su nueva etapa anima a sus fieles seguidores a relajarse y dejar algo de espacio para los imprevistos propios del día a día para encontrar la paz interior.

Al final, todas somos (un poco) Marie Kondo, o mejor dicho, Marie es de las nuestras.

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