El caso reciente de la actriz y presentadora española Ana Obregón, que a los 68 años tuvo un bebé a través de una gestación subrogada en Miami, ha vuelto a abrir el debate bioético y jurídico de esta práctica. Y es que en España, donde esta práctica es ilegal por considerarse en contra los derechos fundamentales de la mujer y del niño, varias líderes feministas encendieron la alarma. “Es violencia contra las mujeres”, dijo la Ministra de la Igualdad Irene Montero, y las redes sociales se llenaron de llamados a condenar este tipo de práctica que tienen, en palabras de la Ministra, un sesgo claro de pobreza, poniendo como ejemplo países como Ucrania, donde se arman verdaderos mercados que transforman este proceso reproductivo en un negocio. En Chile, la Ministra de la Mujer Antonia Orellana también catalogó el procedimiento como una “compra de guaguas”, y aclaró que las mujeres “no prestan el cuerpo”.
Pero a pesar de estos llamados a condenar cualquier tipo de “vientre de alquiler”, como también lo llaman, la gestación subrogada es una alternativa cada vez más común para quienes no tienen la capacidad de gestar, como es el caso de las parejas homosexuales o infértiles, quienes afirman que esto llegó para quedarse y que no abrir el debate de su legislación sólo causa más desigualdad. “Hoy en Chile tenemos una deuda con este tipo de tratamientos que aún no tienen una legislación adecuada que asegure el acceso, cobertura y protección necesaria ni para los padres, ni para los donantes, ni para las potenciales gestantes”, dice Luz María Lira, fundadora de la comunidad Fenn, que agrupa y contiene a parejas con problemas de infertilidad en su búsqueda por ser padres. Para Luz María, lo anterior es la consecuencia de la incapacidad que tenemos como sociedad de tener conversaciones incómodas. “Conversaciones necesarias pero que negamos tajantemente o las escondemos debajo de la alfombra, lo que aumenta aún más los abusos y las creencias erradas sobre estas técnicas de reproducción asistida. Por eso es urgente levantar la conversación de que esto pasa y se hace, a veces no en las mejores condiciones ni para los padres, ni para las gestantes, limitando el acceso a unos cuántos privilegiados, lleno de tabúes y opiniones sesgadas”.
La Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado (HCCH) ya está trabajando en un futuro convenio internacional de gestación subrogada para regular acuerdos internacionales al respecto; debería estar listo en 2024 y busca dotar de seguridad y eficacia este tipo de procedimientos. Al mismo tiempo, un grupo de 100 expertos entre juristas, médicos, psicólogos y filósofos, de 75 nacionalidades publicaron La Declaración de Casablanca para la abolición mundial de la maternidad subrogada el 3 de marzo de 2023 que busca dar freno a este tipo de prácticas.
¿Es un mercado esclavista o una alternativa válida de formar una familia? El debate está abierto, pero lo cierto es que la gestación subrogada existe y, con argumentos a favor o en contra, ya ocurre en Chile y en otros países de América Latina llenos de vacíos legales. Aquí, tres parejas cuentan la intimidad de su experiencia con la maternidad subrogada y llaman con urgencia a regularla.
Una gestación subrogada altruista
Olivia García y su marido Ian se conocieron en una cita a ciegas hace 9 años. Desde muy temprano Olivia le contó a su pareja que había nacido sin útero y que por lo tanto no podría tener hijos. “Su reacción fue súper linda, y es una de las razones por las que supe que quería estar con él; me dijo que había muchas maneras de hacer familia y que cuando llegara su momento veríamos la opción”. Pasaron un par de años y finalmente optaron por la gestación subrogada, ya que Olivia sí tenía sus ovarios y podrían hacerlo con sus propios embriones. Consiguieron una gestante, pero luego de dos intentos no tuvieron éxito con el embarazo y decidieron no seguir.
Eso fue en julio 2018, y con mucha desilusión, pusieron ese proceso en pausa, hasta que en septiembre del mismo año, su cuñada, hermana de su marido, tuvo a su primer hijo. “Cuando la fuimos a visitar, y mientras mi marido lo tomaba en brazos por primera vez, mi cuñada nos ofreció ser ella nuestra gestante”. Unos años después, luego de varios intentos de inseminación, nacería desde el vientre de su cuñada, su hija Ema, que hoy ya tiene 2 años y 10 meses. Su caso es lo que se llaman una subrogación altruista, aquella en que una mujer acepta gestar al hijo de otra, sin una motivación económica sino por solidaridad, en la cual comúnmente existen lazos de parentesco o amistad entre la gestante y alguno de los padres. Esta modalidad de gestación subrogada es en algunos países la única legal, como en Canadá, Reino Unido, Grecia, Australia, Brasil, Uruguay, India o Sudáfrica, y es la opción que menos juicio tiene, al no estar motivada por intereses económicos sino por el vínculo afectivo.
Aún así, Olivia recibió durante todo el procedimiento, cuenta, comentarios como que se trataba de un incesto hasta que era una forma de esclavitud. “Yo hago oídos sordos a palabras tontas como dicen por ahí. Creo que como todo en la vida, las cosas no son blanco o negro. Pensar que la maternidad subrogada sólo se puede dar en un marco abusador, me parece súper cerrado de mente y obtuso, y es un error, por que en un marco regulado no tiene por qué serlo”. Olivia cuenta que en Estados Unidos, donde vive, se necesitan abogados, evaluaciones médicas y psicológicas para llevar a cabo el proceso. “Las carriers (como le dicen a las gestantes) tienen que haber llevado a término un embarazo previamente, se les exige tener una buena red de apoyo, además de una buena compensación económica. Es cierto que hay en lugares del mundo donde se abusa, seguro que sí y es lamentable. Pero en ese sentido también se abusa de obreros en fábricas con malas condiciones laborales. Entonces el problema no es la maternidad subrogada, sino de que no se regule bien”.
Al respecto, Olivia cree que desde los feminismos se debería apoyar por una parte a las mujeres que no pueden quedar embarazadas por las razones que sean y buscan ser madres, y por otra parte a quienes queriendo y decidiendo libremente, quieran ayudar a las primeras a hacerlo. “Conozco muchas historias de amigas, hermanas, incluso mamás que han sido carriers para mujeres en situaciones como yo, y no encuentro nada más feminista que mujeres apoyando mujeres, siendo solidarias y entregando tanto amor a través de este gesto”.
“Es una mujer la que gesta, no un vientre”
Francisco Rojas(39) y Flavio Alvarez (34) se conocieron por Tinder hace ya 9 años y desde entonces que están juntos. Siempre tuvieron claro que querían ser padres, de hecho siempre fantaseaban poniéndole nombre a esos hijos imaginarios. Cuando estuvieron listos para dar el paso, pensaron como primera opción adoptar, nunca tuvieron una predilección con el componente genético, cuentan, pero en el Chile de entonces, sin ley de matrimonio igualitario, adoptar era prácticamente imposible para una pareja homosexual.
Se enteraron de la opción de la gestación subrogada por la televisión y luego de averiguar al respecto decidieron hacerlo fuera de Chile. El tipo de subrogación que eligieron no fue la altruista como Olivia, sino la que sí tiene una compensación económica y que se gestiona a través de agencias. Sin embargo, la relación que establecieron con las gestantes de sus hijos ha sido, en palabras de ellos, cercana, confiable y de mutuo acuerdo. “Siempre tuvimos precaución de revisar que cada parte estuviera resguardada, tanto nosotros como las gestantes. Siempre fue importante saber que ellas estaban conforme. De hecho, la gestante no la elegimos nosotros, nos la propone la sicóloga de una Fundación que trabaja con ellas. Es ella quien arma este match dónde nos conocimos y al final del cuál, ella nos elige primero a nosotros”.
A partir de ese sí, cuentan Francisco y Flavio, mantuvieron contacto con ella todo el tiempo, armaron un grupo de WhatsApp y hacían videollamadas durante todo el proceso. “La relación terminó siendo con ella, pero también con su familia completa. Para nosotros era como una familia de acogida que cuidó a nuestro hijos durante 9 meses. Estuvimos y estamos hasta ahora todo el rato conectados”. El proceso lo hicieron por partida doble porque hoy tienen dos hijos, de dos gestantes distintas, y en ambos casos la relación fue la misma. “Las conocimos, pudimos ir a comer, conocer a sus familias y ellas a nosotros. También estuvimos al pendiente de cada eco, cada examen e incluso cada urgencia que hubo en el embarazo. Ambas gestantes nos permitieron entrar a los partos de cada hijo biológico de cada uno de nosotros. Ese momento fue muy mágico y compartimos tanto con ellas como con sus familias. Siempre fue así. Una vez que salimos de la clínica, nos fueron a visitar cuando quisieron y sus familias fueron a conocer a estos bebés que llevaron consigo todo el tiempo. Hoy en día aún estamos en contacto, nos preguntan cómo están, les mandamos fotos, de cualquier cosa, desde que le salió un diente hasta como le fue en el pediatra. Son una especie de tías o madrinas, que son parte de nuestra historia. Porque es una mujer la que gesta, no un vientre. Creo que seguir llamándolo así, “vientre de alquiler” en verdad atenta contra ellas mismas que son mujeres maravillosas que nos ayudaron con nuestro sueño de ser padres.”
Cómo funciona cuando está debidamente regulado
Un caso parecido es el de Mariano Casas (37) y Abraham Abarca (35), quienes hoy están realizando este proceso en Buenos Aires, lugar que eligieron porque ya existe jurisprudencia y un marco administrativo para llevarlo a cabo. Partieron su proceso a mediados del 2022 con la clínica de fertilidad y en paralelo emprendieron la búsqueda de la gestante. “El proceso es largo, porque los requisitos que se ponen para que una mujer pueda tomar parte en el proceso de subrogación son varios. Se toma en cuenta que ya haya sido madre; ser menor a 36 años y tener un entorno familiar adecuado y que esté psicológicamente consciente y preparada para llevar un embarazo. Todas estas cuestiones las evalúa un grupo de psicólogas y trabajadores sociales que son quienes determinan si son candidatas para formar parte del proceso”.
A fines del 2022 tuvieron su primera reunión de matching con la gestante. En esa reunión se presentaron, le contaron su historia de vida, cómo se conocieron y como ser papás era su sueño. “Fue un momento hermoso y muy emotivo para ambos. Ella nos contó cómo llegó a este proceso, nos relató como un familiar cercano tuvo problemas para tener familia y eso la motivó a averiguar sobre estos procesos y querer ayudar a otras familias a cumplir su sueño. Luego de la reunión, cada uno por separado tenía que hablar con la coordinadora de subrogación y decidir si queríamos seguir el proceso y para nuestra felicidad, nos elegimos mutuamente”.
En medio de esta experiencia, tanto Mariano como Abraham han sido testigos de cómo el tema se ha planteado bastante en la esfera pública, especialmente debido a casos controversiales como el de Ana Obregón. “En nuestra experiencia este es un proceso de amor, de formar una familia con ayuda de una persona solidaria y generosa que decidió acompañarnos en este viaje. En lo que hemos visto hay una evaluación previa del ambiente de la gestante, se asegura que tenga una buena situación económica, sin carencias, que tengan un ingreso adecuado para el grupo familiar y una red de apoyo. En nuestro caso particular, nuestra gestante es de clase media, tiene casa propia en un barrio residencial, y juntos con su marido tienen un trabajo estable y viven ellos dos junto a sus dos hijos.
Comprendemos que es clave que haya procesos adecuados y formales como los que nosotros vivimos para asegurar que quien decide ayudarte lo haga desde un lugar de amor y solidaridad y no de necesidad. Entendemos claramente que hay que evitar cualquier situación de explotación o aprovechamiento, de hecho, creemos que es un punto fundamentalmente para que comience una conversación sobre cómo regular estos procesos. Esto es crucial para evitar dichos abusos y también para dar certezas a las múltiples familias que están pasando por estos procesos y que quieren poder darles esa seguridad a sus hijos como cualquier otro padre o madre quisiera para los suyos”.
Una asociación de familias de gestación subrogada
Cuando Javier Silva y su marido Jaime Nazar, quienes se hicieron conocidos por ser el primer matrimonio igualitario en Chile, vieron por primera vez la alternativa de una gestación subrogada no tenían idea por dónde partir. No tenían mucha información al respecto, estaban llenos de miedos y prejuicios y tampoco conocían a nadie cercano con quien resolverlo. Luego de que su primer proceso, realizado en Colombia, fuera exitoso –hoy ya tienen 2 hijos- y al hacer pública su historia, muchas parejas con esa misma incertidumbre comenzaron a contactarlos. Sintieron entonces la necesidad de ayudarlos en una primera instancia y luego hacerles compañía en cada etapa de sus hijos.
Partió con un grupo de WhatsApp donde se fueron conociendo y compartiendo experiencias y luego juntándose presencialmente en parques con sus niños. Cuando la Ministra de la Mujer salió a dar declaraciones sobre su postura contraria a la gestación subrogada, como comunidad decidieron formalizarse, crear una asociación. Hoy están en ese proceso: “Somos padres y madres, heteros y gays que hemos logrado tener a nuestros hijos gracias a mujeres increíbles que nos ayudaron, tanto en Chile como en distintos países. Esta asociación busca más que nada apoyarnos, generar vínculos solidarios entre nosotros, orientar a quienes estén en algún proceso y velar por la defensa de los derechos de nuestros hijos e hijas. También que se velen los derechos de las mujeres. Estamos completamente de acuerdo en que no se pueden vulnerar de ninguna y mujer debemos asegurarnos de que esto se respete. Por lo mismo es necesario que se pueda legislar en nuestro país para que se puedan proteger todas las partes involucradas”.