De acuerdo a un estudio realizado en 2019, luego de que las mujeres chilenas se convierten en madre, un 24% de ellas se traslada desde el mercado laboral formal al informal, en busca, principalmente, de la flexibilidad suficiente que les permita compatibilizar la vida familiar con el trabajo.
Entre las mujeres proveedoras, el 27,6% de hecho se encuentra en esta situación, superando a los hombres sostenedores de hogar (Zoom de Género, 2022). Ellos, por el contrario, participan más del mercado informal cuando no son el principal proveedor de su hogar.
El punto crítico de todo esto es el sacrificio aparejado a esta decisión, pues evidentemente abandonar el empleo formal implica perder protección social y las garantías asociadas a un contrato laboral. Es decir, en la búsqueda por crear las condiciones que permitan a la mujer compatibilizar ambos roles, ha debido pactar un precio que asume sola y que altera radicalmente su estabilidad actual y futura.
Aún así, las madres chilenas participan un 17% menos que antes del embarazo en el mercado laboral, cayendo un 20% su probabilidad de estar empleadas, efectos que persisten hasta diez años después del nacimiento de sus hijos (Berniell et al., 2019).
Más allá de la injusticia que esto representa, el mercado laboral, al entrar en competencia con la vida familiar de la mujer, está perdiendo la gran oportunidad de contar con un grupo de personas que está en un excelente período de su vida para aportar al mundo del trabajo, con grandes capacidades de priorización, foco, organización, gestión de conflictos, autonomía, eficiencia, además de sus habilidades blandas.
Hoy las alternativas legales se reducen básicamente a jornada completa o parcial, y la pandemia nos vino a demostrar que también es una opción viable el teletrabajo de forma definitiva o híbrida. Pero hay más, y la experiencia internacional nos demuestra que las opciones son muy variadas.
Existe entonces la posibilidad de buscar formatos innovadores, atractivos y que consideren la conciliación maternidad - trabajo como una oportunidad de ganancia común para empleadores y trabajadores, en tanto desde lo privado se aprenda a reconocer el valor de la mujer madre en el mundo laboral y desde lo público se busque prevenir la informalidad laboral, con todo lo que representa para la trabajadora y para el mismo Estado.