Cuando Macarena Arce (23) empezó a trabajar como enfermera, jamás imaginó que después de unos meses no iba a querer verse al espejo sin mascarilla. Recién egresada y motivada por apoyar en la emergencia sanitaria, en abril se incorporó al equipo médico del Hospital San Borja para cubrir los turnos de 24 horas en la unidad de Pediatría. En ese entonces, la pandemia recién empezaba a mostrar su cara más dura en los centros asistenciales del país y ella sabía que integrarse a la primera línea era un desafío profesional importante. Sin embargo, nunca dimensionó lo que sería estar 24 horas con su cuerpo cubierto por trajes especiales, casi sin dormir y con la mascarilla KN95 pegada a la piel.
“Ahí me empecé a llenar de espinillas en la frente, la nariz y el mentón. No eran una que otra, eran incontables. Y además de las espinillas, el exceso de humedad hizo que me salieran hongos”, cuenta. Macarena nunca había tenido problemas a la piel. Por eso, cuando empezó a notar que su cara se empezó a llenar de granos rojos, se sorprendió. Algunos eran más pequeños, otros más grandes. “Pensaba que me veía horrible, casi que prefería estar con la mascarilla para que no se me viera toda la piel irritada”, dice con una risa nerviosa.
Aunque Macarena no lo sabía, el problema no era solo de ella. Dos meses después de la primera aparición de su brote de acné y hongos en la cara, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un documento que advertía sobre la “posible aparición de lesiones cutáneas” tras el uso prolongado de la mascarilla.
Un fenómeno que, aunque ahora se ha vuelto más frecuente en la población, no es nuevo para los funcionarios del área de la salud. De hecho, para el primer brote de SARS (síndrome respiratorio agudo severo) en 2003, el Centro Nacional de la Piel de Singapur hizo un estudio que reveló por primera vez reacciones adversas y aparición de acné en la piel del personal médico que usaba mascarillas KN95.
Diecisiete años después, y en medio de una de las pandemias más grandes de la historia, seguiría ocurriendo lo mismo. Una investigación divulgada en 2020 por el Journal of the American Academy of Dermatology informó que un 97% de los trabajadores de la primera línea de Hubei (China) manifestó algún tipo de daño en la piel generado por las medidas de protección en contra del Covid-19.
Valeska Palominos (26) no es enfermera, ni médico, ni trabaja en salud. Es periodista y durante la emergencia sanitaria también ha tenido que ponerse mascarilla todos los días. Partió usando las clásicas de tela, pero decidió comprarse una más eficaz cuando se dio cuenta que estaba muy expuesta al virus. En un par de semanas no sabía qué hacer: tenía la piel llena de pequeños granitos rojos en la zona del mentón y los pómulos. Sin otra posibilidad, decidió ir al dermatólogo que le diagnosticó acné por foliculitis, una patología que había manifestado años atrás, pero que le volvió a aparecer por el uso de la mascarilla.
El motivo de consulta de Valeska es el mismo que ha recibido durante este último tiempo la doctora Francisca Daza, dermatóloga de la Clínica Alemana (@franciscadazadermatologia). “Lo que más se ha visto son los brotes de acné. Gente que no tenía y que ahora le apareció o personas que ya venían con esa patología y que, con la mascarilla, se empeoraron”, cuenta. Tal ha sido el impacto del problema que, en redes sociales, surgió el concepto del “maskne” o técnicamente conocido como acné mecánico, producido por la fricción de la piel con un elemento externo.
Según los expertos, la mascarilla produce una obstrucción que genera un aumento de la temperatura local (nariz-boca). Así, una mayor sudoración en un espacio con poca ventilación se vuelve el escenario ideal para la proliferación de bacterias, especialmente las que producen el acné. A este “microclima” hay que agregarle el factor roce. “Es el mismo efecto que se provoca cuando la gente se hace chasquilla”, explica la doctora Daza y detalla que la mascarilla, al retener la transpiración, incrementa la producción de sebo de la piel.
A pesar del predominio del acné durante este período, los médicos también han visto dermatitis o brotes de rosácea descompensada. Marcela Concha, dermatóloga de la Red Salud UC Christus, cuenta que las personas con patologías de base tienen mayor probabilidad que se les exacerben los síntomas. Además, señala que las pieles sensibles son las más susceptibles a generar estas nuevas irritaciones. “Es un biotipo de piel que se irrita con facilidad y lo pasa peor con las mascarillas”, dice.
Pero la mascarilla no es el único elemento que ha aumentado los brotes cutáneos en los chilenos. Según la doctora Concha, la pandemia tiene a lo menos dos factores más que han empeorado la salud de la piel. “Estamos viendo una patología por pandemia. Tenemos el estrés que produce muchas reacciones cutáneas: exacerba el acné, la dermatitis seborreica, y produce inflamación en la rosácea. Por otro lado, con la angustia, las personas consumen más azúcar y eso produce más inflamación todavía y tercero nos ponemos la mascarilla. Es como la tormenta perfecta”, cuenta.
¿Qué medidas tomar para prevenir o mitigar estos problemas?
Rutina de cuidado facial: De acuerdo a lo comentado por las expertas, las personas se deben limpiar la piel todos los días, por la mañana y por la noche, con agua micelar o un jabón adecuado para la cara. Además, para evitar la aparición de acné, se recomienda un aseo suave luego del uso de la mascarilla para limpiar la humedad de la zona.
Luego de la limpieza, se debe aplicar crema hidratante para que la piel esté mejor protegida ante factores externos, como la mascarilla. Para elegir un producto adecuado, la doctora Marcela Concha indica: “Si la piel es grasa, ideal que la hidratación sea con geles. Si es mixta, con lociones y si es seca, con cremas”. También se recomienda tomar a lo menos 2 litros de agua diario para mantener la hidratación dentro del cuerpo, sobre todo ahora que vienen las altas temperaturas.
Elegir un material adecuado: Para evitar brotes cutáneos, las doctoras sugieren elegir mascarillas con materiales suaves, naturales y transpirables para así disminuir la humedad que deja la sudoración. Uno de los más recomendados es el algodón, porque provoca menor irritación en la piel, aunque también se aconseja el cobre. Lo importante es que, en caso de confeccionar mascarillas caseras, se eviten materiales sintéticos, que tengan pigmentos o colorantes porque aumentan las probabilidades de sufrir daños en la cara.
Darle breaks a la mascarilla: Otra de las sugerencias de las expertas es mantener una buena ventilación de la zona para dejar respirar a la piel. En este caso, es importante que se tomen todas las precauciones de uso para evitar el contagio de coronavirus. La American Academy of Dermatology de Estados Unidos afirma que la mascarilla se puede retirar 15 minutos cada 4 horas de uso en lugares seguros (al aire libre, en el auto o en la casa).
Evitar el maquillaje: Con la mascarilla, el maquillaje tiene más probabilidad de obstruir los poros. La dermatóloga y miembro de la Sociedad Chilena de Dermatología, Alejandra Jaque, indica que se debe evitar su uso porque, además, aumenta la grasitud de la piel. En ese sentido, las personas también deben evitar probar nuevos productos que antes no se han usado porque pueden generar irritaciones, a raíz de la mayor sensibilidad de la piel actualmente.