Maternidad vegana: ¿Una imposición?

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En 2020, la actriz y activista por los derechos de los animales, Eli Albasetti, tuvo a su segunda hija, Luján, a quien desde su nacimiento crió como vegana, que es la manera en que se alimenta ella y toda su familia. Desde entonces, se ha preocupado de que tenga una dieta vegana balanceada y como cuenta, no ha sido nada complicado. “Como tuve a mi segunda hija en pandemia, he tratado de estresarme lo menos posible, pero he sido súper rigurosa con los controles médicos y con todas las indicaciones que me daban la doctora y la nutricionista, ambas especializadas en dietas”.

El veganismo es un estilo de vida que promueve la compasión y el amor hacia los animales a través de una postura ética y moral, donde se les ve como seres sintientes y dignos. Y en el caso de Eli, fue una decisión que tomaron como familia, poco después del nacimiento de su primera hija. “Partimos nosotros, los adultos, pero luego Emilia, nuestra hija mayor, decidió no comer más carne cuando se dio cuenta que comía animales muertos”, cuenta. “Mi hija hoy en día es vegana y muy activista, tiene una personalidad muy fuerte. Ella tomó la decisión de no comer más animalitos cuando se encariñó con una pollita”, recuerda.

La dieta vegana es una alimentación basada en plantas, es decir, sin ningún tipo de carne, pescado, miel ni huevos; una dieta baja en grasas saturadas y azúcar añadida, y alta en fibras. De hecho, la Asociación Americana de Dietética (ADA) dice que las dietas veganas apropiadamente planeadas, “son saludables, nutricionalmente adecuadas, apropiadas durante todas las etapas del ciclo vital, incluyendo embarazo, lactancia, infancia, niñez y adolescencia, y pueden aportar beneficios para la salud en la prevención y el tratamiento de ciertas enfermedades”.

Sin embargo y más allá de la nutrición, hay quienes creen que alimentar a los niños y niñas de forma vegana, es una imposición. “En mis redes sociales hay gente que me dice que le impongo a mi bebé ser vegana, porque es algo que ella debería decidir de grande, pero creo que todos los papás imponemos a nuestros bebés que sean o no veganos. Cuando era chica, a mi me criaron comiendo de todos los animales y mi mamá jamás me preguntó si es que me los quería comer o no, sino que sencillamente me los dio de comer y punto. Y es que los bebés no tienen poder de tomar decisiones ni la posibilidad de hacernos saber qué quieren y qué no quieren. Es como el bautismo, o la religión. Los niños y niñas no lo deciden”, dice Eli.

“De hecho, soy una convencida de que todos los niños nacen mucho más empáticos y nosotros, los adultos, les adormecemos esa empatía. Por ejemplo, si haces el experimento de darle a un niño un pollito y una manzana, el niño se va a comer la manzana y va a jugar con el pollito. Siento que para que los niños se coman a los animales uno siempre los engaña”, asegura.

Eli habla del dilema ético, porque en lo nutricional, no tiene dudas de estar haciendo lo correcto. “He sido rigurosa con los controles y las indicaciones médicas”, dice. Y es que parte fundamental de mantenerse saludable siendo vegana, y más aún teniendo hijos en plena edad de desarrollo del sistema nervioso central –cuya etapa crítica, se estima, es hasta los 3 años–, es consultar con especialistas. La doctora Francisca Soto-Aguilar (@la_doctora_plantbased), médico nutrióloga especializada en alimentación basada en plantas, dice que esta dieta tiene beneficios y que existe un montón de mitos asociados. Uno de ellos, que es una alimentación que genera déficit de nutrientes.

“Al igual que los adultos, las niñas y niños veganos deben suplementarse con vitamina b12, que es el único que no se puede obtener de los alimentos. Habitualmente este nutriente se empieza a suplementar desde que comienza la alimentación complementaria, siempre y cuando la madre se suplemente bien, porque entonces su leche ya está con la vitamina. Dentro de los formatos, el polvo se usa mucho en Chile porque hay una marca que tiene la dosis apropiada, que es muy económica y que se puede mezclar con líquidos. Otra alternativa es un formato en gotas, que también es para niños”, explica la doctora.

Para Eli y Luján, los suplementos son algo que han aplicado desde siempre y, por ende, ya es un hábito tomarlos. “Es algo que no me complica para nada. Le doy b12 todos los días, ella se la toma sola, y no he tenido ningún otro tipo de problema. Con las proteínas tampoco. Luján ama el tofu y las legumbres con su vida, entonces es muy fácil”, dice.

Ese es el caso de los niños, pero ¿qué ocurre con las embarazadas veganas? Según un estudio publicado en la Sociedad Americana de Nutrición, las mujeres veganas tienen un menor riesgo de incidencia en depresión posparto, en cesáreas y en diabetes gestacional por la riqueza de fibras de su dieta. Otro estudio publicado en el Centro Nacional de Biotecnología, sugiere que gracias a las características de esta dieta, también se puede prevenir la preeclampsia, una complicación causada por el alza de la presión durante el embarazo.

Los beneficios de un veganismo bien organizado

Según la doctora Soto-Aguilar, una dieta vegana bien organizada, es una dieta muy nutritiva, que provee de las cantidades óptimas de cada nutriente necesario, y a su vez, tiene una baja densidad calórica. “Por eso, y a pesar de comer grandes volúmenes de comida, es muy fácil mantener un peso saludable”, dice y puntualiza que hay que concentrarse en comida, no solo en los suplementos, pues en ésta están los nutrientes. “Lo más fundamental en volumen y en importancia son los alimentos, y es algo que los médicos solemos perder de vista cuando a veces nos dedicamos a mirar solamente la suplementación y deficiencias, y nos olvidamos de los alimentos, que son la fuente del 99% de los nutrientes. Muchas veces descansamos en los suplementos, cuando en realidad, son el refuerzo que va encima de una dieta que se ha construido completa, saludable y balanceada”.

Una de las cosas que se le critica a la dieta vegana es la falta de proteínas. Pero ésta las incluye, solo que no de origen animal. Entonces se come tofu, frutos secos, cereales y legumbres, alimentos que por la forma en la que se digieren, generan algo de controversia. “Se dice que los niños y niñas no están preparados para procesarlos, pero la verdad es que, de hecho, están recomendados desde los seis meses de edad, como algo muy importante y necesario para tener una microbiota intestinal saludable”, explica la doctora.

“No es raro que la gente se sorprenda cuando ve a un niño comer muchas frutas, arroz integral y legumbres, pues vivimos en una sociedad en que ni los adultos ni los niños alcanzan la mitad de la recomendación de consumo de fibra diaria. Pero la verdad es que estos alimentos, que son muy típicos de una dieta vegana, son ricos en fibra, que es un nutriente esencial porque, según han descubierto diversas investigaciones, ayuda a construir una microbiota saludable”, dice la especialista. “La microbiota se comienza a cultivar desde la etapa fetal, por lo tanto un niño que come mucha fibra la está cultivando y eso es fundamental para su salud y su sistema inmune. Al contrario, si no les diéramos a los niños alimentos como legumbres y su dieta fuera pobre en fibra, puede llegar a ser dañino. En estas cosas se ve que las niñas y niños veganos habitualmente se alimentan mucho mejor que los niños omnívoros”, concluye.

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