Por Daniela González A.

Paula.cl

Si ya en Mestiza Power –uno de sus trabajos más exitosos– la mexicana Conchi León (44) había abordado la memoria, tradición y costumbres de mujeres mayas, esta vez en Del manantial del corazón la directora y dramaturga se sumerge aún más en un tema esencialmente femenino: el embarazo, parto y maternidad, vistos a través del testimonio de tres mujeres yucatecas. Sustentado en una larga investigación, su trabajo escénico –que presenta por primera vez en Chile– compila rituales, cuidados pre y post parto, el uso de herbolaria para parto y lactancia, o baños para preparar el cuerpo. El resultado es un retrato íntimo que, dicen algunos, tiene efectos de sanación en el público: en plena escena, de hecho, se realiza un bautizo maya, la ceremonia de Hetzmek. "Uno de los más bellos que he visto: entregar al bebé al corazón del cielo y al corazón de la tierra. Me parece muy hermoso", cuenta.

¿Cómo surgió la idea de hacer esta obra?

Buscando las hierbas que se usan para un baño que se hace a las mujeres después de dar a luz. En Yucatán, la herbolaria forma parte fundamental de nuestra cultura, desafortunadamente se han ido perdiendo algunas de esas costumbres, y si bien no creo que el teatro tenga que "rescatar" nada, sí creo que es importante valorar esa sabiduría antigua y compartirla en el teatro. Creo que el germen real de la obra viene de una vez que me enfermé y no me curaba.

¿Qué tenías?

Una varicela que se complicó. Tuve infecciones en la piel, oídos y ojos, tres semanas de fiebre. Tenía 18 años. Entonces, trajeron a mi mamá, ella sonrío, salió al patio, tomó una selección de hierbas, me hizo un baño y para la noche yo ya estaba mejor. Por eso creo firmemente en esa capacidad de curar, para esta obra me puse a buscar el nombre de las hierbas y como se realiza el baño. En esa búsqueda encontré los ritos y mitos que se realizan en el embarazo, el post parto y los cuidados y curaciones a los recién nacidos en Yucatán. En algún momento encontré que también se hacen ritos a los niños que mueren y los incluí en la obra.

¿Tenías alguna afinidad con el tema de embarazo y maternidad?

No me considero una mujer maternal, desde muy niña decidí que no iba a tener hijos, sin embargo, mi madre tuvo once hijos, de los cuales sobrevivimos solamente cinco. Creo que esa añoranza de los hermanos que no conocí, afectaron mi historia. Mi madre fue una mujer que sufrió, aún sufre por la ausencia de sus hijos. Esta obra es como un homenaje a ella, a su historia, a los hermanos que no conocí y a los niños muertos en medio de la impunidad.

Algunas de las creencias y sincretismo que proponen las mujeres en escena: ¿las terminaste compartiendo o aprendiendo?

Siempre creo en lo que dicen mis personajes, no los juzgo. Sin embargo hay algunas creencias machistas que no comparto, pero las dejo en la obra, porque creo que repetirlas es exponerlas de alguna manera. Siempre aprendo cosas en mis montajes, sobre todo cuando al final alguien se acerca a decirme que tal o cual cosa que se dice en la obra, la hizo y le funcionó.

Tu teatro suele tener mucha presencia femenina. ¿Te consideras feminista?

Sí soy feminista, pero no me considero una feminista radical. Pero esa soy yo, mi teatro no siempre está marcado por esa postura, mi teatro habla de los universos femeninos y sus personajes son libres para estar en la escena con todas sus peculiaridades.

Coordenadas:

¿Cuándo? 19 y 20 de enero, a las 21 hrs.

¿Dónde? En Sala Agustín Siré. Morandé 750, Santiago.

¿Cuánto? $ 14.000 la entrada en ticket.dale.cl