Qué tan necesario es tener amigas que también sean mamás
Camila (28) fue mamá por primera vez a los 20. Sus amigas, evidentemente, estaban lejos de estar en su misma sintonía. Y es que mientras ella pasaba las noches en vela, cambiaba pañales y daba pechuga, su grupo más cercano tenía otro tipo de prioridades. Las fiestas, nuevos amores y panoramas, era de lo que más hablaban. Fue en esa época cuando asegura haberse sentido más sola que nunca.
"Mis amigas siempre fueron muy preocupadas de mí, pero era diferente. Yo necesitaba a alguien que estuviese en una situación similar a la mía, porque cuando eres madre, sobre todo por primera vez y al principio, ese es tu tema. Si bien tenía la ayuda de mi familia, era diferente, porque una cosa es conversarlo con gente con experiencia, pero otra muy distinta es tener una partner para explorarlo juntas. Además, no vivía con el papá de mi hija, así que todo era más solitario", cuenta.
En esa búsqueda, Camila encontró en diferentes comunidades virtuales un apoyo. "Mi hija nació el año 2012 y Facebook era la red social que más se usaba. La verdad es que estaba lleno de grupos de mamás que compartían sus historias. Aunque solo conocí a una en persona, que sigue siendo una gran amiga, igual pude conectar de una manera diferente con el resto. Me sirvió para desahogarme y sentir que no era la única llena de dudas y miedos", cuenta.
Ahora que su hija ya tiene siete años, Camila asegura haber vuelto a sentirse en una sintonía mucho más parecida con sus amigas de toda la vida. "Sigo siendo la única mamá, pero todas están mucho más tranquilas. Sin esas hormonas propias de la adolescencia. De hecho, ahora soy yo la que volvió a recuperar el tiempo perdido. De a poco me he ido reconectando con esa Camila que dejó de pensar en pañales y chupetes", dice.
Para Viviana Herskovic, psiquiatra infanto juvenil de la Clínica Las Condes y experta en crianza y familia, el caso de Camila es absolutamente esperable y normal. "La maternidad, sobre todo en las primera etapas del hijo, supone de muchos cambios. Uno cambia su identidad y empieza a ser 'la mamá'. Eso es súper fuerte. Por eso uno tiende a buscar personas con las que pueda compartir ese vínculo, porque hace mucho más fácil y amigable el maternaje", explica.
Sin embargo, esto no significa que sea absolutamente necesario. "Aunque muchas tiendan a buscar a otras mamás, no significa que es algo que se deba hacer. Es bueno y favorecedor, sin duda, pero depende de cada persona. Lo que sí pasa es que como todo se vuelca hacia el hijo, uno tiende a estar mucho más receptiva a los consejos de quienes estén atravesando algo similar, porque los seres humanos buscamos sentirnos comprendidos y reflejados en otro. Sin embargo, el otro vínculo es igual de valioso", asegura la psiquiatra.
Además, pese a que la pareja cumpla con el rol de soporte principal, es sano buscar otro tipo de apoyo en el resto. Así lo explica la especialista: "Uno siempre necesita amigos. Pero la amistad de entre mujeres es, además, de mucha intimidad y expresividad, por lo que siempre la hemos asociado a un medio de descarga de emociones. Eso hace súper bien. Y, aunque la pareja también lo sea, los temas se tocan de una manera diferente. Es otro tipo de afecto y es sano estar rodeado de diferentes puntos de vista".
¿Por dónde empezar?
La columnista del New York Times, Lyz Lenz, escribió un artículo donde daba cuenta haber pasado por una situación similar a la de Camila. La diferencia es que ella sintió la necesidad de conectar con otras mamás cuando tuvo a su segundo hijo. "Su nacimiento arrojó mi mundo al caos. Pasé de ser una madre trabajadora de un niño manejable a una madre que se queda en casa con un niño pequeño y una guagua. Me sentí sola y me dolían los pezones mientras limpiaba la caca del suelo. Lo que necesitaba era una amiga. Comencé una conversación con una madre en el preescolar de mi hija. Pensé que iba bien, así que le pregunté: "¿Quieres salir a tomar un café alguna vez?" Ella se encogió de hombros y me respondió: 'Deberías salir con mi hermana. Ambas parecen necesitar amigos'", dijo.
Con ella, nunca concretó. Sin embargo, reconoce haber empezado una búsqueda de amistades. Durante el proceso, concluyó que encontrar amigas madres puede ser tan tenso y desconcertante como salir con alguien, así que compartió algunos consejos que les entregaron dos autores que hablan sobre esto. Este es el resultado:
Comenzar cerca de la casa: tratar de reunirse con los padres locales en una plaza o en cualquier espacio que tengan cerca y les acomode. Hay que tener la seguridad de que no se es la única persona que busca amigos. Un ejemplo de esto es el caso de Michael Auteri, padre de un niño que conoció a su mejor amigo papá en el autobús. Se veían todos los días, así que Auteri entabló una conversación sobre un libro que el otro padre estaba leyendo. Una cosa llevó a la otra y ahora se reúnen al menos una vez al mes en un parque con sus hijos.
Hacer el primer movimiento conversacional: Melanie Dale, autora del libro Women Are Scary: The Totally Awkward Adventure of Finding Mom Friends, aconseja comenzar una conversación diciendo un cumplido o hasta incluso a través de la honestidad. "Conocí a una amiga cuando mi hijo era guagua y estaba amamantando en un parque. Ella me escuchó alegar sobre el sudor de las pechugas y desde ese entonces hemos sido amigas", dice. Dale también alienta a los padres a iniciar contacto sin expectativas, ya que es absolutamente normal que alguien no esté interesado.
Encontrar un grupo de padres en línea que sea adecuado para cada uno: estas comunidades virtuales pueden ser miserables, con comentarios agresivos pasivos, pero también una forma increíble de encontrar tribu. Hay diferentes grupos en línea destinados para esto, sobre todo en Facebook e Instagram. Es difícil saber cuál conviene más hasta que se pase un tiempo en ellos y se aprenda sus reglas y cómo manejan cada tema. Una buena recomendación es intentar encontrar grupos que reflejen la personalidad de cada uno.
Organizar una cita para jugar fuera de la casa: cuando los niños son pequeños, la autora del libro MWF Seeking BFF Rachel Bertsche, recomienda reunirse en un lugar neutral de terceros, donde los niños pueden jugar y los padres pueden hablar. Su consejo es encontrar un espacio donde no se tenga que estar persiguiendo a los hijos todo el tiempo e ir, idealmente, en grupo para no sentirse presionado.
Aceptar que no todas las relaciones están hechas para durar: Dale divide las etapas de las amistades de los padres en bases. La primera es la pequeña conversación incómoda en el parque. La segunda es la fecha de juego inicial en una ubicación neutral. La tercera, en cambio, es una fecha de juego en casa. Y si todo se da bien, la última base es cuando comienzas a reunirte sin niños cerca. "Algunos amigos vienen a nuestras vidas solo por una temporada. A veces, literalmente, una temporada de béisbol o una temporada de fútbol. Luego cambias de equipo, tu hijo deja el deporte y nunca más te vuelves a ver y eso está bien. Pero de vez en cuando, encuentras un amigo para toda la vida", dijo.
Esforzarse por mantener nuevas amistades: no es una novedad que los padres están ocupados y que les cuesta priorizar las amistades. Y que hacer buenos lazos lleva tiempo. Investigadores de la Universidad de Kansas descubrieron que se necesitan cerca de 50 horas para pasar de un conocido a un amigo casual. 90 horas para pasar de un amigo casual a uno más cercano y 200 horas para pasar de un amigo a un buen amigo. Bertsche sugiere establecer siempre un horario regular para reunirse. "Tener esa fecha permanente mantiene las conjeturas y el esfuerzo de mantener la relación", aconsejó.
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