El viernes pasado había llegado recién a la despedida de soltera de Michelle Josseau, una de mis mejores amigas de la infancia, cuando otra de las invitadas me advirtió que no tocáramos el tema del Coronavirus porque hace algunas horas ella y su novio Pedro habían decidido suspender la celebración. Aunque ya están casados por el civil y no iban a hacer una ceremonia eclesiástica, habían organizado una fiesta para 90 amigos y familiares, programada para el 21 de marzo.
"Decidimos suspenderla días antes de que quedara la real embarrada, pensando en nuestra familia y amigos", cuenta Michelle sobre su decisión. Y agrega: "quisimos ser responsables con todos y no exponerlos, pero al principio lo sentí como una pesadilla, como algo que no le debería pasar a una novia a días de su matrimonio. A medida de que van pasando los días nos sentimos súper seguros de la decisión que tomamos".
Más que verlo como un problema personal o un contratiempo incómodo, Michelle está segura de que era la decisión que había que tomar, por el bien mayor. "Estoy más preocupada por la salud de las personas que por la fiesta. Por la gente que sigue sin entender que lo mejor es no salir, que esto no significa estar de vacaciones y que las medidas preventivas no son exageradas".
El 21 de marzo también se casaba la médico Celeste Kulczewki. Por la iglesia y con una recepción más grande. "Fue un poco angustiante porque no sabíamos a ciencia cierta qué iba a pasar", recuerda, debido a que cuando tomaron la decisión de aplazar la fecha aún no surgían tantos casos en el país. "Nos pareció arriesgado celebrar, además sentimos que de cierta forma era obligar a las personas que nos quieren a arriesgarse por no fallarnos", explica.
Tanto en el caso de Michelle como en el de Celeste, los proveedores fueron comprensivos y no les pusieron grandes problemas al momento de suspender sus respectivos eventos. "Todos fueron flexibles, sobre todo el centro de eventos", asegura la primera, explicando que, además, respetaron la devolución de los abonos y que ahora están a la espera de una nueva fecha. "Tendré que hacer algunos cambios si es que decidimos moverlo para invierno, especialmente con el vestido".
Por su parte, Celeste cuenta que "contratamos un centro de eventos que incluía todo menos fotógrafo", pero que pudo hacer los cambios correspondientes y ahora espera poder casarse en septiembre. "La organización y coordinación para un matrimonio es bastante grande, y vamos a tener que hacerlo todo de nuevo. Pero es por un bien mayor".
Aunque ambas novias optaron por suspender sus celebraciones previo a que se anunciara una medida obligatoria, fueron decisiones acertadas. El Registro Civil anunció recientemente que a partir del 15 de abril tanto los matrimonios como los Acuerdos de Unión Civil quedarán suspendidos, mientras que los que se realicen en las oficinas del Registro Civil no podrán superar las 10 personas. Además, el Arzobispado de Santiago anunció que ni las misas ni las ceremonias como matrimonios y bautizos podrán realizarse si hay más de cinco asistentes.