Me muero si tú no estás, es el nombre de una canción del cantautor argentino Jairo, pero es también una frase que muchas veces hemos escuchado en otras canciones románticas o leído en novelas de amor. Así como hemos escuchado otras que dicen, por ejemplo, No puedo vivir sin ti o Nada tiene sentido si tu no estás. Y aunque a primera vista parecieran ser sólo intensas y románticas declaraciones de amor, si se analizan desde la psicología demuestran una manera de relación compleja en la que el abandono está muy presente. Y no de aquel que se va, sino que el propio abandono de quien suele creer que sin otro su vida no tiene sentido.
De eso se trata la codependencia, una condición psicológica en la cual alguien manifiesta una excesiva y a menudo inapropiada preocupación por otra persona. Natalia Acevedo, psicóloga e impulsora de la organización Psicólogas en Red, explica que este término se relaciona con las relaciones simbióticas. “La simbiosis es un término que se acuña desde la biología y se refiere a que un organismo necesita a otro organismo para vivir y desde ahí entendemos la codependencia”, dice.
En psicología, la codependencia saludable –agrega–, es el vínculo primario de la madre y la hija o el hijo porque el bebé necesita a la mamá para nutrirse, calmarse y sobrevivir. “Lo que se espera es que a medida que las personas vamos avanzando en el ciclo del desarrollo vital, vayamos generando un vínculo independiente, que es el que nos permite explayarnos en el mundo de manera segura. Por eso, un adulto es codependiente, es porque no fue capaz de resolver de manera adecuada el vínculo de dependencia y por tanto establece relaciones simbióticas en el ámbito sexo afectivo y también con los amigos”.
Entonces esa idea de necesitar al otro para vivir no es saludable. “En este tema me gusta mucho usar el ejemplo de las parejas que deciden vestirse parecidos. Se puede ver como algo sin importancia, pero las personas codependientes tienen esa tendencia a meterse en el mundo del otro u otra y terminan haciendo lo mismo. No hay una diferenciación. Sin embargo, lo que se espera o lo saludable es que en una pareja cada uno contribuya desde su individualidad”, aclara Acevedo.
Lo que ocurre es que en esos casos los límites son difusos y una consecuencia de eso es que el yo, o la personalidad de uno, se vea disminuida porque esa persona está necesitando a otro u otra para existir. Natalia explica que “hay una repercusión en el autoestima, en el autoconcepto. No hay una estructura yoica fuerte que le permita a esa persona darse cuenta de que se está transformando en algo que no es. Como tiene límites difusos y su yo no muy completo, cede su espacio personal y de alguna manera en términos de personalidad se funde con el otro generando una identidad que no es la correcta”.
E inevitablemente esto genera un daño. “La codependencia implica que cuando ese otro no está, tengo sentimientos de angustia, ansiedad y desesperación. Y no solo cuando hay una separación definitiva, también se puede manifestar en separaciones momentáneas como cuando el otro se va de viaje, por ejemplo. Porque además esta condición se genera cuando en etapas tempranas hay abandonos de la imagen materna o paterna y entonces busco constantemente aferrarme a alguien y me vuelvo codependiente”, aclara la experta.
Un paso a la violencia
En las relaciones donde mayormente se ve la codependencia es a nivel de pareja porque suele ser la persona a la que le damos mayor importancia por un tema cultural. Lo más complejo es que cuando hay límites difusos en el quién soy, me vuelvo más voluble, pierdo de vista mi identidad y la pregunta de quién soy se remite a un otro. Influye en la autoestima. Y según la abogada María Belén Ferreira, quien se ha especializado en prevenir casos de violencia en las parejas, una persona que tiene baja autoestima tiene 17 veces más posibilidades de tener una relación violenta, versus una que tiene una autoestima normal, porque son personas inseguras.
Explica también que “es muy común que en una relación el codependiente no pueda o le sea muy difícil poner límites y sencillamente todo lo perdone, a pesar de que la otra persona llegue a herirlo de manera deliberada, esto es simplemente porque el codependiente confunde la obsesión y adicción que siente por el otro con un inmenso amor que todo lo puede. Por ende, el codependiente es incapaz de alejarse por sí mismo de una relación enfermiza, por más insana que ésta sea. Y que llegue a pensar que más allá de esa persona se acaba el mundo”.
Por eso, mientras no exista un proceso terapéutico o no exista un despertar a nivel psicológico, es muy difícil que alguien que tenga la condición de codependiente se de cuenta de que es un patrón que repite habitualmente en su vida. “Si alguien no tiene la capacidad de disfrutar de su soledad o se angustia estando sola o solo; o si detecta que su pareja es lo único más importante en el mundo, es porque algo no está bien”, explica Natalia Acevedo.
Y en ese sentido, María Belén Ferreira agrega que debemos poner atención a ciertas conductas que nos podrían llevar a una relación de codependencia. “Es importante retomar las redes de apoyo, porque las personas que son codependiente con la pareja suelen alejarse de sus amistades y de la familia. Ese es un primer paso, porque reconstruir la autoestima es algo más profundo que requiere una terapia. Y del mismo modo hacer una autocrítica de forma amorosa, porque también hay que distinguir entre una pareja que no te deja hacer cosas versus una pareja que sí, pero eres tú la que decides no hacerlo por miedo a quedarte sola. Poner ojo en eso es de cierta forma también prevenir la violencia”, concluye.